Los populistas contra el populismo

Miscelánea  

Impresiona la perversidad y el sesgo con los que ciertos influenciadores se refieren al populismo como una amenaza nueva y como si eso fuera un mal exclusivo de cierta corriente política emergente y progresista, así como trataron de hacer parecer que la dichosa «mermelada» y el clientelismo los habían inventado en el gobierno Santos. 

Es cierto, estamos a merced de un nuevo gobierno populista, como populistas han sido todos los anteriores, aunque quizás con un populismo diferente, ignoro si mejor o peor, pero populismo al fin. Cada uno hace el populismo que le conviene a sus intereses; por ejemplo, a la derecha le encanta hacer populismo con la fe y con el nacionalismo en temas de seguridad, mientras a los sectores que se dicen de izquierda les encanta hacer populismo con el discurso de clases y también con el nacionalismo, pero en temas de inversión. 

Populista es todo aquel que dice lo que la gente quiere oír, aunque no tenga intención de cambiar ni mejorar nada, y creo que ese es el estilo de los políticos en Colombia, por lo tanto, el engaño y la mentira, no son patrimonio de un grupo en particular, como tampoco los dirigentes tradicionales pueden reivindicar, de ninguna manera, el patrimonio de la moral. 

Algunos periodistas, fletados por ciertos grupos económicos, abogando por el régimen actual, se han inventado una jeringonza en la que, sin mencionar al rival, y sin ofrecer nada, porque no tienen nada nuevo que ofrecer, siguen haciendo su estrategia de ganar elecciones con base en la descalificación y en la difusión del miedo.  

El gobierno que venga, más que nunca, navegará en un mar de incertidumbres, pero también es claro que el camino al despeñadero será más rápido, si quienes pierdan las elecciones no aceptan los resultados y se empeñan en no dejar gobernar y en destruir las propuestas antes de ser sustentadas e implementadas. 

Me temo que, más allá de la discusión ideológica y sobre lo que más le conviene a los colombianos, de aquí al próximo 29 de mayo lo que veremos será un océano rojo y virulento en la lucha por el poder; los que lo tienen y siempre lo han tenido haciendo lo que sea por no perderlo, y, los sectores alternativos que nunca han gobernado la nación, tratando de ilusionar y de conquistar a una gran parte del electorado que está cansado de que sean los mismos con las mismas, los mismos vendedores de humo con distintos nombres pero con los mismos apellidos. 

Entonces, desaparecidas las FARC, en su forma histórica, y sabiendo que en el monte se mantiene el rescoldo de sus disidencias, del ELN que jamás ha tenido norte y el sinnúmero de organizaciones criminales, cuyo común denominador es el narcotráfico simple y puro y la lucha por el territorio, como insumo y como campo de acción de su actuar delincuencial, sin ningún asomo altruista, social o político, a la ultraderecha ya no lo le sirve el sambenito antiguerrillero, y por eso ahora apela a señalar de populistas a todos los que no representan el continuismo, con esa forma particular e irritante de sugerir que Colombia son sólo ellos, como cuando en los reality shows, tipo «Yo me llamo», definen al ganador diciendo «los colombianos eligieron» con las llamadas y los «votos» de 4 gatos.