Para comprar mi primer carro, me decidí por un Swift 1.300 modelo 2002, uno de los carros de la Suzuki que en esos tiempos vendía Chevrolet, inicialmente tenía 12 millones pero el vendedor viendo mis ganas me pidió 16 y, creo que los pagué consiguiendo un préstamo en una cooperativa magisterial; justo en esos días un pariente cercano me contó del buen negocio que algunos de sus amigos estaban haciendo al meter dineros a DMG, me aconsejó calmarme para negociar el carro, invertir mis fondos allá y esperar unos pocos meses y, con los grandes intereses hacer el negocio sin endeudarme, yo lo pensé unos días y por milagro divino no acepté el consejo, en pocos días, menos de un mes, estalló el escándalo y mi pariente contento porque no le hice caso, empezó a contar las pérdidas de los ahorradores de esa entidad que habían entregado sus escasos fondos, cesantías o incluso dineros prestados en bancos, que esperaban pagar con esos intereses de DMG, y quedar con dinero en el bolsillo. Ese año inició su alcaldía Alejandro Martínez y Margarita, mi señora, fue elegida como uno de los tres concejales de oposición a ese mandatario; en un país de corruptos, pronto hubo alguien conocido nuestro que comentó: ¡Que belleza! ¿Cómo será de bueno ser concejal y como serán los torcidos? Mire que Margarita siendo de la oposición ya consiguió para comprar carro para que el marido la lleve y la traiga.
El grupo DMG S.A. Se fundó en 2005 y según la fiscalía entre 2007 y 2008 recaudó más de 2.000 millones de dólares, los afectados serían más de un millón de personas, David Murcia deportado de USA en junio 2019 sigue preso en la cárcel Tramacuá en Valledupar, cumpliendo una condena de 22 años 10 meses. En este escrito quiero recordar otras dos historias: una antigua y famosa, otra tan local y discreta, que no alcanzaron a ser identificadas como pirámides.
De la primera dan cuenta Jorge Child y Mario Arango, en texto de su autoría narran las crisis económicas ocurridas en nuestro país entre 1842 y 1988. La quiebra más famosa en el siglo XIX ocurrió con la cesación de pagos del Dr. Judas Tadeo Landínez en Bogotá. Años antes a la capital del país había llegado una clase emergente provinciana, deseosa de negociar con todo y adquirir las mejores propiedades, eran personas con solvencia económica y sin ataduras nobiliarias, y dispuestas a empezar nuevas empresas vedadas a las tradicionales familias santafereñas: la intermediación financiera y la usura. Uno de los recién llegados era Judas Tadeo Landínez , boyacense nacido en Samacá de familia de lejanos orígenes italianos, desde joven fue comerciante y político, en 1831 hizo parte del Congreso constituyente, luego sería congresista por Tunja en varios periodos, gobernador de la provincia de Pamplona, secretario del interior y de relaciones exteriores y hasta candidato a la vicepresidencia del país en 1838.
Fue Director de la renta de Tabaco; al retirarse en 1839, funda con un pequeño capital un establecimiento mercantil y financiero, iniciando la recepción de dinero a interés y préstamo del mismo, se asocia con dos grandes comerciantes antioqueños Francisco Montoya y Raimundo Santamaría, iniciando la especulación con vales del gobierno, lo que reporta grandes utilidades y aumenta su fama. Motivado por su prestigio y por el aumento en las captaciones , pasa de intermediario a gran banquero, al asociarse con don Sinforoso Calvo y fundar en Abril de 1841 “La compañía de Giro y Descuento”, considerado el primer establecimiento de características bancarias en el país, paga avisos de prensa para promocionar su institución y meses más tarde, ante la liberación de las tasas de interés, ofrece pagar intereses del 2% mensual, cifra record pues solo se pagaba ½ %, o 1% mensual, su oferta despertó verdadero furor y todo mundo empezó a llevar sus dineros, incluidas comunidades religiosas, todos recibieron documentos que acreditaban el desembolso, que siendo endosables circulaban de mano en mano, tanta era la confianza del público que Landínez logró lo que no había podido hacer el gobierno : emitir papel moneda, el banco alcanzó mucha popularidad y lo apodaron: “La Ballena”.
La especulación de Landínez contagió a todos: “Creando un verdadero mundo de ficción económica, de transacciones en cadena con base en papeles de crédito. Unos lo admiran y le confían sus bienes. Otros lo vituperan calificándolo de “charlatán” y “caballero de industria”. Lo cierto es que todos directa o indirectamente tienen que ver con él” (Nota 1).
