PADRE PACHO
Hay una crisis de fe sin precedentes en algunas naciones con tradición católica. ¿Por qué la iglesia católica en algunos países va en detrimento en su participación religiosa? ¿Por qué se dan algunos cambios en algunos fieles que han sido de tradición católica?
La oferta católica, aunque sigue siendo mayoritaria en muchos países latinoamericanos y todavía goza de un estatuto tácito ya no legal, de privilegios, ya no es una Iglesia ni hegemónica ni monopólica, ya que el campo religioso es ahora plural, y sus fronteras simbólico-semánticas ya no son cerradas, con una influencia cruzada sobre todo de los medios virtuales, que constantemente modifican las creencias, los rituales y las diferentes expresiones que tengan algún contenido religioso.
En este nuevo contexto cultural la Iglesia Católica tiene como contendientes en la hegemonía religiosa y moral no solamente las llamadas iglesias “disidentes” o protestantes, o la cultura liberal, anticlerical, anarquista y marxista, surgen en el campo religioso, las Iglesias evangélicas y de origen independiente y en el campo cultural, a las poderosas influencias de las culturas seculares, neomágicas y de espiritualidad sincrética.
Qué factores han influido para que el catolicismo haya ido perdiendo la influencia y el poder en nuestro contexto social: lo primero la nueva economía capitalista globalizada, quien promueve la cultura del consumo, contraria a los principios de la fe; un segundo factor son las transformaciones en el campo educacional, donde se han elevado y pluralizado las ofertas escolares; una gran influencia de los medios masivos de comunicación que crean campañas de desprestigio contra algunos escándalos institucionales; otro factor es la emergencia intercultural con nuevos movimientos sociales, en especial el movimiento indígena, que procura presentar a la iglesia como emancipadora de su cultura; un cansancio y apatía en los procesos pastorales que en algunos casos se desligan de las propuestas de fe con el estilo de vida que viven algunos que suelen denominarse creyentes; la falta de profetas que conviertan su anuncio en una denuncia, frente a la inequidad que viven nuestras naciones.
Sin pretender ser sistemáticos ni exhaustivos, algunas tendencias que han incrementado el pluralismo religioso y cultural latino tienen que ver con la liberalización del comercio y la mayor movilidad de bienes y servicios de las personas, una cultura del consumo que lleva a estilos de vida, signos y mensajes diversos y múltiples que favorecen el pluralismo de las expresiones religiosas. Las reformas educativas, la pluralización y privatización de las escuelas han facilitado la penetración de diversas confesiones y alternativas no confesionales en el campo educativo. La economía de la información y la cultura digital han ampliado la gama de oportunidades de interactuar y comunicar signos, símbolos y estilos más allá del control eclesiástico y de los agentes religiosos especializados. La nueva economía basada en el pragmatismo, el consumismo y el individualismo desacralizando y relativizando diferentes ámbitos de la vida, llevan a las nuevas generaciones a una resistencia que contradicen, las iglesias instituidas, frente a nuevas espiritualidades neosotéricas, que llaman la atención porque recogen todas las nuevas formas de espiritualidad, donde cada quien las vive sin que se tenga ningún vinculo y corresponsabilidad institucional. Los medios de comunicación tienen una mayor oferta, frente a una sociedad global, en la difusión de nuevas formas de espiritualidad posmoderna como la New Age y la penetración de corrientes esotéricas, tan llamativos en los medios de comunicación. La democratización y liberalización de la cultura, con menos censura, mayor tolerancia, con propuestas como el libre desarrollo de la personalidad, la propia autonomía, posibilitan la mayor aceptación de mensajes, creencias y rituales heterodoxos y una cierta desconfianza por los fenómenos religiosos institucionalizados. La interculturalidad ha incrementado una cultura plural, llevando a la emancipación de las etnias indígenas, donde se deben respetar las distintas manifestaciones religiosas y de espiritualidad, como el estilo de gobierno y justicia que cada grupo indígena establece dentro de sus cabildos.
Padre Pacho
Padre Pacho, qué esfuerzo tan grande para explicar un declive que aunque leve aún, tiene que ver con aspectos que no resultan fáciles de abordar desde la misma iglesia, por el descrédito que ella misma se ha dado a través de los siglos hasta la modernidad. Al final hay que entender que la iglesia como organización es de humanos con todo lo que eso implica; la iglesia como expresión social se transforma y aunque el cristianismo sigue siendo una institución fuerte y le auguro larga vida, es claro que los caminos espirituales cada vez se orientan más al fuero individual de las personas. Reconocer el simbolismo y el carácter alegórico de la religión, de sus protagonistas y de sus enseñanzas, como instrumento de fe y de fuerza espiritual es muy valioso y por ello las autoridades eclesiásticas no le pueden tener miedo a que los feligreses tengan una confesión más consciente menos literal, con los ojos y la mente más abiertos. La vida y la muerte seguirán siendo un misterio y el cristianismo y el catolicismo, como una de sus especies, seguirá siendo una opción para recorrer la senda espiritual, ojalá de una manera más transparente separando las verdades históricas de la humanidad y de la ciencia, de las verdades sobre Dios, que cada quien debe ir descubriendo en su propio corazón, con la ayuda de guías más ilustrados como usted padre. El terreno más complejo que usted ha abordado en su análisis es el que tiene que ver con la autonomía de los pueblos indígenas reconociéndoles el derecho de vivir dentro de su propia cosmología e idiosincrasia; pero me encantaría poder tomarme un café con usted y especular sobre cómo hubiera sido nuestro presente si esa libertad se hubiera respetado hace 500 años. Un abrazo Padre, le mando mis bendiciones y espero las suyas.
Apreciado padre Pacho: después de haber leído su maravillosa columna, he llegado a la conclusión que en tiempos de pandemia los sacerdotes deben buscar su rebaño tal como lo hacen los artistas, saliendo a la calle, recorriendo los barrios, tocando las puertas y predicando la palabra con un altavoz desde las esquinas. Un poco de humildad como lo enseñó Jesucristo para ser pescadores de hombres.