En latinoamérica hay grupos de personas que debido a su situación económica o por la realidad política de sus países, hacen todos los esfuerzos posibles para migrar a Estados Unidos en busca del «sueño americano», el que ya no existe.
Algunos datos permiten entender la gravísima situación social que vive hoy el país más rico del mundo. En Estados Unidos, de acuerdo con los datos de la Oficina del Censo, el 14% de las personas mayores de 65 años están en condición de pobreza y el indicador va en aumento.
Estas personas adultas mayores, que han ahorrado para su pensión, reciben entre 1.400 y 1.700 dólares al mes, una cifra, que debido al rápido crecimiento de la inflación, no les alcanza para sufragar sus gastos básicos. La mayor parte de ese dinero se debe destinar al pago de arrendamiento o de la cuota del crédito de vivienda, cuyos intereses se dispararon.
A ello se agrega, como lo han denunciado los grandes medios de comunicación norteamericanos, que la casi totalidad de los ahorros de los adultos, incluyendo sus activos fijos, se destinan a pagar las costosísimas facturas médicas.
Al final la historia se repite para todos estos ancianos: vivir en albergues de caridad o en la calle o en sus autos. Pedir comida en los bancos de alimentos o en restaurantes comunales que regentan organizaciones caritativas, casi siempre religiosas.
La pobreza no solo ataca a esta población vulnerable de ancianos, sino que se extiende, incluso a las familias nativas de Estados Unidos que ganan actualmente menos de 50 mil dólares anuales.
La misma Oficina del Censo, reportó que 37,5 de los 341 millones de habitantes de Estados Unidos viven en la pobreza. Los latinoamericanos que lleguen a ese país en busca de hacer realidad su sueño, muy seguramente, en su gran mayoría, quedarán atrapados en la trampa de la pobreza, de la que no van a poder salir, así trabajen 18 horas diarias.
Para que una familia de cuatro personas, donde laboren dos de ellas, puedan vivir dignamente en Estados Unidos, debe tener ingresos por encima de los 80 mil dólares al año y eso parece poco probable para la mayoría de los migrantes.
La situación social de Estados Unidos ha dado muestra de agravarse, debido a un nivel de inflación que no cede y a las decisiones del gobierno federal y algunas administraciones estatales, que se han dado a la tarea de perseguir inclementemente a los inmigrantes y quitarles a sus propios ciudadanos, las ayudas para salud y alimentación.
Con Trump en el poder, el sueño americano desaparece. Sin duda, es mejor enfrentar la situación social y económica en el propio país, que tenerlo que hacer en un territorio donde las autoridades lo van a perseguir y donde, a pesar de los esfuerzos individuales, la calidad de vida que tendrá que enfrentar, será miserable.


