Miscelánea
Si me tocara resumir en una sola expresión todo lo malo de la sociedad colombiana, la palabra que utilizaría sería: Hipocresía. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española definela hipocresía comoel»Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan«, no obstante, es claro que la carga negativa y las connotaciones de la hipocresía en Colombia van más allá de la simple acción de fingir y confluye en un efecto práctico mucho más grave y más determinante como lo es el engaño, el fraude o la estafa, con fines mezquinos como torcer el rumbo de un proceso o de una decisión que debería ser limpia,libre ytransparente.
En el escenario de lo público esa hipocresía la vivimos todos los días a través de los medios de comunicación, cada vez que prendemos el radio o el televisor para escuchar declaraciones que francamente son un ataque a la razón yuninsulto para las personas medianamente informadas, algunas que saben y otras que perciben lo que en realidad está pasando, porque la tozudez de los hechos permiten saberlo o percibirlo.
Desde que este país tiene memoria, independizadode la corona española, desde cuando la dirigencia criolla empezó a construir lo que hoy tenemos, desde el centralismo bogotano, con la gran influenciaprimero caucana y más recientemente paisa,representado en ese establecimiento que se ha movido entre el rojo y el azul de los partidos tradicionales, con preeminencia de los ideales conservadores, incluso fascistasy la proclividad por las soluciones por debajo de la mesa, aunque a viva voz se proclamen las institucionesy se reivindique la democracia, nunca, desde que empezó el sueño de Bolívar llamado Colombia, jamás esa clase establecida se había visto verdaderamente amenazada, como lo está hoy.
Esa amenazanos lleva a que tengamos que presenciar hechos como que al sector progresista, que puntea desde hace más de un año en las encuestas hacia la presidencia se le atribuyan absurdos como alianzas con paramilitares, cuando han sido el agua y el aceite, o que se les sindique de delitos que ahora son muy graves, peroqueantes no lo fueron, como esconder un micrófono en una sede de campaña, que nadie sabe quién lo instaló, que pudo haberlo sido por los mismos que ahora se presentan como víctimas en una postura inverosímil.
Las mismas fuerzas oscuras que interceptaron llamadasdesde el extinto DAS, que ordenaron o cohonestaron con los «falsos positivos», los mismos que dispusieron perfilamientos y seguimientos a periodistas opositores o incómodos al gobierno de turno, esos que no tuvieron ningún empacho en reconocer públicamente que habían influenciado perversamente la voluntad de los electores en el plebiscito sobre los acuerdos de paz, sacando a votar la gente «emberracada», esos mismos, que hoy están en desventaja electoral, pretenden equilibrar el campo con más de sus»jugaditas».
Esos mismos que durante décadas hicieron lo que quisieron, que no han tenido frenos ni contrapeso, especialmente en los últimos 5 gobiernos, esos mismos, ante la inminente elección de un presidente de izquierda, hoyse presentan hipócritamente como perseguidos por quienes no tienen ese poder.