Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadTodos somos actores. Ni buenos, ni malos. Somos actores.

Todos somos actores. Ni buenos, ni malos. Somos actores.

En 1975, el Maestro Hernando Salcedo Silva, con su famoso Cine Club de Colombia, y que oficiaba en el Auditorio de Radio “Sutatenza”, en un boletín cuya programación para julio y agosto de dicho año que dedicaron a TEATRO EN CINE, escribió lo siguiente:  “Cuando en los comienzos de su historia el cine se acerca tímidamente al teatro, como pidiéndole protección al espectáculo distinguido y artístico, se humilla hasta servirle solo de espejo a su altivo pariente, pues solo copia lo que ve en escena. Hasta los 1915 más o menos, un consuetudinario espectador de teatro se ofendía porque alguien lo invitara a una “función cinematográfica” o “función de cinematógrafo” como le decían, ya que era necesario establecer DISTANCIA entre el venerable teatro y esa atracción de feria llamada cine” ….

…………….

“El actor natural no es un actor, es una persona que lleva toda su vida a cuestas en un morral, con todos sus recuerdos, aunque no los saque ni nadie los note”. Este breve extracto de una entrevista a Víctor Gaviria, quien se ha convertido en un referente del cine contemporáneo y quien ha sido premiado repetidamente por su aporte a lo largo de su carrera a la cinematografía colombiana y latinoamericana, resume parte del rol de los actores naturales en lo que el mismo llama el “Cine de Realidad”.  (Taller de Bolsillo de 3 sesiones). Este escritor, poeta y Cineasta, guía a los participantes en esta “metodología” en donde el guion, el trabajo con actores naturales y la puesta en escena están íntimamente relacionados. El hilo conductor de sus talleres está dado por la experiencia y producción cinematográfica de Gaviria, en un recorrido que profundiza en conceptos tan relevantes como el diálogo, la improvisación o la humanización de los detalles.

CASTING

Casting en cine, televisión, teatro, etc., es el proceso de selección del reparto o elenco de una película o de los participantes en un espectáculo (actores, modelos, presentadores, entre otros cargos similares). Habitualmente, en esta selección todos los candidatos para un trabajo han de interpretar un mismo papel propuesto por los seleccionadores, lo que permite hacer comparaciones y elegir al intérprete más apropiado. La palabra adecuada y empleada para describir el proceso de selección de los actores para una obra es audición. ​

Es aquí donde una persona seleccionada entre un grupo de personas, deberá contratarse después de un riguroso examen, para representar en una película o en un espectáculo determinado, a otra persona.

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Después de leer la definición que la Real Academia de la Lengua puso a circular en todos los portales del español en el mundo, de la palabra Actor, que dice: “Un actor (en femenino, actriz), es una persona que interpreta una acción, ya sea mediante improvisación o basándose en textos (obra de un autor o creados a través de improvisaciones individuales y colectivas).

“El actor construye su trabajo utilizando la voz, la mímica y otros recursos corporales y emocionales con el fin de transmitir al espectador el conjunto de ideas y acciones propuestas. Puede asimismo usar recursos técnicos u objetos como manipular títeres, o interpretar sobre la imagen o la voz de los demás. Combinando su ocupación con el director y el resto de los profesionales participantes en la obra, y apoyado en estímulos visuales o sonoros, actúa en lugares donde se representan espectáculos públicos a través de las representaciones”, llegué a la conclusión de que, todos somos actores en la vida real, hasta los actores de teatro, cine y televisión,  pues todos, tanto a los que son profesionales en este ramo y que hasta les pagan por ello y los que no, que nunca nos cancelan un céntimo por lo que hacemos en la escena de la vida, cotidianamente y de manera impecable, lo somos. Somos actores.

Luego de leer y releer dicha definición, tan científica, tan concreta, tan clara, tan intelectual y profunda, cerré los ojos y me puse a pensar en lo que todos los mortales hacemos cotidianamente, independientemente de nuestro papel asignado por quien nos creó, o jugando un día, le dio por hacernos y que nos puso a “disvariar” por este mundo. Y obvio, hasta en aquellos en los que se han tomado en serio ese papel, que creen que son diferentes a los que no ostentamos ese título por mandato de alguna Academia o Universidad o Escuela.

Risas más, risas menos, me daban esas letras aparecidas en la pantalla de mi computador, cuando los científicos de las palabras, continuaban haciendo una sofisticada clasificación de los mismos, cosa que no quiero ampliar, porque no deseo que experimenten el tedio que sentí en esos largos momentos, porque con estas dos categorías que pongo en consideración, se darán cuenta que tengo razón:

1. Los Profesionales y

2. Los otros, o mejor, los demás, pero la Academia no los pone en los libros que publican así, de manera despectiva, pues los adorna con el remoquete de NATURALES, o no profesionales, o «extras» o «figurantes», y otras cosas de alguna manera más sofisticada. Pero somos los demás, sin percatarse que, en veces, en oportunidades, y en muchísimas más circunstancias, somos mejores que esos que han estudiado, pagando exageradas sumas de dinero en Instituciones Educativas de mucho prestigio, donde convierten a esas eminencias de personas, en “otras personas” que son capaces de representar en una película, en una obra de teatro o en una serie de televisión, a diferentes tipos de personas. (Dándose el caso de otorgársele premios importantes como el Òscar de la Academia, a aquellos que, siendo personas, representan «fielmente» (entre comillas), a diversos tipos de personas.

