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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadUna virtud interior

Una virtud interior

 

Nicómaco, un joven estudiante con grandes aspiraciones políticas, se encontraba en un momento de profunda confusión. Su deseo de ser un líder que inspirara a otros y guiara a su pueblo hacia un futuro mejor chocaba con la dura realidad que observaba a su alrededor. Veía cómo muchos hombres en el poder obtenían éxito no por su virtud, sino a través de la corrupción, la manipulación y la injusticia. En su mente, una pregunta lo atormentaba: ¿Es posible ser justo en un mundo tan lleno de injusticia?

Con el corazón lleno de dudas, Nicómaco decidió buscar consejo en uno de los más grandes sabios de su tiempo, el filósofo Platón. Se acercó a él con la angustia reflejada en sus ojos y, sin poder contenerse, le preguntó: «Maestro Platón, veo a los poderosos haciendo lo que les place, tomando decisiones injustas sin recibir castigo. ¿Vale la pena luchar por la justicia cuando parece que la injusticia trae más beneficios?»

Platón, con su mirada serena y profunda, escuchó atentamente las palabras de Nicómaco. Tras un breve silencio, que parecía contener en sí mismo la sabiduría de los siglos, respondió: «En mi diálogo La República, exploro precisamente esta cuestión. La justicia no es simplemente un valor externo, ni una mera regla social impuesta por la ley. Es, ante todo, una virtud interior, una cualidad esencial que forma parte de un alma bien ordenada. Un hombre justo es aquel cuyas acciones, pensamientos y deseos están en armonía con la verdad y la virtud.

Por el contrario, la injusticia implica un desorden en el alma. Cuando una persona actúa injustamente, permite que los deseos irracionales o el espíritu desenfrenado dominen la razón. Esto genera un estado de discordia interior, donde las diferentes partes del alma están en conflicto. Aunque externamente estas personas puedan parecer exitosas, están en constante batalla interna, y este desorden lleva inevitablemente a una forma de sufrimiento.

Platón argumenta que la injusticia corrompe el alma porque rompe la unidad y la armonía que son esenciales para el bienestar humano. Una vida injusta puede traer placeres momentáneos o ganancias materiales, pero a largo plazo, destruye la paz interior y lleva a la miseria. La batalla interna a la que Platón se refiere es la lucha entre la naturaleza racional del ser humano y los impulsos irracionales que, cuando no están controlados, llevan al caos interno y, finalmente, a la autodestrucción.

Platón concluye que esta guerra interior es una batalla que los injustos no pueden ganar. Porque, a diferencia de las guerras externas, que pueden tener un vencedor y un vencido, la guerra dentro del alma de una persona injusta está destinada a perpetuarse mientras persista la injusticia. No hay escape de este conflicto interno hasta que la persona reordene su vida conforme a la justicia.

 

Padre Pacho

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