Por LUIS GARCÍA QUIROGA
El gran Buda nos enseña que el dolor es inevitable pero que el sufrimiento es una opción. Este aforismo lleno de sabiduría puede ser cierto en el desamor, el engaño, la traición e incluso en las frustraciones de la política.
El caso es que, en los tiempos de El Iluminado, los ingleses aún no habían inventado el fútbol, deporte en el que el sufrimiento deja de ser una opción para inevitable e irremediablemente convertirse en un sufrimiento, que, en el caso del Deportivo Pereira, la amargura, desolación y todos los sinónimos que existan de la palabra sufrimiento, se extienden de la cancha a las oficinas de sus administradores.
En los 70 años de historia del equipo Matecaña, los buenos administradores se pueden contar en los dedos de la mano. Y sobran dedos. Es, como dice el actor Diego Trujillo: ¡Que desgracia tan infinita!
Si así no fuera, sería un gran alivio el triunfo 4 a 2 ayer domingo el partido crucial al Deportivo Pasto en el estadio Hernán Ramírez Villegas. Un equipo en manos de la justicia ordinaria y administrado por gente indolente, necesita mucho más que salvar la categoría para honrar la pasión de sus hinchas y el respeto por la ciudad que lleva su nombre y sus colores emblemáticos. Mucho más para dejar de sufrir.
Pero no es así porque una de las características filosóficas del sufrimiento, es que se trata de un estado de ánimo en angustia latente y permanente que solo se cura cuando surge una novedad que supere y sepulte la ansiedad nefasta.
Salvar la permanencia en la A no es ningún honor, es prolongar la agonía.
No se mitigará el sufrimiento mientras nuestra amada ciudad no tenga un equipo competitivo. Que cuando pierda lo haga con honor. Como el glorioso Deportivo Pereira de los años 60 y 70 y una pizquita de los años 80 (hasta que, con la complacencia de todos nosotros, permitimos que el primero de los cuatro carteles, metiera las narices y profanara lo sagrado que había en el equipo).
La primera vez que descendimos al infierno de la B fue una noche de llanto y de rabia para quienes estábamos en el estadio. Pero ya el equipo venía en caída libre. Ya no quedaba ni rastro de la furia Matecaña que dejaba los restos en la cancha. Tenía más moral una mata de mora. Y llegó un tiempo en que me hice a la idea de que, como Arturo Cova en La Vorágine, no vale la pena sufrir cuando ya no hay amor.
De eso hace ya varios años. A decir verdad, más de dos décadas de desamor. De esos amores perdidos que uno mira de lejos y que no quiere que se crucen más en el camino de quien no tiene vocación de perdedor.
Anoche al leer los periódicos en el computador, me entero que el equipo se salvó de ir al descenso porque hay otro aún más malo y por el que se sufre menos, porque tiene dueño, pero no tiene lo que le sobra al Deportivo Pereira: hinchas dolientes (y claro, dirigentes indolentes).
La verdad, en mi caso, ya no sufro por el Deportivo Pereira. Todavía sueño con que un día de estos me sorprenda con un viraje organizacional de 180 grados. Aún sueño con poder disfrutar del buen fútbol que vi de niño en el Mora Mora con el Pereira de López Fretes, vendiendo cara cada derrota o saliendo del fortín de Libaré felices y victoriosos.
Ahora que veo el fútbol inglés entendí que el fútbol en nuestro medio no es solo un deporte. Es ante todo un negocio. Un negocio sucio. Es lo que hemos permitido que sea el otrora nunca campeón, pero siempre glorioso Deportivo Pereira.
No podemos decir que salvar la categoría es prolongar la agonía…
Por si no lo sabe se está muy cerca del negocio que permitirá nuevos dueños que podrán capitalizar..
Pienso que en estos momentos todos debemos empujar el barco..reitero está muy cerca el negocio..se acabará la cuestionada liquidación del equipo…lo que no podemos es dejar que le pongan más palos a la rueda..la famosa subasta no avanza es por la cantidad de recursos o peticiones interpuestos. Actualmente hay una solicitando la remoción del Liquidador….hay un personaje oscuro tratando de retomar el control del equipo.y que se mueve por detrás….no lo podemos permitir….
Luis tienes toda la razón. Seguro seguiremos sufriendo porque ese es el amor y sin sufrimiento no sabrá a nada la Victoria.
Claro que es agonía querido amigo. Porque como bien lo dijo don Miguel de Unamuno: no agoniza el que está muriendo, sino el que lucha por no morir.
En esa dimensión ha estado el Deportivo Pereira en los últimos 20 años, como una nave sin timonel porque quienes lo dirigen saben que somos unos chilletas indolentes mientras ellos venden los mejores jugadores por debajo de la mesa y se lucran de las migajas que caen del banquete de la Dimayor. Duele, claro, pero no vale la pena sufrir cuando lo que debiéramos es no alcahuetear a estos bandidos que nos hacen perder la fe.
Te entiendo querido Alberto. Sufre todo aquelnque elija esa opción. A mi me duele. Pero ya no sufro mientras los que gozan son los que dirigen.