Por: @DuberneyGalvis
Llega la campaña oficial para presidencia y congreso de Colombia, en consecuencia, veremos a varios candidatos acudiendo a prácticas con las que aspiran a reflejar características poco habituales en sus actuaciones políticas. Tiempo atrás solían cargar niños, luego, de a poco, las nuevas tendencias mundiales los inducen a sembrar árboles. Esto último ocurre en el país en el que la deforestación avanza a ritmos vertiginosos convirtiéndose en uno de los mayores problemas ambientales.
Adviértase de entrada que la siembra de árboles como marketing electoral o incluso aquella que hacemos algunos ciudadanos como una especie de acto de contrición tras el aporte individual a la huella ambiental y ecológica, no siempre cumple incondicionalmente con el propósito de absorber dióxido de carbono CO2.
Veamos, sembrar árboles para reforestar requiere, no solo tener en cuenta las especies nativas, sino evaluar rigorosamente la biodiversidad de cada lugar. Sobre el tema reportó el diario El Confidencial de España: “Por qué plantar árboles es la peor medida para frenar la deforestación del planeta” -aunque como lo precisó la ecóloga Laura Villamil, el artículo incurre en el mismo error que critica al condicionar como “peor” la plantación de árboles- en el contenido logra explicar que más masa arbórea plantada, no se traduce necesariamente en menos CO2. Por ejemplo, la plantación masiva de árboles en sabanas africanas a la postre podría conducir a liberar el carbono concentrado allí durante millones de años.
Señala un ecólogo experto en el citado artículo de prensa: “Muchas veces no tiene sentido repoblar por repoblar, sino que hay que tener en cuenta para qué, dónde, cuándo, con qué especies, con qué seguimiento y qué actuaciones posteriores va a incluir esa medida”… Sin esas consideraciones, el efecto puede ser contrario al que se busca”. No en vano múltiples empresas a nivel mundial se escudan en la plantación masiva para seguir emitiendo CO2. O afloran inconsistencias como las de los proyectos de bonos de carbono en Colombia que podrían estar vendiendo “aire caliente” (Mongabay/2021).
No quiere decir lo anterior, que deban cesar las enseñanzas desde la escuela sobre la importancia de plantar árboles, pero si requiere profundizar en las consideraciones científicas en la materia. Tratándose de fenómenos sociales y naturales, es preciso recordar que el planeta no es un molde de galletas, lo que en parte se resuelve estudiando la biodiversidad. Además, un árbol cumple también otras funciones básicas como el sombrío, corredor biológico, hábitat de fauna y flora, etc. Así que, importante es plantar, más aún, no talar.
En síntesis, serviría más que los candidatos, en cuanto a reforestación, se apoyen más en la ciencia que en el marketing, y dirijan el lente a la deforestación, incluyendo la que tiene lugar en municipios como Mistrató y Pueblo Rico, Risaralda.