Por: Sebastián Allan
Para iniciar esta columna quiero partir de una premisa: «Lo importante no es llegar al punto, es permanecer».
Son varios días que suspendí mi escritura debido a un autoanálisis de las virtudes y fracasos que me han hecho alguien diferente.
Les confieso que la frustracción se apoderó de mi ser, a tal nivel, que muchas veces pensé que no sobrepasaría esta condición de agonía.
Hoy, con la fe activada y preparada para conquistar, quiero decirles que soy un ganador; para esto les cuento que exploré nuevos caminos, pero encontré el camino. En este tengo la certeza y la convicción de crecer, de avanzar y de no detenerme.
Este cambio nos llevó a asumir nuevas responsabilidades y a redefinirnos como personas, donde el sacrificio es una constante y el egoísmo que teníamos, debe ser parte de un pasado que no olvidaremos, como tampoco repetiremos.
Con esta determinación, me propongo de ahora en adelante tener cuidado, a prestar atención, a no reaccionar de manera irracional. Quiero que me vean como alguien confiable, respetuoso, cumplidor y responsable.
Sé que algunos mirarán mi pasado; pero serán muchos los que verán mi futuro. A ellos, mi eterna gratitud.
Para finalizar, les recuerdo que es imposible afiniar o limpiar los metales preciosos si no se pasan por el fuego y allí formé mi carácter.
Vivi un proceso inminente que generó una crisis y varias pruebas. Por eso, este fue un tiempo para afirmarme, para obtener riquezas, prosperidad y crecimiento.
Recuerden que no podemos ser indiferentes con lo que pasa a nuestro alrededor, es importante hacerle frente a este para avanzar.
Es preferible tener un panadero que nos de pan fresco todos los días, que tener una bodega llena de panes.
Por esto, concluyo que somos inquebrantables, fuertes y firmes.
Gran ejemplo de humildad, tenacidad, superación.
Que bien.Un despertar .
Gracias por esa voz de aliento