Por razones como que, en un momento dado, en medio de los insultos de un energúmeno, ocupado en cosas distintas a conciliar el sueño a las 3 y 30 de la mañana del domingo 26 de enero, el presidente norteamericano repensó los graves efectos de sus decisiones en contra de un país amigo que lo ha unido al suyo, en un largo historial de cooperación y ayuda, escapándonos de una violenta “trumpada” que, sin lugar a dudas, hubiese significado un nocaut rotundo en materia económica, colocándonos en igualdad de condiciones a Venezuela, Nicaragua y Cuba. La reclamación de Petro exigiendo mejores condiciones para los migrantes deportados impidiendo la no llegada de los aviones que venían en camino con los connacionales devueltos, fue un error de cálculo que le sirvió en bandeja de plata al recién posesionado Trump para mostrar al mundo la fuerza que está dispuesto a ejercer contra quienes se atraviesen en sus planes. En su cabeza, seguro estamos no estaba Colombia. El imprudente y ególatra Petro, convencido como está que vino a salvar, no solo a Colombia sino a Latinoamérica y creyendo ser un líder regional para mostrarse al mundo, le dio el papayazo que le concedió a Trump su primera gran victoria en ese contrapunteo internacional. “Los acontecimientos del domingo le dejan claro al mundo que Estados Unidos es respetado nuevamente”, dijo Trump, tras la superación de la crisis, siendo respaldado, entre otros, por el senador republicano de origen colombiano; Bernie Moreno: “Nuestro mensaje es simple. Los criminales serán enviados de regreso”. Ante el ofrecimiento de Petro de enviar el avión presidencial para la traída de los indocumentados, Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. dijo: “Si quiere enviar su propio avión presidencial para recoger a sus amigos, lo acogemos con agrado, pues eso ayuda a ahorrarles impuestos a los ciudadanos norteamericanos”. Lo más vergonzoso de todo este lamentable episodio es que en la reunión contrarreloj, celebrada en la sede de la Cancillería; el Palacio de San Carlos, en busca de una rápida solución frente a las gravísimas sanciones ordenadas por Trump, Petro no estuvo presente y solo fue informado vía telefónica sobre el acuerdo logrado, que no fue otro que aceptar lo impuesto por el gobierno americano. Es de anotar que en el 2024 la cifra de colombianos deportados llegó a 14.268 y sobre los cuales Petro nada dijo. Entre 2020 y 2024, según la organización Witness at the Border (Testigo en la Frontera) Colombia recibió 475 vuelos de deportación de inmigrantes. Los textos de los mensajes enviados, por la hora y la forma de su redacción, no propia de quien encarna la majestad de la República, denotando de lejos estar fuera de los cabales, exigen el inicio impostergable de un juicio por indignidad adelantado por el Congreso de la República, contemplado en el ordenamiento constitucional. Es hora de poner fin a las posiciones independientes de los congresistas de la oposición, en las que cada uno de manera egoísta actúa, cuando el momento llama a la unidad congresional para ejercer de suyo, la obligación del control político al Ejecutivo, que si se quiere, es la de mayor importancia en sus atribuciones, por encima incluso de la función legislativa. Lo sucedido al amanecer del domingo, de haberse mantenido las sanciones, es mucho más grave, en sus consecuencias, que si Petro se atornillase en el poder. Fuera Petro.
Alberto Zuluaga Trujillo. Alzutru45@hotmail.com