Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadTintología  

Tintología  

      Antaño no existía nada como iniciar la mañana alrededor de una mesa de café, saboreando el exquisito chisme municipal mientras terminan de llegar los contertulios: en una mesa alardea sobre negocios «María Bonita», padre de Álvaro Ramírez Gonzáles, el mejor conseguidor de plata de su generación. En otra, intercambian opiniones sobre textiles miembros de la familia Chufi; mientras en seguida conspiran contra Jaime Salazar Robledo dos viejos zorros conservadores: López Molina y Fabio García que eran maliciosamente escuchados por el abogado-tuerto Pineda.  

      Y esto se reproducía en Polo de Manizales, en «los turcos» de Cali o en La Bastilla de Medellín. Porque ser hombre de café implicaba ser bastante civilizado: pocos tintómanos alcanzaban un estatus que permitía, con el solo manejo de la palabra o del oportuno gracejo, colocar en su lugar al patán o al borrachito inoportuno. Y ya instalados en la sagrada mesa ¿qué hombre de café no aceptaba buenos contrincantes en el sagrado arte de «arreglar el país»?  

      Pues bien: parece que desaparecieron aquellos personajes que ejecutaban el ritual centenario de paladear la exquisita bebida al tiempo que aspiraban a fondo un cigarrillo; y de vez en cuando hasta se permitían palmear, cariñosamente, el «derriere» de alguna pecto-opulenta mesera. Porque nuestros tintólogos eran inigualables:  sabían templar la vida, soportarla, disfrutarla alrededor de esa minúscula taza que siempre contiene un poco de amargura más o menos controlada. Aunque es claro que en bastantes países persiste algo remotamente semejante a nuestra tintología: el café parisino donde no puede faltar la copa de buen vino; las tapas madrileñas, los Pubs londinenses o las barras neoyorkinas de «happy hours» . 

      En un café nuestro además de buen tinto se consumía cierta dosis de anarquía: tal vez por ello bautizaron uno, de la calle 18, con el nombre otorgado por el maestro Valencia a su mejor poema: el Anarkos. ¡Que no daríamos por disfrutar el paso de las horas en compañía de amigos entrañables; ¡y hasta de brillantes advenedizos que se acercaban a nuestras mesas, para tratar de ser admitidos en nuestros exclusivos y tintomaníacos cenáculos!  

AGM/07/11/2023 

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