Por: Martha Rotavista
Hace poco escuché que el problema menos grave que tenía nuestro país era la famosa pandemia y es cierto, mientras otros países luchan por sacar una vacuna que pueda frenar el contagio, nosotros buscamos la manera literal, de no morir en el intento.
Parece que el terror hubiera resucitado en las calles colombianas, siendo las victimas los mismos de siempre: los jóvenes, los marginados, los pobres, los que piensan diferente y mientras el Gobierno teje cortinas de humo, es claro que no estamos pasando por el mejor momento.
Quisiera saber, qué piensan nuestros gobernantes (más allá de echarle la culpa a otros partidos políticos) de los jóvenes muertos en Nariño… y perdón, pero esto no se arregla ni con rezos, ni con brujerías, ni con invocaciones a los santos del cielo, lo que pasa exige acciones y punto.
Ni la violencia, ni los asesinos están confinados; pero a nosotros, los mortales normales, ya nos confinó el miedo y no precisamente al virus, sino a la enfermedad letal que padecemos en Colombia y que parece no tener ni vacuna, ni cura cerca: la violencia y encima, la violencia desmedida.
¿Cómo es posible que según la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se reporte en este 2020, que ha sido tan atípico, que ha tenido a tanta gente encerrada y que, pese a todo el desastre económico para otros países, trae como balance disminución en la delincuencia, se hayan dado 33 masacres en Colombia? Esto además de 97 asesinatos a líderes sociales.
¿Cómo es posible que le corten un brazo a un joven por ser homosexual, que maten a estos chicos en el Cauca, a otros niños en Nariño, cuando iban a entregar su tarea a la escuela? ¿Qué pecado tenían? ¿También los van acusar de ‘mamertos’ o castrochavistas? ¿O saldrán a decir que eran narcotraficantes o ‘paras’?
Para ser sincera, hace días me resistía a leer noticias de mi país, me tiene cansada el cuentico Uribe y Cepeda y los rotos en vestiduras que hacen algunos amigos en redes, con todo respeto. Para mí, los partidos políticos están desdibujados hace mucho rato, cada quién busca aval donde quepa y al mejor postor; quedan políticos buenos de izquierda y de derecha, pero el país está tan enceguecido que no puede ver más allá de sus líderes que, la verdad, en la mayoría de casos, tienen más intereses personales que comunes, pero así y todo los endiosan como si fueran los salvadores del siglo y la verdad no llegan ni alcanzar al Chapulín Colorado, en alguna zaga inventada de súper héroes.
Estos crímenes no tienen corriente política, están muertos, ¡son nuestros muertos!, mientras esto pasa, unos se arrancan el pelo haciendo más grandes las heridas que ya tiene el país, mediante insultos por diferencias de pensamiento.
Me duele, no puedo pasar de esto como si no importara, en Colombia se inventaron un tapabocas más grande y más fastidioso que el que nos toca usar contra el Covid: la muerte, y esa, señores, esa no tiene solución.
Martita: Nos está doliendo el alma y en lo más profundo. La sevicia que han convertido en práctica cotidiana, pasó su crueldad del humilde campesino primero, al legitimo defensor de derechos humanos después y continuó: líderes rurales, ambientales y sociales. Como no tiene límites su perversidad, ya van en los jóvenes y en los niños como repitiendo las horrorosas escenas que escondieron en los camuflados con los que disfrazaron de combatientes a inocentes jovencitos que resultaron ser falsos positivos en la primera década de este siglo.
¿Para dónde nos llevan? ¿Qué fraguan en esas perversas cabezas sedientas de poder solo para acabar con el bien?
Hola Martita, de nuevo tu Crónica dice lo que ha sido desde hace más de cincuenta años y que se sigue repitiendo Hoy. Recuerdo que en una charla reciente de Gonzalo Gallo, comentaba que hacía más de diez años no escuchaba noticias, pero retaba a los participantes que le preguntaran algo de las noticias actuales y que con seguridad no se “ pelaba “. Me he caracterizado durante toda mi vida por ser Positivo y pro activo, por algo soy Resiliente. Pero todo en derredor Apesta y Hiede. Empezando por la “ Clase Dirigente “, en cabeza del Señor Presidente y nuestros Queridos y nunca Bien Ponderados, “ Padres de la Patria “. De verdad que ese manido cuento de “ la luz al final del Túnel”, está como mandado a recoger y me tiene Duditativo, en realidad y de Verdad, en el Horizonte de nuestro Amado País, del “ Sagrado Corazón “, solo veo negros Nubarrones. Un Abracito.
es la pura verdad, pero en este país a nadie le importa la vida del ser humano. No hay nada que hacer.
Que horror, bien expresarlo de esa forma .Nos está matando es el miedo ,no del covid sino miedo al futuro de nuestros hijos y nietos