Por ADRIANA VALLEJO DE LA PAVA
Desde que el municipio, a través de la Secretaría de Infraestructura, asumió la responsabilidad de prestar el servicio de alumbrado público se retrocedió en la calidad de la prestación del mismo. Anualmente se realizan procesos licitatorios que no han sido eficientes por la congestión que tiene la Secretaría de Infraestructura y en general el sector central del municipio. Muchos procesos son importantes, pero deben pasar por las mismas y pocas manos para ser revisados y cumplir con los largos tiempos legales y con la absurda restricción de hacer contratos cuya vigencia no puede superar el 31 de diciembre.
En los encuentros ciudadanos de seguridad que realizaba la Secretaria de Gobierno y la Policía Nacional, en la anterior administración municipal, en los barrios y en las veredas del municipio, era reiterada la queja de la comunidad por la falta de iluminación en las calles y en los parques, lo cual impacta negativamente la percepción de seguridad. Esto ocurría en los momentos en que no había ninguna empresa contratada para prestar el servicio de alumbrado público.
Un esquema diferente y más eficiente para el alumbrado de la ciudad es necesario. Una alternativa dentro del congestionado sector central es muy difícil que funcione, así se cuente con el mejor gerente de alumbrado público, que sólo sería un contratista por prestación de servicios que no puede decidir ni firmar nada.
La evidente necesidad de un cambio no justifica cualquier alternativa y mucho menos si le falta soporte, rigurosidad y participación ciudadana como lo señaló el Comité Intergremial de Risaralda sobre el proyecto de acuerdo por medio del cual el Alcalde buscaba constituir una empresa de servicios públicos domiciliarios mixta, por acciones, de iluminación, servicios energéticos y tecnológicos.
La controversia fue necesaria. El Concejo Municipal no le dio trámite al proyecto de acuerdo en las sesiones extraordinarias y se espera que el Alcalde acepte la invitación a revisar con el sector privado y la academia diferentes alternativas, que reconozcan la institucionalidad existente y que sean las más convenientes, no sólo para modernizar el sistema de alumbrado de la ciudad, sino también para aplicar las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) al desarrollo de sectores estratégicos, al tiempo que se garantice un desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida.
En juego entró otro activo con este debate, la confianza. No se debe perder por no escuchar las voces ciudadanas.