Raro es el caso por ejemplo de encontrar un actor, por profesional que sea, que, en una representación cualquiera, nos haga olvidar por unos segundos o minutos, que nosotros somos en un recinto, los unos, y ellos allá, en un escenario, los otros.

Volviendo al cuento, esa definición y clasificación es tan sofisticada, que contradice y niega, a la condición de espectador que ellos mismos han determinado como la que es. Y me explico, en una sala, los que están en la pantalla o en un escenario, son los profesionales de la escena, y por eso les pagan y son los que entregan al vulgo, luego, en la calle, en la cotidianidad de la vida, en “la vida real” (como si estando vivos en un teatro, no fuéramos la misma cosa), autógrafos por su valiosa capacidad de representar este o aquel papel y nosotros, los que estamos y frecuentamos las butacas o sillas de la contemplación, no hiciéramos también, una excelente interpretación de un bueno o malo espectador. Puede llegar el día, creo yo, que un director de teatro permita que, en plena representación de una obra, los que están encaramados en el escenario, permita que algún o algunos espectadores suban hacia ellos y logren una foto o un autógrafo, mientras otras escenas se sigan produciendo, uno o dos metros allá.

Y miremos las cosas como verdaderamente debiéramos mirarlas. Todos los que estamos en cualquiera sala del mundo, sentados en cómodas sillas, frente a los que llamamos (según la Academia y/o don Google) excelentes, buenos o regulares actores, porque eso suele suceder,  nos miran como si fuéramos cualquier cosa y no se ponen a pensar jamás,  en que somos también tan buenos actores desempeñando el papel de buenos espectadores, que hasta generalmente los convencemos de ello, pues en la vida real, lo hacemos de manera tan espontánea, perfecta e impecable, que cuando todos los allí escondidos abandonamos la sala, los definidos por la Real Academia como los protagonistas de la historia, con otros atuendos encima, quedan convencidos que son otra cosa diferente de nosotros.

Y finalmente amigos aquí presentes, interesados o no en estas cosas de la vida, tengo para contarles que el año entrante, por esta época  y en esta misma sala, cuando estén mirando el cortometraje en el que los críticos de cine, los y las cineastas invitados e invitadas que amablemente compartieron con los organizadores esta bella y grata experiencia, y los amantes del buen cine en general, se darán cuenta, viéndose en la pantalla en diferentes escenas y momentos del 24 Encuentro Nacional de Críticos y Periodistas de Cine de Pereira que se llevó a cabo en este pequeño pero acogedor teatro, que así estuvieran sentados únicamente, escuchando los trabajos que los expertos que participaron de él, y nos leyeron sus extraordinarios textos sin una tenue música de fondo que ambientara con calidez sus intervenciones, hicieron perfectamente su papel de espectadores de teatro y de cine.

NOTA AL MÁRGEN:

Después de releer este texto que escribí para gozarme el papel que todos representamos en la escena de lo que llaman los sabios LA VIDA REAL, me puse a pensar en esos personajes que asisten a eventos como el nuestro, “vestidos para la ocasión”, que son unos; en los que aprovechan cuando se apagan las luces para besar a la pareja de al lado, convencidos de que nadie los ve ni los oye, que son otros, y en los de más allá, que para mí son extraordinarios actores, pues asistiendo a todos los puntos escritos en el Programa General, que tienen una capacidad extraordinaria para no retener nada en su memoria, pues salen de la sala, a contarle a sus amigos y seres queridos, que participaron de un evento extraordinario, con la desfachatez de decir que fue tanto lo que allí se dijo y se vio, que lamentablemente, no recuerdan nada.

En este preciso momento, nosotros, los que tenemos la fortuna de usar el micrófono desde esta silla y esta pequeña mesa, frente a ustedes, somos, entre comillas, los protagonistas de esta película, perdón, de esta “puesta en escena en vivo”, y ustedes, allí sentados, los espectadores, son los otros, los “extras”, los actores secundarios, los naturales, los figurantes, los que aparentemente no valen mucho, cosa que no creo, pues si no fuera por ustedes, esta PUESTA EN ESCENA no existiría.

Gracias.

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1 COMENTARIO

  1. Es interesante su observación sobre los actores naturales o reales que somos todos.

    Los multiples personajes que interpretámos a diario nos entrena para hacerlo tanto mejor que un actor que ha seguido una formación profesional.
    «Lo natural» ha sido magistralmente utilizado por cineástas fuera de lo común que buscan tratar temas en la pantalla que tocan las estructuras emocionales intimas del ser humano, sin escenas de cascadas ni efectos especiales del cine comercial. Un cine… intimista.
    Los cinéastas nórdicos y alemanes contemporáneos lo saben muy bien aprovechar.

    Cuando tengo una cámara en mis manos siempre encuentro delante a personas que son grandes actores o comediantes que están dispuestos a decir o hacer algo espontáneamente o dirigídos.

    Hay otras (os) que prefieren evitarlos. Evitar actores reales o «ficticios» como Marguerite Duras cuando filmó un camión durante 1h 20m! en 1977 esa es otra opción.

    Siempre me pregunté cual habia sido el objetivo cinematográfico de Marguerite Duras con esa película.
    Personalmente pienso que nosotros como seres humanos no hemos dicho aún nuestra última palabra.

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