La libertad es la base de la creatividad, el desarrollo personal y el florecimiento de las virtudes humanas. En su obra Defensa de la libertad, Frank Meyer, padre del fusionismo que une el liberalismo clásico con valores conservadores, argumenta que solo en un entorno libre las virtudes pueden desarrollarse plenamente.
Pensemos en marcas como Coca-Cola o Colgate, que nacieron en una época de mínimas restricciones legales y burocráticas. Estas condiciones permitieron que las ideas innovadoras prosperaran. En el entorno actual, lleno de trabas administrativas, muchas de estas historias de éxito serían imposibles. La libertad económica fue su cuna; su ausencia es su freno.
De manera similar, talentos como Michael Jordan o Michael Jackson no solo representaron habilidad innata, sino un sistema que les permitió crecer. Desde temprana edad, sus padres fomentaron su desarrollo con disciplina y valores sólidos. ¿Qué habría pasado si hubieran enfrentado regulaciones que limitaran su singularidad?
En contraste, países como Cuba y Venezuela, bajo regímenes que asfixian la libertad, han visto desaparecer generaciones de artistas y deportistas. Íconos como Celia Cruz y Gloria Estefan tuvieron que emigrar para triunfar, y desde entonces, su tierra natal no ha producido más figuras de su talla. En Venezuela, artistas y atletas internacionales también son cada vez más escasos debido a la falta de oportunidades.
En Colombia, figuras como Carlos “El Pibe” Valderrama y Shakira son recordatorios del valor de la libertad en el desarrollo del talento. Ambos mostraron su potencial desde edades tempranas, respaldados por padres que fomentaron su disciplina y sacrificio. Valores familiares y fe religiosa también desempeñaron roles esenciales en sus trayectorias. Imaginar a El Pibe restringido por reglas que le impidieran sus famosas gambetas, o a Shakira forzada a cambiar su estilo para «igualar» su desempeño al de otros, resulta absurdo. Las regulaciones excesivas no solo restringen el talento, sino que asfixian los sueños.
En el entorno actual, casos como el de Jaricho Valderrama, padre del Pibe, serían percibidos con otros ojos. Su disciplina podría ser malinterpretada como abuso, y el instituto de bienestar familiar probablemente lo tendría en la mira.
Estos ejemplos evidencian un patrón común: el rol de los padres, los valores inculcados desde la infancia y un entorno libre de restricciones desproporcionadas que permitió que el talento brillara. Las regulaciones no solo limitan oportunidades, sino también ahogan los sueños de quienes buscan destacar.
Como señala Meyer, la libertad es el terreno donde germinan las virtudes humanas. Sin ella, las ideas quedan atrapadas en el terreno de lo imposible y los talentos no alcanzan su máximo potencial. En cualquier esfera, la libertad es indispensable. Sin libertad, no hay paraíso.
Reflexionemos: ¿serían posibles estas historias hoy?