Por un mensaje, alertando sobre cierres de vías en Pereira y sus alrededores durante algunos días, supe que la semana pasada se llevó a cabo una competencia ciclística por estos lares y, por casualidad pasando canales vi que la competencia era la actual “Vuelta a Colombia” donde ya Miguel Ángel López había ganado 8 de las 9 etapas disputadas.
Las vueltas a Colombia de antaño, congregaban muchedumbres a salida y llegada, miles de aficionados ovacionaban a sus ciclistas favoritos en el recorrido; aquellas eran transmisiones radiales, se hacían desde camionetas que acompañaban la carrera; los móviles se turnaban la transmisión con un vigoroso grito de “haga el cambio”, contestado por el locutor que narraría por los minutos siguientes, con otro grito a todo pulmón: “ya lo hice, con Rimula” (un aceite para automotores de moda en esos tiempos). Una constelación de locutores de melodiosas voces, transmitió durante décadas, día a día las incidencias de cada etapa de la carrera y, al final de la transmisión daban la clasificación general; entre los más conocidos locutores estuvieron el inolvidable Carlos Arturo Rueda, famoso por colocarle apodos a los ciclistas y deportistas colombianos en general, costarricense hijo de padre santandereano que con potente voz narraba la carrera, en los comentarios estaba Julio Arrastía Brica (a quien llamaban “viejo macanudo”); entre las voces que transmitieron las posteriores vueltas a Colombia estuvieron las de Alberto Piedrahita, Pastor Londoño, Eucario Bermúdez, Joaquín Marino López y Jorge Antonio Vega; la vuelta fue el mayor espectáculo de masas y de la radio de mi niñez, era emocionante escuchar que se había escapado del lote un ciclista. Las primeras vueltas las transmitió Todelar y luego RCN continuó con la exclusividad; la exclusividad de las vueltas internacionales la tiene Caracol. (Gracias al Dr. Maurier Valencia por compartirme sus recuerdo para este escrito).
La salida o llegada de la vuelta a cualquier ciudad era un privilegio, porque así se daba a conocer al resto del país; el día que la vuelta terminaba en Pereira nos “ soltaban” temprano del colegio para ir a ver los ciclistas; en una ocasión la etapa terminó en el Parque Olaya, al frente de mi querido colegio Técnico Superior; aprovechando el maremágnum algunos de mis compañeros de clase se robaron la clasificación general y dieron lora con ella toda esa semana. Cuando la vuelta iba para Armenia o Ibagué, nosotros y otros muchachos, vecinos del Barrio Boston trotábamos hasta la subida del rio Consota vía Armenia, sector donde se construyó el primer motel de Pereira, amoblados el Caracol. Como es una pequeña loma, los ciclistas subían más lentamente, en una de esas ocasiones estando ovacionándolos, Cochise tiró una carmañola que recogió mi hermano Gustavo, siendo por muchos años una de sus reliquias preferidas.
No hay comparación entre las carreteras de antaño, destapadas, sin señalizaciones y las actuales bien demarcadas y asfaltadas; las bicicletas de esas primeras épocas, eran rústicas y pesadas, las actuales de carbono y otros materiales livianos permiten diseñar una bicicleta especial para cada etapa: contra reloj o de alta montaña; aunque ahora las transmisiones son televisadas vía satélite, no hay la misma emoción de antes, cuando teníamos que imaginarnos los gestos del esfuerzo, el sudor, las caídas, y las lágrimas de dolor o alegrías de los ciclistas. En la primera vuelta a Colombia participaron 35 ciclistas que salieron de Bogotá el 5 de Enero de 1951, Efraín Forero ganador de 7 de las 10 etapas fue campeón; para 1952 la vuelta fue internacional, en ella participaron un argentino y el francés José Beyaert quien la ganó; para 1953 apareció Ramón Hoyos Vallejo quien la ganó en ese año e impuso el record de ganar cinco vueltas a Colombia, en una vuelta ganó 12 de las 18 etapas; en 1957 a Ramón Hoyos le dio “ la pálida” y al montarse de nuevo a la bicicleta recibió un pequeño empujón, siendo sancionado, el director del equipo antioqueño el argentino Julio Arrastía (luego, famoso comentarista de ciclismo), retiró al equipo de la vuelta, por lo que el español José Gómez del Moral fue el segundo extranjero en ganar la competencia. El récord de ganador de vueltas a Colombia lo tiene lucho Herrera con 6, Cochise ganó cuatro y, nuestro ídolo local Rubén Darío Gómez, “el tigrillo de Pereira” dos, en 1959 y 1961.
Rubén Darío ganó su primer clásico RCN en 1959, enfrentándose a la licuadora antioqueña:” Fue una doble a Jericó en dos etapas, con salida y llegada a Medellín. Recuerdo que Cochise fue segundo y Hernán Medina Calderón tercero. Esa fue una satisfacción muy grande, ganarle allá y además corriendo solo sin equipo” (semillerosdeportivos.com), dicha actuación causó sensación a nivel nacional, Gómez ganó su segundo clásico en 1962; en esos años Pereira tuvo un equipo para competir de tú a tú, en la Vuelta a Colombia contra los fuertes ciclistas antioqueños, cundinamarqueses y boyacenses, la cuarteta pereirana estaba integrada por el tigrillo Gómez, Ariel Betancur, Pablo Hernández y Alfonso Galvis. Así el ciclismo comenzó a hacerle contrapeso al protagonismo del Deportivo Pereira.
