Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLA JUSTICIA NO ES UNA MÁQUINA: REFLEXIONES DESDE LA MIRADA DE UN...

LA JUSTICIA NO ES UNA MÁQUINA: REFLEXIONES DESDE LA MIRADA DE UN ECONOMISTA  

 

Por formación y oficio soy economista, no abogado. Sin embargo, como ciudadano, he observado con atención el funcionamiento de la justicia en nuestro país, y quiero compartir una reflexión sencilla pero honesta: la justicia no es una máquina que funciona sola, ni una fórmula matemática que siempre da el mismo resultado.

La justicia está en manos de personas, y eso la hace profundamente humana… y, por lo tanto, inevitablemente subjetiva.

En los libros, la justicia se define como objetiva, imparcial, basada estrictamente en la ley. Pero en la práctica, esa idea se desvanece. Jueces, fiscales y magistrados son personas con historia, emociones, creencias y hasta estados de ánimo.

Por más que intenten ser neutros, esas vivencias pueden influir —aunque sea sutilmente— en sus decisiones. No es un defecto: es una realidad humana que debemos reconocer.

Pensar que la ley se aplica igual para todos como si fuera una receta infalible es un ideal… pero muchas veces no es lo que pasa. Porque al final, las decisiones no las toma un robot: las toma alguien que ha vivido, que siente, que piensa desde su propia experiencia.

El proceso judicial que enfrenta el expresidente Álvaro Uribe Vélez es un claro ejemplo de lo que quiero decir.

Más que un simple juicio legal, es un fenómeno que sacude a todo el país.

Se ha convertido en una batalla política, mediática y emocional, donde la jueza que debe decidir carga con el peso de millones de miradas.

Su fallo —sea cual sea— será celebrado por unos y rechazado por otros. Y lo más inquietante es que esas reacciones no se basarán tanto en argumentos jurídicos, sino en ideas preconcebidas, posturas políticas y emociones colectivas.

En un país tan polarizado como el nuestro, ese juicio ya no se trata solo de justicia: se ha convertido en el reflejo de una sociedad que espera que la ley confirme sus propias creencias.

Este caso no es único. Todos los días, en miles de salas judiciales, la subjetividad tiene un papel silencioso pero poderoso:

Cuando un juez cree o no en un testigo, muchas veces se basa en su tono de voz, su actitud o cómo lo percibe.

En casos que tocan fibras emocionales —como los de violencia intrafamiliar o abusos— es difícil que las emociones no se mezclen con el análisis legal.

Las presiones sociales o políticas, aunque no deberían influir, muchas veces generan un ambiente cargado que pesa sobre quien toma decisiones.

No es raro que ante hechos similares, dos jueces tomen decisiones distintas. ¿Por qué? Porque cada uno interpreta y valora desde su propia mirada.

Esto significa que el destino de una persona —su libertad, su patrimonio o incluso su vida— puede depender más de cómo se interpreta la ley, que de lo que dice textualmente. Y esa interpretación está cargada, inevitablemente, de humanidad.

A este escenario se suma otro reto: cómo se están formando los nuevos abogados. La educación virtual ha abierto muchas puertas, pero también plantea dudas.

Aprender leyes desde una pantalla puede ser eficiente, pero ¿qué pasa con la formación ética, el diálogo cara a cara, el debate que forma criterio y sensibilidad?

Conocer el código es fundamental, pero también lo es desarrollar empatía, juicio moral y autoconciencia.

Si un futuro juez solo aprende procedimientos pero no reflexiona sobre sus emociones, sesgos o valores, es posible que tome decisiones técnicamente válidas, pero humanamente injustas.

Aceptar que la justicia es humana no significa renunciar a mejorarla. Al contrario: es el primer paso para hacerla más transparente, más honesta y, ojalá, más justa.

Es urgente fortalecer la formación ética de quienes imparten justicia.

Que sepan derecho, sí. Pero también que se conozcan a sí mismos, que aprendan a manejar sus emociones y reconocer sus prejuicios. No se trata de convertirlos en máquinas, sino de formar seres humanos conscientes de su enorme responsabilidad.

La justicia perfecta no existe. Pero podemos acercarnos a ella si reconocemos que cada decisión judicial es un cruce entre lo que dice la ley… y lo que siente, piensa y entiende quien la aplica. Y en esa mezcla compleja —como economista y como ciudadano— creo que está la clave para construir un sistema judicial más humano, más cercano, y más justo para todos.

3 COMENTARIOS

  1. Buen día. Gran escrito.

    Justicia es tratar situaciones grises similares de la misma manera y no de manera diferente en la que se evidencie el concepto de diametralmente opuesto en su tratamiento y situaciones diferentes de maneras distintas y no de maneras similares o casi o iguales .

    La justicia es difícil pero la injusticia es peor. La justicia es de argumentos sólidos acompañados de valor y de seguridad a los funcionarios por parte del estado .

    En la medida que los cargos relacionados con este tema no sean botín de guerra cuando se ganan las elecciones sino por concurso transparente con buenos salarios y protección por parte del estado el tema mejorará pero la justicia es un morral que no lo deben cargar solamente los funcionarios relacionados con el tema, es un morral de todos y en el cual si las políticas de Estado garantizan calidad de vida digna el tema se facilita pero donde hay pobreza y corrupción, la situación es muy resbalosa y cuesta arriba.

    Gracias.

  2. Reflexiva columna, pero en Colombia se generalizó tener altos funcionarios de la justicia que parecen más políticos que abogados. Está capturada la justicia por políticos y algunos empresarios.

  3. Excelente descripción de nuestra justicia. Una visión clara y neutral.
    Cómo economista reconozco su buen trabajo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Más articulos