Lo más seguro es que Israel gane la guerra contra Hamás y que de paso se apodere de la franja de Gaza y expulse a los palestinos de su territorio, además de bloquear cualquier posibilidad de que haya un estado Palestino.
Y lo que también está logrando Israel es el odio y el desprecio de la casi totalidad de los ciudadanos del mundo, que afectará de manera directa a los judíos, a la mayoría de manera injusta, porque no están de acuerdo con las acciones del primer ministro Benjamín Netanyahu, perseguido por la justicia internacional acusado de ser un criminal de guerra. que tiene una coalición de partidos políticos de ultraderecha que lideran el mayor genocidio del siglo XXI.
Los ciudadanos judíos están siendo señalados de ser corresponsables políticos del castigo desproporcionado que está infringiendo Israel contra la población civil palestina, matando hasta el momento cerca de 60 mil personas, 15 mil de los cuales son niños y niñas.
Esos ciudadanos no han impedido que su gobierno dirija sus armas contra personas indefensas y desarmadas, incluyendo periodistas, personal médico y voluntarios humanitarios, que son asesinados en sus sitios de trabajo: edificios, hospitales y plazas públicas donde se distribuyen alimentos.
A pesar de la magnitud de este genocidio, que acaba de ser reconocido por una comisión especial de Naciones Unidas, gobiernos como Estados Unidos, Italia y Alemania siguen siendo los mayores vendedores de armas para el ejército israelí. Estados Unidos, adicionalmente, dona material bélico por cerca de 4 mil millones de dólares anuales a Israel, que es utilizado para matar no sólo a los líderes y militantes de Hamás, sino también a civiles.
Las presiones mundiales para que los gobiernos rompan relaciones con Israel y no le provean armas, han fracasado. La mayoría de las grandes economías mantienen cercanía con Israel, privilegiando sus negocios frente a los derechos humanos. Las excepciones son Francia, España y Reino Unido, que le han exigido a Netanyahu detener estos asesinatos.
Aunque los gobiernos y las corporaciones financieras e industriales no censuran la actuación de Israel, los movimientos sociales no se detienen. Las movilizaciones masivas en contra del estado judío siguen creciendo y los eventos deportivos y culturales, se han convertido en escenarios preferidos para demostrar el apoyo a Palestina.
Las violentas reacciones policiales contra los manifestantes propalestinos y las acusaciones de antisemitismo, lo que han hecho es incentivar la reacción ciudadana contra todo lo que se relacione con Israel, incluidos, infortunadamente, sus ciudadanos.
Lo acontecido durante la recién concluida Vuelta a España, donde se permitió la presencia del equipo Israel Premier Tech, enfureció a los españoles, que bloquearon muchas de las etapas, obligando a que se suspendiera la última carrera que debió llegar a Madrid. Los organizadores ordenaron quitar de las camisetas el nombre de Israel, pero el equipo siguió en competencia.
La presencia de Israel en los torneos deportivos, actos culturales, simposios académicos, eventos feriales, en general, en todo tipo de actividades, será rechazada y servirá de combustible para que las manifestaciones sean mucho más grandes, permanentes e incluso violentas.
Los judíos, de ser acogidos como víctimas del holocausto nazi de mitad del siglo XX, hoy son identificados como los genocidas del siglo XXI. La única forma de que los judíos no sean odiados y despreciados, es que sean capaces de cambiar su actual régimen político y acepten que Palestina tiene derecho a ser un Estado.