En este país el humor ha sido siempre una forma implacable de decir lo que no cabe en los discursos solemnes. Antes de que existieran las redes sociales y los memes, ya el ingenio popular sabía poner a los poderosos en su justo sitio, aunque fuera a punta de versos rápidos y carcajadas incómodas.
Con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Simón Bolívar, en 1883, en Bogotá, se reorientó la estatua de El Libertador ubicada en la plaza que lleva su nombre, para que mirara hacia el Capitolio. Esto hizo que quedara dándole la espalda a la residencia y chichería del “indio” Gutiérrez Nieto, comerciante adinerado que había comprado y remodelado una casa (hoy, Palacio de Justicia) frente a la plaza de Bolívar.
El hecho motivó que el poeta Clímaco Soto Borda, ingenioso improvisador y poeta satírico, integrante de la tertulia de la Gruta Simbólica creara los siguientes versos mordaces, que fueron publicados en el periódico La Barra, de aquella época:
Bolívar con disimulo
y sin faltarle al respeto
le volteó tranquilo el culo
al ‘indio’ Gutiérrez Nieto.
Ante la protesta airada de Gutiérrez Nieto por la mofa, el poeta, muy presto, rectificó con un juego de palabras aún más ingenioso:
Bolívar con disipeto
y sin faltarle al remulo
le volteó tranquilo el Nieto
al ‘indio’ Gutiérrez culo.
La historia circula hasta nuestros días, como parte del humor popular bogotano. Un humor y un uso muy ingenioso del lenguaje que contaba con esa picardía y gracia que nos hace pensar en los trovadores contemporáneos.
Anécdotas como estas sobreviven al tiempo porque nos recuerdan que el humor no solo hace reír, sino que también baja humos y sabe poner a cada uno en su lugar.
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* Periodista y corrector de estilo
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Por fin supe de dónde salió la palabra disipeto, que tanto usé cuando joven.