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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadSi yo fuera Bukele

Si yo fuera Bukele

PENSANDO EN VOZ ALTA.

Si yo fuera el presidente Bukele estaría asombrado y preocupado. Lo primero, por el nivel de aceptación de las medidas pacificadoras, que llega a un 90%; lo segundo, porque el 10%, de rechazo merece alguna consideración. Es preciso reconocer que nadie, antes ni después de la firma del Tratado de Chapultepec, se había atrevido a enfrentar la violencia sempiterna de El Salvador. Los presidentes Duarte, Cristiani , Calderón, Flórez, Saca, Funes y Sánchez hundieron el país en pobreza, ingobernabilidad y violencia. El actual mandatario, con medidas cuestionadas, pero efectivas, está pacificando el país. La teoría política enseña que todo gobierno tiene el derecho a defenderse de los enemigos internos y externos. Pero la civilización superó la barbarie, por lo que no es de buen recibo exhibir un montón de gente semidesnuda, con las manos atrás amarradas y privadas de las mínimas garantías. Aplicar la ley con todo el rigor, no excluye la misericordia, la compasión y la piedad.  
Si el Estado cae en las garras de la depravación, como lo hacían los delincuentes, sus medidas pierden toda fuerza moral. La mejor manera de combatir la violencia es atacando las causas originarias y allá como en toda América, son: la politiquería, la corrupción y la marginación. “Cuando abrimos escuelas, cerramos cárceles”, decía un pensador griego y otro nos enseñó que, para no castigar al adulto, se debe educar bien al niño.

En Colombia, nuestro paradigma moral, Antanas Mockus, profesor universitario, doctor en matemática y filosofía, nos enseñó que el proceso de desarrollo social no es más que jugar al “todos ponen y todos cogen”.

En ese lindo Pulgarcito de América hay un filántropo argentino-estadounidense, Alejando Gutman que, con su esposa, desde hace más de 20 años vienen trabajando por cimentar “la Cultura de la Integración” que, es una especie de puente por donde pasan a encontrase los beneficiados con la fortuna y los marginados. Los primeros, ponen el capital, generan empleos, brindan seguridad social, abren cupos en las universidades y mejoran la calidad de la educación a las clases populares. Los de la otra orilla, también hacen aportes maravillosos e imponderables a la nación cuando devuelven rendimiento en el trabajo, buen comportamiento social, mayor cuidado de lo público, una reproducción responsable, protección a la naturaleza y atención amorosa a sus hijos.  Guardadas las proporciones es la misma estrategia de Antanas Mockus en la que todos nos beneficiamos. La integración es un proceso muy democrático y horizontal diferente a la Inclusión, en la cual, quien tiene el poder es el que decide admitir a los que carecen de todo, como un acto de benevolencia.

El presidente Bukele, en el día más significativo para el país, la fiesta nacional, seguramente después de muchos análisis y evaluaciones, decidió adoptar legalmente la Cultura de la Integración, como programa de gobierno. Decisión que, a mi manera de ver, pasó por la impresionante “caravana al revés” realizada por el pueblo salvadoreño el año pasado. Si las cosas se hacen bien, con personas formadas y responsables, la historia le demostrará al Magistrado que no estaba equivocado y lo exaltará al lugar reservado a los grandes.

Jaime Bedoya Medina.

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