Por Hugo Ocampo Villegas
Hoy no voy de opinión, sino de evocación. Y la razón es grande. Este domingo 21 de julio se cumplieron 50 años del maravilloso título de Brasil en la Copa del Mundo México 70. Un mundial que hizo historia no sólo por el ‘Tri’ brasilero con su mágico fútbol, que se adueñó por siempre de la Jules Rimet, sino por otros detalles: la trasmisión en directo de todos los partido por TV, la innovación de las tarjetas amarillas y rojas –estas últimas no se utilizaron pues no hubo expulsiones-, la aparición de un moderno balón y el masivo cubrimiento de los medios de comunicación.
De este mundial se ha escrito y se seguirá escribiendo mucho. Para conmemorar estos 50 años he querido acudir a las memorias de ‘Pelé, el mejor futbolista de todos los tiempos’ de Editorial Planeta en la que el astro revela intimidades vividas con ocasión de esa gesta y relacionadas con el también llamado ‘mundial del periodismo’.
La primera, después del festejo, contada por Pelé:
“Logré encontrar un momento de tranquilidad en la ducha para dar gracias a Dios y a mi familia por ayudarme a lograr este gran triunfo. Mientras estaba allí fui interrumpido por un periodista que se las había arreglado para meterse en el vestuario. Yo lo conocía, era uno de los reporteros que había estado diseminando rumores sobre mi vista –recordamos la versión sobre que padecía de miopía-. Y se arrodilló frente a mí, empapándose con el agua, y me suplicó por lo que había escrito. Le respondí que sólo Dios podía perdonar y que yo no era Dios”.
Justamente sobre su supuesta miopía y las declaraciones del periodista – técnico Joao Saldanha, una vez fue retirado de la selección –luego de haberla clasificado al Mundial- por Joao Havelange para entregársela a Jorge Zagalo, Pelé reseñó:
“Cuando Saldanha fue separado del cargo, le dijo a la prensa que el equipo estaba en dificultades. Que Gerson tenía problemas sicológicos, que Leao –el portero sustituto- tenía los brazos cortos y que a mi se me debía dejar de lado por miope. Los periodistas se regocijaron con estas declaraciones”.
Pelé fue escueto en su respuesta a Saldanha: “Padezco miopía desde que debuté en el Mundial de Suecia”.
Como entrenador nacido de las entrañas del periodismo también aconsejaba a sus jugadores de como enfrentar al séquito de periodistas. Alguna vez le dijo a Pelé:
“Pelé, tienes que aprender cómo hablar. Cuando vamos a algún lugar tienes que averiguar el nombre del panadero más conocido, del sastre local. Y cuando te entrevisten dirás que los conoces desde que eras niño y que el sastre le hace los trajes a tu padre. Me divertía con esto, pero estaba absolutamente en lo cierto. A menudo los periodistas lo toman a uno por sorpresa y tienes que inventar alguna que otra cosa”.
Sobre las críticas de los periodistas que afirmaban que Tostao y Pelé eran jugadores muy similares como para que actuasen juntos; que Rivelino y Gerson eran de la misma posición y no deberían ser ambos titulares, el nuevo técnico Jorge Zagalo los confrontó con su propio punto de vista: “Lo que necesita este equipo son excelentes jugadores, inteligentes. Apostemos a eso y veamos como nos va”
El mordaz Joao tuvo problemas por su crudeza y franqueza, lo que le creó problemas no sólo con sus ex colegas de prensa, cuya relación se hizo peor pues no aceptaba las críticas, sino con las esferas del alto poder.
En algún momento de la antesala al Mundial -dos meses antes de su iniciación fue relevado- el presidente de Brasil sugiere públicamente a Saldanha la inclusión de Darío, que era un jugador de las preferencias presidenciales.
Le respondió de manera franca, cortante y directa: “Agradezco la colaboración del presidente pero no la voy a tomar en cuenta, de la misma manera que él no consideraría propuestas mías en torno a ministros o políticas de acción”.
Saldanha terminó atacado por todos y él respondiendo a través de sus inflamados artículos en el periódico O’Globo: “En la vida hay que gente que nació para realizar cosas y otros que nacieron apenas para criticarlas». Zezé Moreira, campeón con Brasil 1962 y a quien Saldanha reemplazó, lo acusó de intruso en la profesión. Finalmente nadie toleró que en un partido amistoso marginara a Pelé. Fue su último acto como entrenador de la selección auriverde.
Fue el mundial esperado por Pelé, jugando todos los partidos a diferencia de los títulos de 1958 y 1962 en los que conoció el banco de suplentes. Se despidió como debía ser, dando una cátedra de buen jugar como protagonista de una selección portentosa. Con las Copas del Mundo le quedaron algunos pendientes: “me hubiera gustado hacer un gol de chilena, lo había hecho para Santos y más tarde para el Cosmos de Nueva York”.
Cerrando el capítulo del Mundial México 70 en sus memorias, Pelé dejó un detalle muy anecdótico: “Es gracioso pero los goles que no hice en el Mundial de 1970 son más recordados que los que anoté –fueron 5-. El tiro desde medio campo (partido ante Checoslovaquia, el balón salió desviado por centímetros), la parada de Banks (juego ante Inglaterra que Pelé calificó como la atrapada de los mundiales) y el amague del guardameta (a Mazurkiewicz de Uruguay). Hubiera preferido no hacer ninguna de esas jugadas a cambio de marcar con un disparo de chilena”.
(Publicado en el Blog de las Estadísticas)