Por GUSTAVO COLORADO GRISALES
Soy morada del silencio
hebra con la que Dios
teje la noche.
Por mis venas viajan
innúmeros insectos
esos diminutos avatares
del tiempo que camina.
Cuando nadie me ve crezco
me multiplico
y me hago bosque
pentagrama de pájaros.
En mi abrazo se funden las criaturas:
el aliento de las bestias
el aleteo del colibrí
el sueño de los hombres.
Mis raíces saben hablar
con el vientre de la tierra
y vuelven a lo alto
con un puñado de misterio
entre los dedos:
El alfabeto de los gnomos
la cifra de la alquimia.
Cada mil años- en plenilunio-
una gota de lluvia posada en una de mis hojas
refleja la totalidad del universo.
Dura un segundo
pero quienes contemplan el milagro
son fulminados por la lucidez.
A veces
me doy en ofrenda a los hombres
y me hago libro
casa
barca
puente
hoguera
crucifijo.
Al final
saciado y ya sin fuerzas
me tiendo a dormir
y me hago polvo
gusano
tierra
mineral:
Alimento para otros árboles
y otros hombres.
Pereira, octubre de 2020. Año de la Peste.
PDT. les comparto enlace a la banda sonora de esta entrada