Un nudo gordiano

La situación que se vive en la Universidad Tecnológica de Pereira es como traída de los cabellos. No imaginaron quienes construyeron el nuevo marco para la elección del rector que pudiera darse la situación actual. Un galimatías increíble. Desde hace varias décadas se viene gestando en el universo educativo universitario un proceso de independencia con el que se pretende blindar a las instituciones públicas de educación superior de la injerencia indebida de los políticos en sus asuntos administrativos. Una intención sana pero quizás ingenua. Situación similar se vive al interior de las cámaras de comercio o con las cajas de compensación familiar. O, mejor dicho, con todas aquellas instituciones que administran recursos públicos. Es precisamente esa circunstancia la que permea cada caso y es casi imposible evitar que la política se inmiscuya; ella es como un virus que termina colándose por todas partes.

En la UTP se inició el proceso de selección del rector bajo un nuevo marco jurídico diseñado de tal manera que se mantuviera la decisión final en manos del Consejo Directivo. Éste, de manera autónoma, deberá escoger a quien llevará las riendas de la universidad por un término de cuatro años, pero a partir de una terna que conforma el conglomerado universitario mediante un proceso democrático. A directivos, docentes, exalumnos y alumnos se les permite escoger los tres nombres que entrarán en la contienda.

Una vez seleccionadas las tres personas sobre las cuales habrá de recaer el análisis, estudio y proceso de elección, se inicia una campaña electoral. Según las reglas estatutarias quien obtenga seis de los nueve votos del Consejo Directivo, será el elegido. Como en toda misión se fabrican estrategias y discursos, se esgrimen argumentos y razones y se prometen cambios de rumbo, inversiones y otras propuestas que alimentan el debate. Algunos mostrándose cándidos apelan al número de votos obtenidos por cada uno de los candidatos en el proceso de selección de la terna, argumento tendencioso y manipulador. A la instancia final no le llega un resultado electoral sino tres hojas de vida para que en su sabiduría escojan al que consideren conveniente. Otros apelan a cifras y resultados.

Lo que si resulta inaceptable para la pereiranidad es el uso de la fuerza y la violencia para presionar un resultado rápido por parte del Consejo Directivo. Hemos visto con tristeza como los pasillos y recintos de la universidad han sido agredidos salvajemente. Un patrimonio público que nos pertenece a todos y que es embestido sin lástima. ¿Sabían ustedes que los costos de reparación de los daños que se han causado en los disturbios de la UTP en los últimos dos años se aproximan a los quinientos millones de pesos?

El primer culpable de lo que sucede en la UTP es el mismo gobierno nacional. Han intentado politizar la decisión entre «izquierdas» y «derechas», hoguera atizada por la ministra del trabajo que viene a nuestra ciudad para hacerle lobby al proceso y a tratar de presionar y convencer a alguno de los miembros del Consejo para que se muevan en alguna dirección. La situación se torna tan compleja y sorprendente que uno de los votantes (miembro del Consejo), ante las circunstancias cambió su posición, pero en contravía de las intenciones del gobierno centralista. Se calientan los ánimos y aparecen encapuchados (uniformados con prendas de grupos guerrilleros) gritando arengas revolucionarias y amenazando con parar las actividades académicas.

Dos de los miembros del Consejo son nuevos, llegaron recientemente a esta instancia nombrados por el actual gobierno nacional y en su representación. Y esto no tendría nada de raro si no fuera porque ambos son foráneos y nunca han tenido relación alguna con la vida administrativa y educativa de esta universidad.

Si el nudo no se destraba solito, habrá que destrabarlo desde afuera. Pero sin violencia. ¿Qué opinan el alcalde y el gobernador?