El libro es una herramienta imprescindible en la vida humana

Cuando el tiempo y el espacio, nos llevan a vislumbrar el mundo desde la emoción, la sensibilidad, la coherencia, el tacto y las posibilidades existentes de este plano terrenal, nos adentramos en un cosmos letrado que evoca la maravillosa forma de ser y de vivir el placer de leer un libro.

Lo anterior se remontan a la tarea total y caótica de un escritor que pone en carne viva sus vivencias, emociones, ideas, experiencias, su ideología y perspectivas, de este modo él trenza sus pensamientos uno tras otro dando forma, figura y volumen, a un contenido lleno de magia y opciones múltiples, con las cuales el lector puede empezar a percibir mejor la naturaleza de las cosas.

Todos hemos escuchado la frase “el ser humano es sociable por naturaleza”, por lo tanto, dialogar, compartir puntos de encuentro visibles y no tangibles muestran los canales de comunicación entre las personas; en tanto que, con los años, se han consolidado muchos mecanismos y medios de intimar entre los seres humanos; esto nos lleva a calificar a un escritor como el más importante expositor, narrador y fuente de vida social en los últimos tiempos. En él encontramos una relación evolutiva de la razón, realidad y la vida misma, fácilmente transferibles al lector, logrando así, un dialogo estructurado de savia íntima.

El libro es una herramienta imprescindible en la vida humana, pues en él, se encuentran las fuentes coherentes y racionales con las cuales se avanza hacia un crecimiento exponencial como seres humanos, de acuerdo a cada ciclo, donde buscamos fortalecernos para soportar la vida: lo profesional, lo personal o académico, las emociones y sentimientos, lo inconsciente que vive dormido y solo la lectura, lo despierta para sacarlo y consolar el espíritu.

Creo que la existencia del libro, es gracias a las personas arriesgadas, disciplinadas, activas y reflexivas que, con los años, han desarrollado una habilidad desde sus sentidos para expresar el mundo, a partir de las letras, palabras y frases hiladas que de manera diáfana, transmiten a los demás mundos silenciosos, permitiendo consolidar una base de datos, cada vez más representativa, que llena de oportunidades al lector.

El lector requiere de una continua provocación que lo evoque a anhelar y desear tener un libro en las manos, que le permita construir una relación simbiótica y permanente entre los argumentos del escritor y el cultivo de nuestro propio YO. Con certeza esto, generará una recurrente necesidad de leer cada día más, así se generan más opciones en torno a la razón y las emociones, que afloran con cada libro y esto también vale para el escritor, el género literario y el crecimiento intelectual o personal del lector, es una constante necesidad para aclarar sus dudas.

Nadie ignora a los pensadores, pensadoras y bibliófilos, (LAS BIBLIOTECAS MUNICIPALES, DEPARTAMENTALES, DE UNIVERSIDADES, SATELITES Y LOS PROMOTORES) son seres importantes, cada libro acabado permite generar una aprobación, validación y reconocimiento a ese ser que, durante largo tiempo fortaleció sus formas de ver el mundo, mediante una herramienta y técnicas de escritura, de movilización de masas, “el libro”. Es importar el tiempo, el espacio y las condiciones socioeconómicas de la humanidad, para que, en una relación entre oferta y demanda, haya una posibilidad de la existencia del lector y escritor, para que el libro nunca muera o salga de circulación. La motivación de ojear con los lentes de la reflexión, la representación en la cual ese ejemplar fue milimétricamente pensado y organizado como un trabajo fiel, para un público exigente, en donde se dibuja una historia desde la escritura, que nos enseña a ver el universo con mayor sensibilidad entre una línea y la otra.

El mundo contemporáneo ofrece mayores posibilidades frente a la lectura; pues ésta se encuentra a tan solo un clic en los dispositivos electrónicos o un préstamo temporal del libro; en este sentido el flujo de contenidos, debe afinar las habilidades para depurar con mayor discernimiento lo que se lee. Hay momentos que, forzar el proceso lector, es improcedente, es una afrenta al conocimiento, que, por el contrario, la lectura debe ser un goce pagano, un juego con ritmo, un aprendizaje aceptado a mutuo propio.

El placer lector se remonta a unos espacios en donde la conservación del libro se hace con esmero y cuidado. El espacio donde se guardan los libros, no necesariamente es el espacio de idoneidad, donde el lector encuentra comodidad para avanzar en sus lecturas, por lo tanto, hay lugares donde se puede vivir este proceso en completa plenitud, en nuestro propio espacio intimo o público.

Así que el leer, es un ejercicio personal que incrementa la posibilidad de generar canales de comunicación, a través de la recopilación de experiencias vividas en cada manuscrito.

Finalmente se determina que aprender y crecer intelectualmente, requieren de la existencia inminente del libro como fuente de aprendizaje. La imaginación, la creatividad y el sujeto lector tiene habilidades acompañado de buen gusto. Apropiarse de este medio de conocimiento inofensivo, nos hace más sensibles y nos abre caminos más amplios, menos escarpados para ver y andar el mundo.

El contenido de este artículo es solo una excusa para invitar a todos y todas a vivir la vida a través del libro y seguirle apostando a la descubrir el mundo a través de las palabras que se consolidan en los libros gracias al ejercicio de los escritores que apuestan sus noches y días a pensar como cautivarnos.