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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadQue esta Navidad sí sea nuestra

Que esta Navidad sí sea nuestra

Miscelánea  

Papá, ¿qué es la Navidad?… Hijo, la Navidad es una festividad cristiana en la que se celebra el nacimiento del mesías, pero la Navidad es mucho más, es una época en la que pasan muchas cosas; particularmente en Colombia la Navidad, o mejor, el fin de año, es una ventana del subconsciente colectivo a través de la cual las personas ven y sienten las cosas diferente, a veces para bien y a veces para mal. 

Por este tiempo, los cristianos esperan a Jesús como la renovación de la ilusión de un tiempo mejor y como la oportunidad de dar gracias, hacer nuevas promesas, compartir mucho e intercambiar regalos. Durante la espera del Niño Dios y la visita de los Reyes magos, que vienen guiados por la estrella de oriente, los católicos practicantes, y aun aquellos que poco entienden del asunto, decoran su casa, con luces y con mucho color, para que todo sea una fiesta en familia, alrededor de un pesebre o de un árbol.  

Es tan contagioso esto hijo, y despierta tanto entusiasmo, que las industrias, los comerciantes y hasta las autoridades y los gobiernos de las ciudades gastan grandes presupuestos para adornar las fachadas de sus sedes, las calles y los edificios oficiales, pero ese derroche a casi nadie le preocupa, porque lo disfrutan tanto los creyentes como los que no creen ni en sí mismos; precisamente a eso es que le llaman el «Espíritu de la Navidad» y el que se atreva a ir en contravía, es considerado un amargado.  

La mayoría de las personas se torna más simpática, por aquello del «espíritu navideño»; los comercios llenan sus bodegas y sus estanterías para vender lo que no vendieron en el resto del año, porque en la economía abunda el dinero, así sea que las personas lo consigan prestado; las calles se abarrotan de chazas, de puestos ambulantes, de carros y de gente, y casi no se puede caminar; por ende, se incrementan los hurtos, el atraco, el fleteo y las estafas, y en general aumenta la inseguridad.  

Cada vez con más anticipación, casi que, desde septiembre, en la radio suena música tradicional, con ritmos populares tropicales y de parranda, con intérpretes que se han vuelto legendarios, siempre son los mismos, Rodolfo, Lizandro y Pastor, pero por eso nos gusta, porque son las mismas canciones, que se escuchan mejor.  

Se acostumbran las integraciones familiares, las verbenas entre vecinos y los paseos en las empresas; la gente se da la licencia de comer de todo, sin remordimientos, porque al fin y al cabo el exceso se resuelve con dieta en año nuevo, después del 20 de enero, por eso, sin reparos, los colombianos se deleitan con natilla, buñuelos, tamales, morcilla, marrano frito, postres y dulces, sin compasión; por fortuna son cada vez menos frecuentes los sacrificios del marrano en la vía pública, cruel y raro espectáculo que los extranjeros no entienden.  

Pero con el jolgorio, consecuentemente y avivados los espíritus por las grandes ingestas de licor, aumentan los problemas de convivencia, se dispara el número de lesionados y las muertes por las riñas, los accidentes de tránsito y el uso de la pólvora, de tal manera que la Navidad para algunos es alegría y para otros se convierte en tragedia. 

Preparémonos pues hijo y procuremos que esta Navidad sí sea nuestra.  

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