No hay en Colombia una afición más estoica y sufrida que la del Deportivo Pereira. Para soportar esta afirmación debo recordar que somos una de las hinchadas más antiguas del país, nacida con nuestro equipo de fútbol en 1944, pero que solo se asomó al campeonato profesional colombiano en 1949 cuando terminamos en el último lugar. Sí señores, así como lo leen, fuimos los coleros en el primer torneo que jugamos. Ahí empezó el sufrimiento histórico que permanece insertado en las fibras más íntimas de la pereiranidad atado a viejas maldiciones como la del «garabato» que tuvo al América de Cali por 31 años sin conquistar un título o la del cura antioqueño que tuvo a Millonarios 24 años en las mismas circunstancias. El «pereirita del alma» lleva más de setenta años intentando ser al menos subcampeón colombiano y tampoco eso hemos podido.
Los hinchas de mi generación debemos consolarnos con nostálgicas evocaciones como la del maestro César López Fretes quien había jugado en el cuadro matecaña en 1951 y fue su entrenador en 1965, 1966 y 1967. Fuimos en aquella época verdaderos protagonistas del fútbol profesional colombiano y ocupamos el cuarto puesto en el primer año, el tercero en el 66 y de nuevo el cuarto en el año siguiente. Daba gusto ir al Mora Mora, el viejo estadio de Libaré, donde éramos casi invencibles. El equipo era propiedad de la administración municipal y tenía una historia construida sobre sangre guaraní iniciada por Ángel Chávez y Casimiro Ávalos en los tres lustros anteriores. Recuerdo algunos jugadores de aquellos años gloriosos: Víctor González, quizás el mejor portero del Pereira en toda la historia, Manjarrés, Bobadilla, Vega y Mesa en la defensa, Claudio Lezcano y Doldán en el medio y Escobar, Padilla, Toño Rada y Benicio Ferreira en la delantera. Quizás ningún otro equipo colombiano haya tenido tres temporadas seguidas en lo alto de la tabla.
Estas son algunas estadísticas de una afición adolorida que ha soñado por décadas y sin éxito alcanzar un esquivo título. «Chila» y el padre Valencia, los dos hinchas más reconocidos, se murieron esperándolo. Conformes estaríamos si al menos hubiésemos logrado una participación en la Copa Libertadores de América, pero la verdad es que para enfrentarnos con equipos de otros países tuvimos que invitarlos a partidos amistosos como aquel con el que inauguramos el estadio Hernán Ramírez Villegas en los albores de la década del 70.
«No hay mal que dure cien años» pensamos los hinchas y estamos plenos de felicidad porque sabemos que tenemos al frente otro momento histórico. ¿Cómo no emocionarnos? El deportivo Pereira jugará este mes una final del futbol profesional colombiano en la máxima categoría y en diciembre los cuadrangulares finales del torneo más importante. ¡Ya eso es historia! No es para resignarnos, pero es bueno advertir que en medio de una enorme crisis institucional y con una plantilla «económica» y reducida pero conformada por unos muchachos ansiosos de gloria, aguerridos y sin miedo hemos llegado muy lejos. Somos centro de atención en Colombia. Todos hablan del «depor». No solo ganamos, también jugamos bonito, de frente y sin amilanarnos. Derrotamos a los más grandes del fútbol colombiano y hemos hecho de nuestro estadio un fortín en el que es difícil que nos ganen. Eso ya es leyenda que queda grabada en nuestros recuerdos para siempre. Gracias muchachos. Todo lo que logren de aquí a fin de año será una «ñapa» que disfrutaremos hasta el éxtasis. No soy «Lobo Sur» pero también rujo de alegría. ¡Vamos con toda!



Hernesto ;
Esto está muy duro,mis dos amores juganose la tunica a los dados o a los goles, de todos modos saldré perdiendo
Un abrazo,
Que gane el depor
Eduardo Villegas
Que alegría me da ver a su hinchada feliz. Que no solo celebra porque va bien el equipo, que disfruta cada partido ganado como si se acabara el campeonato.
Me encanta ver a sus fieles seguidores más contentos que niño con juguete nuevo.
Que lo disfruten todos… porque viene lo mejor😍♥️💛.
No sé qué me pone más feliz: si ver que nuestro querido equipo puede ser campeón, o la alegría en el corazón de mi hijo quién aprendió el amor por el equipo de su ciudad. Porque esto es eso, amor.
Buenísimo tu escrito, gracias!