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Director Fundador

ÉTICALa madre violada

La madre violada

Por HERNANDO AYALA MELGAREJO

  • Estupro, ilegitimidad y la gente de bien. “Complejo de la chingada” refiere Octavio Paz para hablar de la crisis de identidad en Latinoamérica.
  • Fernández pone la evidencia patética del acomplejado del sur. En Suramérica algunos necesitan declararse gente élite blanca y pura para vivir exclusivo y excluir.

Si llegaran importados a ejercer su idea fija, pensamiento fanático en medio de todo lo bueno que encuentran en un territorio como Noruega, Finlandia, Dinamarca, Suecia, Islandia o al otro lado en Nueva Zelanda, Australia y el mismo Singapur de confort y orden autoritario o el Japón imperial, todo lo depredarían, no lo soportarían, necesitarían establecer categorías para sentirse mejor con etiqueta “gente de bien” y creerse el cuento, su patología de cleptocracia por linaje, tradición de clan. Sus bolsillos compulsivos sobre la bolsa pública, arrasarían todo.

No aceptan ser iguales nunca ni en humanidad, ni en derechos, ni en nada. “Igualados”, jamás. Faltaría más, duélale a quien le duela.  Los “ninis” VIP necesitan “sentirse mejores, primera clase dos veces, categoría gente bien y los buenos somos más”. Su complejo no les da, ni en Júpiter ni en lugar alguno. La aporofobia los agobia. Los pobres son lumpen, despreciable, plaga y dañan su ecosistema exclusivo, excluyente. Para “esos vulnerables”, si al caso caridad televisiva con toda la propaganda de la falsa bondad, moral amos sobre limosneros.  

Así involucionó el pensamiento en el poder durante los doscientos años sin ser territorio de ultramar de la monarquía eurocéntrica, a un feudalismo criollo, paso al fascismo aupado por el terror al comunismo, tránsito por el liberalismo durante el siglo veinte, parte dos, hasta llegar al autoritarismo traqueto populista feudal, mezcolanza de la época narco en el territorio siglo 21. Todo ese recorrido atravesado por una secuencia de violencias en torrente incontenible, justificantes de la degradación de lo público en el manejo del Estado al servicio del corporativismo privado.

Esa vorágine de sucesos sin pausa, asimila el contenido del mapa latinoamericano en sus formas políticas a una trifulca de energúmenos enjaulados enloquecidos en una piñata. No hay respeto, lealtad, ética, valores, principios, coexistencia ni decencia. Todas las violencias, físicas, materiales, psicológicas, espirituales, atravesadas por infinidad de complejos en crisis de identidad, imparable. Como en cambalache, todo es igual, nada es mejor, degradación que no se detiene, siempre en picada hacia peor. 

En medio oriente el antiguo testamento, legado religioso proyectado al nuevo mundo, mantiene la guerra por “quien es más hijo legítimo en el territorio”. Se siguen bombardeando y dañando la vida de sus niños, por la legitimidad y propiedad territorial.  En la parroquia colombiana, las familias padecen aquel estigma según el cual el día de la madre es el más violento del año, los hermanos se recriminan sobre “quien es el mejor, cual es más hijo y para quien la mejor presa del sancocho”.  En territorio paisa un aforismo reza “los hijos de mis hijas mis nietos serán, los hijos de mis hijos en duda estarán”. La sospecha de la ilegitimidad pesa en todas partes y los hermanos se miran de lado.

El ciudadano presidente argentino, Alberto Fernández, reavivó el tema del complejo latinoamericano esta semana: “Los argentinos llegamos en los barcos de Europa. Los mexicanos salieron de los indios y los brasileros de la selva” dijo Fernández. El complejo argentino resumido y la herida de la chingada latinoamericana, el estupro, los hijos naturales, la ilegitimidad, alborotada de nuevo.  

En Colombia el animal político omnipresente en el siglo veintiuno, se mandó hacer un concurso sobre medidas para ser el “gran colombiano” acompañado de un “estudio de su árbol genealógico” para encontrar la trazabilidad de su linaje europeo, que le dijo sobre medida, que es descendiente de Ricardo Corazón de León y después que su adn llega hasta los faraones egipcios. El servilismo de quienes rodean esa conducta, asusta.  El complejo de la gente de bien o los buenos de pancarta en la calle, es patológico e incurable.

