Por ADRIANA VALLEJO DE LA PAVA
La Semana de Pascua lamentablemente transcurrió como se había pronosticado. Hay un incremento en el número de personas contagiadas por Covid 19, en diferentes partes del país. Ciudades con los mejores sistemas de salud, como Medellín, están al borde del colapso con una ocupación de las unidades de cuidados intensivos (UCI) del 97%, situación similar se empezó a registrar en varios destinos turísticos como Santa Marta que esta semana llegó a una ocupación de las UCI del 91%.
En la capital de la república que se había logrado bajar el índice de positividad por debajo del 10%, volvió a subir al 20% esta semana, lo mismo ocurrió en Risaralda donde los contagios están incrementando semanalmente un 22%.
La tercera ola de contagios se está haciendo realidad en el país y cada vez es más difícil para los gobiernos enfrentarlas. No hay cultura ciudadana para la protección personal, familiar y colectiva. La gente se cansó de los encierros y ha empezado a salir a los destinos turísticos. Ni en diciembre ni en Semana Santa se logró evitar los encuentros familiares. Aunque, tampoco es claro si la nueva ola se debe a las vacaciones de Semana Santa o a la propagación de las nuevas cepas porque el incremento en los casos positivos empezó antes de Semana Santa.
El respaldo a las medidas restrictivas y a los confinamientos es cada vez menor, así se reflejó en la última encuesta de percepción ciudadana del programa de Pereira Como Vamos. El 71% de los pereiranos está de acuerdo con regresar a una reactivación total de la economía y propender por el autocuidado, sólo un 15% está en desacuerdo.
Entre más se conoce del virus más se duda de las medidas. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos informó esta semana que tras revisar toda la evidencia científica la infección del virus por contacto con superficies contaminadas tiene menos de 1 en 10.000 posibilidades.
Igualmente, según los estudios, en espacios abiertos, con tapabocas y con la distancia respectiva el riesgo es mínimo. Tampoco hay ninguna evidencia que muestre la relación del virus con las horas nocturnas o con el consumo de alcohol. No hay soporte para justificar medidas que limiten la movilidad o el funcionamiento de establecimientos con consumo de licor que cuentan con la ventilación adecuada. La generalización de las restricciones tiene un costo social y económico que ya no respalda la gente.