Por: Ferley Henao Ospina
Eran tiempos en los que la palabra se escuchaba con respeto, se pronunciaba con pulcritud, se contestaba con altura y el Concejo de Pereira vibraba de emoción.
Este pueblo, de un civismo contagioso, liderado por personajes que se expresaban de forma fascinante, acudía a las graderías en la parte alta del cabildo, cuya sede era el último piso del palacio de gobierno.
Como no era dinero lo que estos titanes buscaban al hablar, sus espíritus transmitían amor patrio y civismo a lo largo de toda su oratoria.
Ese es el escenario donde, en los años sesenta, Neftalí Henao Echeverri exponía elevados argumentos para que Pereira fuera una ciudad mejor y sacaba a relucir desde los más sustentados razonamientos técnicos hasta las más claras expresiones deliberativas.
En esa época no sufríamos aún la conspiración de las mafias por los recursos naturales y a nadie se le podría haber ocurrido que algún momento estaríamos expuestos a tener que defender el agua, los bosques, los graduales, las quebradas. La maldad todavía no tomaba asiento en esta villa de Cañarte.
Siendo muy joven, Neftalí formó parte del primer comité nacional integrado por Jorge Eliecer Gaitán, dando así los primeros pasos en política, poco después el líder caía inmolado y Colombia se sumió en una estela de horror, en una inmensa tragedia, pero sus ideales siguieron y siguen siendo inspiración.
A comienzos de los sesenta, Neftalí Henao fundó Alianza Nacional Popular ANAPO en Pereira y recorrió todo el “viejo Caldas” llevando este nuevo mensaje de esperanza.
Para esta nota, le pregunté a mi viejo amigo Néstor Cardona, quien conoció a mi papá cuando estábamos en el pleno de nuestra juventud, cómo definiría a Neftalí Henao e inmediatamente escribió lo siguiente:
“Una figura frágil, de recia voluntad y magistral elocuencia. Una voz inconforme y sincera. Una entidad política al servicio de los desposeídos. Un luchador de todas las horas, sin entregas ni claudicaciones”.
Hoy 15 de agosto estaría cumpliendo 100 años, pero se fue muy pronto. Tenía apenas 57 años cuando fue llamado a continuar en arcano y recóndito lugar de la inmensidad universal.
El Concejo Municipal de Pereira, en resolución del 17 de julio de 1978, relacionada con la muerte de mi padre, dice:
“Que el señor Henao Echeverry formó parte de la corporación como miembro principal distinguiéndose durante su ejercicio por la defensa del pueblo y sus intereses y por el progreso de la urbe pereirana, en todos los órdenes”.
“Que fue Diputado a las Asambleas de Caldas y Risaralda y Representante a la Cámara, posiciones desde las cuales descolló por su oratoria y desvelado afán de servicio a las clases desprotegidas”.
Recuerdo el debate sobre la primera ampliación del aeropuerto Matecaña. Mi papá se opuso firmemente y aunque fue el único voto negativo, dejó claramente establecido que no era una buena decisión.
Por bien que se haga el relleno, la compactación y el afirmado nunca dejará de ser eso, un relleno expuesto a los riesgos que ello implica y que establece una limitación, habrá un punto en el que no será viable técnica ni económicamente porque se extendería el costo y la complejidad en proyección geométrica. Para entonces posiblemente no se dispondría de las tierras apropiadas.
Pero había que tener claro también que la ubicación de Matecaña no era, ya en ese momento, la más adecuada porque constreñía el desarrollo de la ciudad limitando la estatura de los proyectos arquitectónicos.
Con una visión de futuro increíble, planteó que debía considerarse la construcción de un nuevo aeropuerto en Cerritos donde se daban condiciones meteorológicas y climatológicas adecuadas y posteriormente urbanizar los predios de Matecaña.
La ubicación en Cerritos era la solución más eficiente para toda la región y se convertía también en una decisión estratégica porque estar allí, en las goteras de Cartago, constituía la “barrera de entrada” para potenciales proyectos aeroportuarios en el Norte del Valle.
Curiosamente, ese concepto de la “barrera de entrada” es precisamente lo que fundamenta, 15 años después, Michael Porter, como una de las fuerzas de la competencia en su obra “Estrategia Competitiva” publicado en 1980.
Eso hacían nuestros políticos de antes. ¿Cuándo volveremos a tenerlos? ¡Cuándo aprendamos a votar!
Excelente
De tal padre tal hijo.