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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadDígamelo con música

Dígamelo con música

Fue la música, idioma universal, la que le hizo aflorar el sentimiento a Juan Guillermo Ángel, en el homenaje que le tributara la ciudadanía pereirana -representada en 350 personas que colmaron el auditorio Jorge Roa Martínez de la Universidad Tecnológica de Pereira- en reconocimiento a sus 50 años de servicio al país. 

Jorge Orrego –el último dueño de El Páramo– y un puñado de músicos de tiple y guitarra, le cantaron “Compañero” y “Mi Casta” y remataron con el bambuco  “Muchachita Pereirana”, dedicado a Dorita Siluán, su compañera de viaje en estas otoñales jornadas de su ciclo vital.

Y aunque las cámaras no lo registraron, porque las luces se enfocaban en los cantantes que otrora amenizaban las noches bohemias del recordado estadero, las manos de Ángel Mejía frotaron su rostro, discretamente, como intentando ocultar quizás alguna lágrima furtiva.

Fue cuando Ángel Mejía escuchaba: 

“Casta de mis montañeros,

tallados en roca blanca,

ya no somos como fueron,

ni serán los de mañana.

Porque ya la tierra buena,

se cambió por tierra mala,

y se pierde en los caminos,

cual niños en la montaña”.

Entre tanto, en su prodigiosa memoria trataba de encontrar una explicación a la condición humana, como lo expondría más adelante en su discurso de agradecimiento a los oferentes, con unas: “gracias que salen del alma y que acepto con orgullo puesto que más que una presea para lucir, es éste un aplauso a los valores y principios que construyeron un pasado glorioso, mismos que hoy parece están en la trastienda de la ciudad, cuando el dinero, el poder, la vanidad y el egoísmo son el becerro de oro al cual se le rinde pleitesía, cómo nos hace falta la solidaridad para con un pueblo que necesita de manos amigas, de trabajo, de estudio, de salud y de vida que le niegan los acaparadores, los que se apoderan de lo público: los bandidos, terroristas, vándalos y atracadores”.

Nuevamente, fue otra vez la voz, esta vez la de una cantante lírica, que conmovió su espíritu al entonar “La Ruana”, ese otro himno que nos legó al maestro Luis Carlos González Mejía y que hace levantar de sus asientos a los pereiranos en cualquier lugar del mundo donde lo escuchen.

Eran las once de la mañana del miércoles 27 de octubre, las sillas fueron ocupadas una a una hasta quedar colmado el auditorio.  Seguramente si el escenario hubiera sido otro con mayor capacidad, habría sucedido igual. Pero en éste,  Ángel Mejía se siente cómodo, como en casa, pues fue donde obtuvo su título de ingeniero industrial de manos de su padre, el también ex rector Guillermo Ángel Ramírez y al que ha estado vinculado desde entonces, como profesor, rector y miembro del Consejo Superior.

Uno a uno, los presidentes de instituciones privadas sin ánimo de lucro adornaron su pecho de medallas y le dijeron “gracias”, esa palabra tan fácil de olvidar por quienes solo exigen, y que se convierte en canto celestial en los oídos de los hombres de valía.

 A sus 75 años de edad, Juan Guillermo Ángel Mejía lo ha entregado todo a su ciudad y a su patria.  Fue rector, Alcalde, senador, jefe del partido Liberal, precandidato presidencial, Consejero presidencial, embajador, gestor empresarial y gerente de grandes proyectos, siendo el último de ellos el cable aéreo de Pereira, Megacable.

Y aunque no todos cabían en el escenario, y aunque muchos se excusaron con razón o sin ella, nosotros, que tuvimos la fortuna de acompañarlo en este irrepetible momento de su vida para testimoniarle sin ambages nuestro reconocimiento perenne, no tenemos le menor duda que la ciudad estaba en mora de saldar, con salvas de aplausos y un fuerte apretón de manos, la deuda de gratitud contraída en medio siglo de servicios.  Así como la del mismo Juan Guillermo, con Dorita su esposa, a quien dedicó estas sentidas palabras:  “  le debo tanto que requiero que ella me conceda un crédito a largo plazo para saldar las cuentas”.

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1 COMENTARIO

  1. Señor Director: palabras que enuncian con brillantez, labor realizada por un gran hombre, evidencias de un deber más que cumplido.
    Felicidades para el Doctor Ángel, para Pereira el honor de tener un lider honesto, para quienes gozan de su amistad: la lealtad de un hombre recto.

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