Por JUAN NICOLAS GAVIRIA B.
Nacen líderes que marcan generaciones, otros las trascienden. Al final resultan ser un recuerdo en la memoria de algunos; capítulos en los libros de historia y en casos especiales, logran modelar la política nacional y nuestra sociedad.
Recientemente, y en un contexto de polarización que ya parece secular, nos advierten sobre el 22 “ojo con el 22” dice el mensaje del ex presidente Uribe. Un mensaje que resuena, y en términos de redes sociales se vuelve tendencia.
En efecto, las elecciones parlamentarias del 2022 resultan ser un evento al cual debemos prestar atención, serán unas elecciones bastante particulares en lo que a discursos y estrategias respecta. Sin embargo, todas las elecciones y todos los procesos de elección popular deberían ser objeto de profunda atención ciudadana.
Luis Carlos Galán que en paz descanse, pues si viera este zaperco en el que estamos diría “En este momento sí que es claro que la Patria está por encima de los partidos”, y es que así está la cosa. Nada puede ser más grande que la Patria, ni los egos, ni las empresas y menos los partidos; pues sin Patria ya no quedaría nada porqué luchar.
Galán también dijo “Por Colombia, siempre adelante, ni un paso atrás y lo que fuere menester sea”… ¡Lo que fuere menester que sea! Esa última frase me pone los pelos de punta. Esa frase invita a todo, invita a la lucha, a la marcha, al debate, a la construcción colectiva incluso, invita a participar.
Será que era eso lo que buscaba el Galán, ¿invitarnos a participar?, ¿a untarnos de país?. Sin embargo, nos da miedo el escrutinio que implica la vida pública, tememos las represalias que puedan llegar por cuenta de posturas opuestas, o simplemente somos apáticos a todo ese lodazal de lo público y la política, y mejor nos quedamos en la orilla criticando y señalando.
Creo también que el asunto está en que evitamos la confrontación. Tenemos el concepto del debate arraigado a una connotación negativa, y nos dejamos recluir por el miedo; cuando el temor debería ser un motor de cambio y de creatividad.
Pero no es fácil. Tanta corrupción y apatía, exceso de fundamentalismos de lado y lado; un país que se deja matricular en un discurso de extremos y todo por cuenta de un puñado de beligerantes y egocéntricos que solo alegan tener la verdad revelada.
Un escenario bellaco que desanima al más probo de los ciudadanos. Sin embargo, aquí vivimos y es la Patria que tenemos. Una Patria que costó sangre y muertos construir, y que ahora de cuenta de los egos y las ambivalencias conceptuales, se quiere menoscabar, o a lo sumo vulnerar. Y no me malinterpreten, el daño lo ocasionan todos; todos aquellos que anteponen su ira y pasiones al bienestar común.
Una “encrucijada del alma” es lo que muchos tienen al saberse con las condiciones de construir país, pero preferir la comodidad del “burladero”. A todos ellos les digo -y me incluyo-, la Patria no se salva sola, la Patria no la salva un prócer, la Patria la salvamos todos.