Por: Julián Muñoz Lenis
Para llegar hasta el colegio Etnoeducativo Embera Chamí, sede Marruecos, en Pueblo Rico, el profesor Walter Saen Palacios Ramírez debe caminar cerca de dos horas entre la vereda indígena Dokabú, hasta Marruecos, por un camino de trocha.
La sede tiene 76 estudiantes indígenas que gracias a la Gobernación de Risaralda “Sentimiento de Todos” a través de la Secretaría de Educación Departamental, reciben una educación acorde a sus costumbres.
Walter es licenciado en biología y química y desde que llegó a dicha comunidad hace cuatro años, ha implementado diferentes estrategias pedagógicas buscando cambiar el modelo de enseñanza tradicional, vinculando a los estudiantes y la misma comunidad.
Es así como lideró la construcción de unos instrumentos musicales con materiales reciclables para crear la banda músico marcial de Marruecos y utilizarlos como herramienta pedagógica, al igual que las artesanías.
“En las clases de biología, inglés y matemáticas empecé a usar los instrumentos musicales porque eso genera estados emocionales más fuertes, y también con las chaquiras empezaron a elaborar las figuras del cuerpo humano, la tabla periódica, el sistema digestivo, urinario, el cerebro. De esta forma ellos (los Embera) van recuperando su cultura porque la mayoría no sabían tejer”, relata Walter.
Pero su capacidad de invención no para allí. Realizó un programa especial para que los estudiantes embera pudieran chatear sin consumir datos con sus tablets, de manera interna, y vivieran así esa experiencia, ya que muchos no tienen conectividad.
También creó una batería que funciona con agua, sal y algunos metales como aluminio y monedas para darle energía a los bombillos de la comunidad, ya que en esa zona se va mucho la luz.
Y como parte de su estrategia pedagógica, diseñó hace poco un tablero 3D, que se puede manipular con las manos, y cambia la forma de la enseñanza tradicional.
“Los indígenas aprenden más con la parte quinestésica, con las manos, ellos usan más eso, el tacto, más allá de la vista y el oído y con ello complementan su proceso de aprendizaje”, dice el ‘profe’ Walter.
Debido a la pandemia, los talleres de trabajo se los envía a otro de sus compañeros docentes que vive dentro de la comunidad para que los entregue a los estudiantes, y les pide fotografías y videos como evidencia.
Su aporte a la educación le ha permitido participar en diferentes concursos municipales, departamentales y hasta nacionales, recibiendo el reconocimiento y la admiración.
Walter es un docente que transforma vidas y como se dice en el fútbol, un «crack» de la educación.
Más de su historia en el siguiente video de El Opinadero TV:
(Con información de la Gobernación de Risaralda-Secretaría de Educación Departamental)
Gran trabajo periodístico de Julián Muñoz Lenis, merece todo mi reconocimiento por haber encontrado una historia digna de contar y compartir, la de un héroe real, de carne y hueso, que hace patria con su profesión, enseñando con amor a las comunidades e una etnia olvidada.