El asunto de la chingada lo explica Octavio Paz como ese pálpito que hay en todo latino de ser descendiente de una mujer menor de edad indígena violada por un bárbaro español, esos con armaduras como las del esmad titulados “conquistadores”, unos pinches asaltantes, invasores y violadores en muchos casos, dice parte del relato en la tradición.  

Tal fijación atornillada con la tara de sentirse colonizadores, amos para dar de comer a muchos siervos a su mandar, es el cimiento del pensamiento fanático que divide la población de un territorio entre la gente de bien sobre los otros, todos los demás, los “aliados solapados del terrorismo”, perseguidos en el campo, en las ciudades, en las universidades, en lo que estudian, en lo que prefieren ser, en el hecho de ser jóvenes y en los propios vándalos y terroristas. Todos los que no sean como el prototipo acomplejado de la gente de bien ideada por ese pensamiento, son vistos en su radar como el enemigo.

Esta realidad la ignora la parte de la población criada “sin pasar necesidades para que no le falte lo que no tuvimos” que hoy copa la burocracia del primer y segundo nivel. “Les faltó calle” dicen sus detractores. La meritocracia de los altos cargos del estado, según la idea de la primera empleada de la nación subalterna del primer empleado de la nómina pública dedicado a nombrar con los mejores salarios y puestos a sus compañeros de salón en la Sergio.  

El partido del primer empleado tiene en su “primera línea” a todos los delfines reemplazo de sus progenitores, línea titular de una casta política pasada por el código penal, fiscalía e inpec, con sus casas convertidas en cárcel de confort para lavar corrupción, legión degradada que dejó lo que estamos viviendo en este tiempo.

El pensamiento de servidumbre promovido por la empleada primera dignataria y la primera esposa de la nación, aparece en aquellas fotos donde una mujer con uniforme de policía que ahora será azul, a cada una le sostiene la sombrilla para que no caiga el sol sobre la cabeza VIP y a la otra le carga el bolso. Ese simbolismo cargado de vasallaje, representa el país soñado por la “gente de bien” que se repite todo el tiempo en el control de lo más carnudo en la nómina pública.

El pensamiento viejo anclado en ideas fijas, fanáticas, de los prejuicios y complejos desatados por la crisis de identidad y la angustia de ser más que los otros, los demás, su necesidad de imponer y someter a todo el que sea distinto en pensamiento o presencia, es la gran barrera para humanizar la coexistencia en la esencia de la gente, su diversidad, ser únicos, irrepetibles, diversos en su identidad y empatía para convivir en armonía.

Igualdad, diversidad, equidad, inclusión, autonomía y vida digna para todos, interculturalidad, género, lealtad e integridad, transparencia en el manejo de lo público, son significados, derechos, principios y valores que no están a la altura del pensamiento único, fanático, complejo imperial feudal, de la gente bien que oculta sus malformaciones de carácter e identidad en el rincón más oscuro donde guardan como su mayor vergüenza el complejo de la chingada, el demonio fantasma de la pregunta sin respuesta, ser o no el más legítimo de los hijos de la familia.     

Dirá el relato del país de viejos en 2050, hoy país de jóvenes 2021, que el complejo colonial de quienes manejaban Latinoamérica buscando su adn en el mapa genealógico eurocentrista, en la Colombia pre moderna que inició el siglo veintiuno en bancarrota de liderazgo impuesta por el capricho de sus mandamases finqueros y su pensamiento feudal latifundista, en tal mapa de realidad nacían muchos y morían muchos jóvenes, hacinados en la marginalidad y exclusión de los tugurios urbanos, arrinconados. 

Más allá de caer en el juego prioritario para el pensamiento fanático en el poder, la violencia justificante de su herramienta única, guerra y violencia, los jóvenes deben legitimar su creatividad, capacidad, pedagogía para ejercer el poder en el relevo de pensamiento con ideas contemporáneas. La primera decisión que deberían considerar, ponderar y aplicar los jóvenes, es incidir, intervenir, participar, votar y hacer el relevo de ese pensamiento colono, colonial, feudal, acomplejado, que sigue farfullando e invadiendo con mentalidad de trescientos años atrás, lo público, el erario, el poder dañado, distorsionado que depreda la democracia antigua en obra negra que padecemos.  

Escrito por Hernando Ayala M. Periodista Proceso EMPATE 21 DISNNET SOCIEDAD PARA TODOS 30_DS.  

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