La radio era el medio de comunicación y entretenimiento de uso cotidiano (además de ella, estaban las cartas para comunicaciones más extensas, y telegramas para las cosas urgentes); en la vereda el Zurrumbo de Marsella, mis abuelos tenían un radio Phillips de pilas, y con la llegada del transistor (radios de tamaño más pequeño), todos los campesinos los llevaban encima para escuchar noticias y música mientras hacían labores agrícolas como coger café, y era preferible comprar menos panela que menos pilas, muy caras, comparados los precios de esa época y los actuales; las pocas emisoras de esos años eran A.M. y eran famosas por sus servicios sociales: avisos de velorios, bautizos etc. : “Se avisa a don Luciano, en punta brava, vereda San Andresito de Santa Rosa, que su mamá va a subir a visitarlo el jueves de ésta semana con otras dos persona, que aliste tres bestias”.
En los primeros tiempos del cine, pocas ciudades tenían teatros, por esa razón, inicialmente no era un medio masivo de diversión, por allá a finales de los 60 e inicios de los 70 nos llevaban al teatro Pereira, Centenario, Karká y otros a ver películas de cómicos mejicanos como resortes, viruta y capulina (imitación de los personajes gringos “el gordo y el flaco”), y luego ya adolescentes llevábamos a nuestras novias a cine, época maravillosa de “chupar piña” y “hacer manitos”.

Aunque la televisión llegó al país en la década del 50, en mi vecindario la tv comenzó a popularizarse a finales de los años 60; había dos televisores en mi barrio, uno en la casa de Alfredo Herrera, compañero de estudios, y otro frente a mi casa donde doña Chava, los golpes de Batman a sus enemigos se escuchaban y veían escritos en la pantalla “cras”, “pum”, y aunque a ratos nos echaban para nuestras casas, justo es reconocer que eran muy amables, porque cuando nos dejaban entrar a ver televisión, nosotros nos volvíamos pesados, queríamos estar allá todo el día; por allá en 1968 papá encargó a mi tío Rubier nuestro televisor propio; el día de la inauguración solo se veían rayas en la pantalla y se oían ruidos, mi papá se sofocó pensando que al tío lo habían estafado y el tío estaba incómodo pues había hecho el favor con todo cariño y responsabilidad, estando en ese incómodo ambiente llegó un vecino y preguntó por la antena ¡ahí se aclaró el misterio! Entramos a la onda de subir al techo, a mover la antena descuadrada por el viento a los gritos de: ¿ahí? -,no, un poquito a la izquierda; ¿ahí? –no, otro poquito más, ¡Ahí! , ¡Ahí!
¿Y los medios de transporte en esos años? Los jeep Willis y los buses escalera, popularizados ahora como chivas rumberas. Aún se usan los jeeps en estas vías terciarias, ¡imagínense como serían de necesarios estos vehículos en los pantaneros de hace 50 o 60 años atrás! En esos tiempos había menos carros que en la actualidad y las relaciones con los conductores y ayudantes eran más personales, los conductores eran amigos de sus comunidades de usuarios (como puede suceder hoy por hoy con usuarios y clientes de Uber, por ejemplo), y a veces se acudía a ellos para hacer compras, favores o mandados, que hacían cumplidamente y con agrado; cuando yo quería pasear donde mis abuelos y no tenía pasaje, le decía al ayudante del bus, quién me hacía esperar fuera de la oficina, porque sin comprar tiquete no podía abordar el vehículo; cuando el bus escalera regresaba a Pereira por la tarde, mi abuelo pagaba el pasaje en efectivo o con plátanos y yucas; no era raro que a los conductores les encargaran concentrados o medicinas para los animales de la finca y, hasta el chofer de la tierra fría, cuando mi esposa y mis cuñadas eran menores de edad les traía ropa interior por encargo de mi suegra, como tenía hijas de esas mismas edades, el chofer sabía comprar esos artículos.
¿Y el tren? Eran los finales de los años 60, cuando no teníamos clases los lunes en la tarde, montábamos en el tren de 4 p.m. con destino a Armenia hasta la Estación Nacederos; desde 1959 no había tren entre Pereira y Manizales.
En esa época Pereira era un villorrio, según una propaganda radial: “Pereira la ciudad de las 250,000 sonrisas”, como el dueño de la empresa Líneas Pereiranas que viajaba Pereira – Marsella y viceversa era Dionisio Rincón, un prostático corredor de automovilismo, famoso por su mal genio, jocosamente, algunos que oían la frase, la terminaban diciendo: “menos la de Dionisio Rincón”.



Me hizo recordar mis años de juventud,disfrutaba mucho ver pasar la vuelta a Colombia,un excelente artículo ,con los nombres de los protagonistas de la época que ya había olvidado,de los cuales aprendí el amor por la bici que practique muchos años.
muy buen documental, solo una aclaracion, cuando se dice hace es PASADO el atras sobra
Mil gracias por su generoso comentario, fuimos un territorio de fútbol y ciclismo, ¿Dónde quedaron los dirigentes deportivos!, Algo especial tiene Cúcuta , de allá salen tenistas y gimnastas olimpicos de altos kilates. ¿ Será que no hay talentos de esos por aquí?, Faltan dirigentes y entrenadores amantes del deporte y la juventud, no del billete y de la notoriedad fugaz.mil bendiciones.
Maravillosa crónica de los tiempos heróicos del ciclismo con tintes de nostalgia en su recorrido histórico por la segunda mitad del siglo que nos vio nacer.
Germán: Mil gracias por sus gentiles palabras, me alegra y agradezco que lea mis escritos, mil saludos y bendiciones.
Super Danilo! Eres un columnista la berraquera y media! Un abrazote super grande!