Nombres propios ligados irónica y literalmente a la personalidad del individuo, a su profesión y a las facetas de su apariencia o de su historia.
Lo que hay detrás de un nombre:
En Colombia los nombres no solo identifican: también arrancan carcajadas. Algunos están en registros notariales; otros nacieron en el folclor popular. Son etiquetas serias en apariencia que, al pronunciarse, suenan a parodia de sí mismas. Uno no nace: lo bautizan con el chiste puesto. Hay nombres que parecen puestos por la mamá… y otros que parecen postizos por el diablillo del humor. Algunos están en registros notariales; otros nacieron en el folclor popular, donde la imaginación criolla hace de las suyas.
Juan José Rodríguez Zapatero
Nombres que parecen escritos por el destino:
Antonio José Ladrón de Guevara, excomandante del Ejército. Un “ladrón” que, en vez de robar, defendía la soberanía.
Aquileo Felizzola, autor del libro Buen humor. El único que podía decir: “¡léelo feliz, a solas!”.
Édgar “Condorito” Corredor, ciclista colombiano. Corredor que volaba como un condorito, solo le faltó exclamar “¡Plop!” al llegar a la meta.
Eduardo Verano de la Rosa, político caribeño, exministro del Medio Ambiente. En Barranquilla no hay invierno: todo es verano.
Gonzalo Osorio Toro, líder nacional animalista y antitaurino. Su grito de batalla: “Precisamente por eso: porque sé lo que sufre un toro, hasta lo cargo en el nombre”.
Gustavo Lotero Cruz, primer gerente de la Lotería del Valle. Lotero en la lotería: azar con coherencia. De él decían: “Con Lotero, el azar dejó de ser azar”.
Harry Sasson, uno de los chefs más influyentes del continente. Su apellido fue sazón desde la cuna. En sus restaurantes, los clientes no piden la carta: piden condimento.
Jaime Guerra, militar colombiano. Más de un colega suspiraba: “Cuando uno se apellida Guerra, la paz siempre parece más lejana”.
Manuel Jaime Guerrero Paz, comandante del Ejército, exministro de Defensa. Un guerrero con paz incluida.
Milton Fabián Solano, psicólogo y poeta, director de la Fundación Plenilunio. Su acrónimo, per se, es musical: Mi–Fa–Sol. Con esos acordes nunca desafina, aunque Freud se quede mirando con ceño fruncido y Beethoven reclame.
Rosa Cadavid de Arboleda, con sus hijos sembró miles de árboles en la vía Cali–Palmira. Rosa que hacía florecer arboledas. Y alguien añadía: “Donde pisa Rosa, florece hasta el asfalto”.
Caso insólito:
Julián Gustavo Giraldo Zuluaga. Hincha frenético del Deportivo Independiente Medellín. No se conformó con camisetas, banderas, ni tatuajes: legalizó y visibilizó su enfermizo fanatismo hasta en su cédula.
Con este bautizo civil, el señor Giraldo Zuluaga logró algo que muchos equipos de fútbol sueñan: estar presentes en todo.
Caso sui géneris:
Aquiles Pinto Flores, escritor, diplomático, periodista y poeta dominicano. Rechazado en concursos literarios, por parecer un seudónimo.
Émulos de personajes históricos:
Adolfo Hitler Flores, temido porque invadía todo.
Benito Mussoline Romero, dictador fascista de vecindario.
Kennedy Fajardo, le decían “Presidente”, y él contestaba: “De la cuadra, pero… ¡presidente al fin y al cabo!”.
Lenin Hurtado, siempre presente en la revolución estudiantil.
Napoleón Murillo, mezcla de epopeya francesa y apellido criollo; con ambiciones imperialistas.
Stalin Valencia, cuando lo llamaban a lista en el colegio, sus compañeros respondían al unísono: “¡Presente, camarada!”. “No elegí el nombre –decía–, pero sí la democracia”.
De mayor curiosidad, en inglés:
Colin Bass, bajista: cuyo apellido es “bajo”, miembro de la banda británica de rock progresivo Camel. Siempre marcaba el ritmo.
Chris Moneymaker, experto y reconocido jugador de póquer. Con su apellido, fuente de dinero, ya tiene asegurada la banca.
Edward Cocaine, detenido por la DEA con cocaína. Su destino está escrito.
Frank Beard, baterista de ZZ Top, único miembro imberbe de la banda. Usa aunque sea un bigotito postizo, por coherencia con tu marca –le dicen sus compañeros.
Russell Brain, neurólogo inglés: cuyo apellido es “cerebro”. Su diploma lo traía de fábrica en su mollera.
Sara Blizzard, meteoróloga: con tormenta de nieve en su nombre.
Stephen Donald Black (“Don Black”), activista y supremacista blanco. En la recepción de un hotel: ¿color de piel? blanco, ¿apellido? Black. Pongamos, entonces: “gris confuso”.
El ingenio del imaginario popular:
Ah, pero la creatividad colombiana no se queda atrás. Aquí no hace falta notaría: basta el folclor.
Alka-Seltzer Ramírez, burbujeante desde la pila bautismal. Le decían: señor efervescente.
Disney Landia Rojas, con parque de diversiones en su cédula.
Dolores Fuertes de Barriga, un clásico que con solo leerlo da risa; y… dolor de tanto desternillarse.
Marlboro Pérez, nocivo y adictivo, encendedor de fiestas.
Masapán González, dulce y derretido.
Usnavy García, nacido de la inscripción U. S. Navy. Resignado comentaba: “Siempre me confunden con un barco”. Y un tío bromista añadía: “Pero al menos no naufragas”.
Entre la risa y la memoria:
Estos nombres, reales o inventados, son un retrato del humor colombiano: hasta en la cédula se burla la solemnidad. Entre Ladrón, Aquileo Felizzola, Corredor, Verano de la Rosa, Toro, Lotero, Sasson, Guerra, Guerrero Paz, Mi-Fa-Sol, de Arboleda, Deportivo Independiente Medellín, Aquiles Pinto Flores, Expósitos y compañía, uno entiende que la realidad a veces supera al chiste… y que la vida, con su ironía nominal, siempre termina firmando con letra menuda: “ríase, pero en serio”.
El apellido Expósito:
Nacido en España de una tragedia, terminó en camisetas y estadios. Ahí están: Agustín Expósito Catarro, Ángel Expósito, Carlos Antonio Expósito Gigliotti, Carlos Expósito Vallejo, Francisco Javier Expósito Jaramillo, Javier Expósito Urdampilleta, José María “Txema” Expósito Jiménez, Juan José “Juanjo” Expósito Ruiz, Justo Gilberto González Expósito, Manel Expósito Presseguer, Óscar de Mora Expósito… y la lista sigue.
Conclusión:
Los aptónimos nos recuerdan que la vida ya trae su guion propio: cada nombre es un chiste heredado, una condena con risas incluidas. Parecen diseñado por un comité de humoristas. La realidad y el lenguaje se cruzan, y el resultado es comedia con destino escrito en letras.
__________________________
* Periodista y corrector de estilo