CONTRACRÍTICA: Con Humor, Amor y… Ardor
Por Carlos Alberto Cardona Montoya
La noticia llegó así, como cuando llegó el coronavirus, en silencio, pisando duro y causando estupor en la población. Esa noche el señor alcalde de Pereira advirtió la gravedad de la situación económica del municipio y sin tragar saliva, con los ojos llenos de lágrimas, dijo pausadamente, casi en susurro, que había que venderlo todo.
Así, con sus manecitas agarradas con sus deditos entrelazados, sin tapabocas, las rodillas le temblaban y con voz entrecortada nos dijo: “Esto es horrible, sinf, no hay nada más qué hacer, vamos poner en venta los activos que no producen, para poder generar empleo”, y entonces sentí un escalofrío horroroso, salí llorando a la calle, claro manteniendo la distancia, y con el bozal, digo, el tapabocas, lleno de mocos, me encontré con los vecinos que gritando de dolor, decían: “No puede ser, no puede ser”, y desafiando al Coronavirus nos abrazamos resignados a lo peor; esa noche había luna llena y hasta me pareció escuchar un lobo aullando en los tejados del barrio.
Creo que sentí lo mismo que sintió aquel fulano viajero que súbitamente regresó a su casa y encontró a su esposa compartiendo una impúdica pose del kamasutra con otro fulano, ambos en la desnudez (Como la imaginación del alcalde), jadeantes en el hermoso sofá que habían comprado con la platica de la emergencia prestada por un banco. Aquel sujeto desconsolado ante tamaña emergencia conyugal, tomó la más drástica de sus decisiones, vendió el sofá.
Juro que no pude evitar evocar situaciones de crisis económica en esta ciudad, que alguna vez brilló en Colombia por la inmensa imaginación de sus líderes.- Dice la historia que por allá al final de los años 50, cuando se gestaba el movimiento cívico para segregar éste territorio de la dominación caldense, unos señores guiados por Don Gonzalo Vallejo, Camilo Mejía Duque y otros que eran más avispaos que los de hoy, escucharon el temor de los pereiranos porque separados de Manizales nos íbamos a morir de hambre; pero no fue así, no morimos de hambre.
Encabezados por Mejía Duque, muchos empresarios de otras partes de Colombia y el mundo, fueron seducidos para generar empresas en Pereira, y la ciudad llegó a ser líder nacional en manufacturas, textiles, calzado, paños, hilos, un comercio dinámico, intenso y, con base en actividades comunitarias, sedujeron a los ciudadanos para hacer crecer la ciudad; así, con el mugre de las uñas, entre todos, construimos un Hospital, un aeropuerto, una villa olímpica, Instalamos la primera planta telefónica automática de Suramérica; se invirtieron recursos en empresas de economía mixta, a punta de civismo e imaginación, llevamos esta ciudad a los primeros lugares de competitividad en el país, Pereira toda era una empresa en movimiento; Nos sentíamos orgullosos de nuestros líderes, godos y liberales, ellos trabajaban para que a la ciudad le fuera bien, porque así, a los ciudadanos nos iba bien.
Un ejemplo simple, es el caso de una oficinita que se llamada Fomento y turismo, en el gobierno de Juan Guillermo Ángel, y que en manos de Diego Cataño, profesor y marionetero, se convirtió, con imaginación, en una joya política, económica y social. Convirtió ese rincón en una empresa de espectáculos como la feria de Manizales, la feria de las flores o el carnaval de Barranquilla, Los asesores de los alcaldes siguientes orientaron el desmadre.- Afortunadamente los asesores del alcalde hoy, no son médicos, porque nos podrían proponer la vacuna para coronavirus, en supositorios.
En los cuentos que tengo reservados para mis nietos encontré éste: En un reino muy lejano, el rey halló que su castillo carecía de los lujos que tenían los castillos vecinos, los asesores le dijeron que no había dinero para comprar muebles y decorados y por lo tanto había que vender los predios de su feudo; como el castillo era inmenso, fue necesario vender más y más predios.- Un día el rey vecino le declaró la guerra y cuando fueron a cercar el castillo se dieron cuenta que el único predio que tenían disponible era el lote en el que estaba levantado el Castillo; interrogados los asesores por el Rey, éstos dijeron, “Es que ya vendimos todo, No hay nada qué hacer” “Si hubiésemos fomentado los decorados en las gentes del reino, no habríamos vendido nada y nos podríamos defender”. Recórcholis, dijo el Rey, “Y por qué no pensaron en eso cuando empezamos”, “pues porque su majestad se cree lo que no es, hace lo que no puede y escucha al que no debe.” La imaginación se parece a la realidad o ¿Es al contrario?
Mi desolación no es porque vendan los activos; me acongoja es la pobreza de imaginación para resolver ésta crisis, como cuando Jairo Arango creó las redes de mercados campesinos, se inventó una emisora cultural, y modernizó las empresas públicas, o juan Manuel, que se inventó la pignoración de la sobretasa a la gasolina por 20 años, o Marta Elena, que se atrevió a formular los bazares populares. Dios mío, ¿Cuánto darán por el río Consota? Que no produce nada.
Tengo que invocar y pedir perdón al poeta antioqueño León de Greiff; incurro en la herejía de parafrasear un poco su irónica disyuntiva: “Juego mi vida, cambio mi vida, de todas maneras la llevo perdida..“; por : “Vendo a Pereira, Cambio a Pereira, de todas maneras ya estaba vendida.- Y la juego ó la cambio por el más infantil espejismo, la dono en usufructo o la regalo, de todas maneras estaba perdida.- Vendo a Pereira juego a Pereira, contra uno o contra todos, La juego contra cero o contra el infinito, la cambio por un grito, por un kikiriki destemplado, por un tamal con votos, por una llorada, por una jirafa enferma, por una rata elegante, por un bostezo, por un asterisco o por la nada. Vendo a Pereira, cambio a Pereira, de todas maneras, ya estaba vendida”. ¡Plop!
Oye, pero que tío este, escribe como la mamá negra, con veneno que parece dulce