Por Hugo Ocampo Villegas.
Se fue del Deportivo Pereira el técnico Néstor Craviotto inmerso en sus razones, renuncia que dio pie para todo tipo de conjeturas. En este tipo de decisiones la verdad absoluta permanece en el interior de quienes las toman y muy contadas veces se hace pública, lo que da espacio para esgrimir todo tipo de argumentos.
Se fue y la historia dirá que fue el entrenador que llevó al Pereira de nuevo a la división A. De eso no podremos olvidarnos. Cómo no podrá ignorar nunca Colombia a José Peckerman.
Ah… y algo más: el hecho de no haber alcanzado su propósito y hacerse a un lado a mitad de camino no lo hace un mal técnico. Como acaba de pasar también con el santarrosano Juan Carlos Osorio en el Nacional, después de haber alcanzado en su primera época seis títulos.
¿Se equivocaron? Eso sí, con toda certeza. Y en el caso de Craviotto con el Pereira ya lo escribí: el equipo no fue reforzado convenientemente para asumir el reto de su regreso a la división A. El primer partido para el éxito en el fútbol se juega fuera de la cancha: está en la escogencia de los jugadores.
Por eso, ahora que terminamos una semana en la que el nombre de Luis Fernando Suárez se escuchó en todas partes como posible nuevo estratega ‘matecaña’ quiero simplificar lo que necesita el Deportivo Pereira para recomponer su camino el próximo año: más que un técnico de lujo, lo que necesita es una nómina competitiva.
Los cuatro jugadores que llegaron para el Pereira en esta temporada no llenaron plenamente las expectativas. Rindieron a cuentagotas, uno más que otro. Y aparte, el técnico que el año pasado le dio la oportunidad a Delio Ramírez en este 2020 fue reacio a mirar los sub 20 con chapa de proyección, en especial los de perfil ofensivo, como si Álvarez y Molina fueran intocables por su valioso aporte al ascenso, pero venidos a menos esta temporada.
Me vuelvo cansón escribiendo que la nómina con la que enfrentó este año el campeonato es demasiado veterana, que la alta exigencia física, de juego tras juego ocasionado por el receso, le pasó factura a muchos de los jugadores mayores de 30 años, que son 11 y todos ellos habituales en la formación ‘matecaña’. Como cuando se juega en altura y no se está bien preparado: las piernas pesan.
Con respecto a la opción del entrenador, voy a citar sólo dos ejemplos de un mismo equipo: Wilson Gutiérrez y Harold Rivera en Santa Fe. El primero, sin pergaminos de haber dirigido un club grande o una selección nacional, llevó al cuadro ‘albirrojo’ a ganar un título después de 37 años, aparte de convertirlo en semifinalista de una Copa Libertadores.
Y el segundo, Rivera, clasificó a Patriotas a una Copa Suramericana y luego llegó a Santa Fé para sacarlo de los últimos lugares y llevarlo a ser protagonista al final de la temporada 2019 y tenerlo en el torneo de este año en el segundo lugar de las posiciones.
Seamos claros: que un técnico triunfe en un equipo y fracase en otro, aún incluso en el mismo club como ocurrió con Osorio en el Nacional, pasa primordialmente por la materia prima que son los jugadores. Armar un buen plantel es la clave y no necesariamente con presupuestos astronómicos. Y el secreto, que no tiene costo, saberlos elegir.
Por eso reafirmo: antes que invertir una astronómica cifra en un cuerpo técnico suntuoso lo ideal es destinar una alta cifra para la contratación de los jugadores que se requieren. Claro que es vital tener un buen director técnico, pero mucho más un grupo idóneo en la cancha y fuera de ella.
El aviso clasificado debe decir: se requiere de un director técnico con conocimiento para elegir su materia prima, con autoridad frente al grupo que va a dirigir, que tome decisiones por encima de las trayectorias de quienes suelen parecer intocables, que no tenga miedo de mirar a los jóvenes que de abajo vienen empujando con más bríos sin menospreciar el aporte de la experiencia.