Con el prestigio y liquidez lograda, se dedicó a adquirir casi siempre a crédito y pagando el 2% haciendas en todo el país, siendo propietario de las mejores de la sabana y la cordillera oriental, las más famosas fueron: Novillero (del Marqués de San Jorge), Tibaitatá, la Majada, Palo quemado, Hato de Hunza, Tunjuelo, entre otras; se apoderó de las incipientes industrias manufactureras, las fábricas de Loza y tejidos de Bogotá, y la ferretería de Pacho, el más importante establecimiento industrial del país, también entró al negocio de las minas: Zipaquirá, Nemocón y Tausa, en la provincia de Bogotá, también fue dueño de minas en Tunja y Chámeza, de igual manera compró las más importantes minas de carbón de la sabana.
En Bogotá compraba a crédito solares, casa, tiendas, boticas, hipotecas, pasivos, llegó a tener una cadena de almacenes en Bogotá y otras ciudades donde vendía toda clase de productos nacionales e importados que transportaba en sus propias mulas, llegó a exportar tabaco y fundó además la primera compañía de seguros de Colombia; “Que se sepa una de las pocas actividades en donde no participó Landínez fue en la minería de oro .Y ello era explicable; había descubierto algo mejor y menos costoso: comprar propiedades con papeles por él emitidos” (Nota 2).
En el año de 1841 hubo un momento en que el gobierno subsistió por los préstamos de Landínez, que pagaba en su banco los sueldos oficiales e incluso equipaba las tropas; tenía agencias en todo el territorio nacional (excepto en la parte occidental, no había ocurrido la colonización antioqueña). ” Landínez fue el primer empresario colombiano en lograr una verdadera integración del complejo y variado mundo económico. Sus instituciones captadoras y crediticias le servían para auto- financiar sus especulaciones. Su red mercantil le permitía adquirir materias primas para sus industrias y vender sus productos, movilizados en su propio transporte. El carbón lo utilizaba en sus factorías de sal y siderurgia. Hasta montó la actividad de los seguros para cubrirse de todos los riesgos, menos del que nadie presentía, incluido él mismo: la bancarrota” (Nota 3).
La inflación, desconocida hasta ese entonces y los rumores sobre la quiebra de Landínez disminuyeron sus captaciones, acreedores y ahorradores le exigían el pago o devolución de sus ahorros en metálico, en una época que el presupuesto nacional eran 2 millones de pesos el pasivo de Landínes superó los dos millones siendo sus activos solo medio millón.
En mis tiempos de docente en San Gil, conocí de oídas y vi de lejos a Don Marcos Calderón, apodado cariñosamente “ marquitos” un conocido y próspero comerciante, a quién amigos y conocidos empezaron a entregarle sus cesantías, ahorros, dineros de ventas de casa o lotes a cambio de intereses, también prestaba dineros cuando el respaldo era una propiedad raíz; según sus malquerientes, marquitos vendió bienes entregados a él en hipoteca, que nunca devolvió, no había comprobantes porque los negocios se hacían de palabra. Inicialmente don Marcos cumplía sagradamente sus compromisos, luego tuvo problemas financieros y, en sus años postreros incluso el municipio le permutó un lote pedregoso y feo, por uno plano y fácil de construir, sede de la Nueva Normal Superior a cambio de condonarle prediales vencidos, a su muerte se presentaron muchas personas a reclamar dineros, intereses e incluso bienes comprados sin escriturar, por los cuales habían pagado ya tres o más personas; a pocos le pudieron cumplir, dicen que se robó una calle al levantar una pared en un lote, abrirle una puerta y poner allí un parqueadero, al parecer el municipio sigue reclamando el predio. Aunque no causó tantos daños como Landínez ni como DMG, marquitos montó su pirámide en San Gil.
La intervención del gobierno despertó suspicacias políticas, en el caso de DMG creo recordar que se quiso pintar la estafa como una libre empresa de un emprendedor pobre, atacado por los gobernantes, personas de los estratos altos del país. En la época de Landínez se gestiona su salvación con apoyo del gobierno y financistas de Bogotá, quienes le prestarían un millón de pesos “Pero esto provocó la reacción de sus enemigos, encabezados por Ezequiel Rojas , el más prestigioso de los jefes liberales de aquellos días que veía en Landínez el soporte del gobierno conservador. Se propagó la noticia de que “La república iba a ser sacrificada favor de mis acreedores”, relataría luego Landínez” (Nota 4).
En estos casos anteriores y en los nuevos que surgirán, las autoridades actuaran cuando el daño esté hecho, más ahora, que se trata de “negocios internacionales” sin vigilancia o control de nadie, caso del Bit Coin o de ofertas de invertir en Amazon, prometiendo un sueldo extra como fruto de la inversión; en esos casos digo como mi abuelo minero ¡No creo en mina de tanto oro!
Notas.
1-Bancarrotas y crisis, Jorge Child-Mario Arango Grijalbo segunda edición 1988, Bogotá. Página 25.
2- 3- Bancarrotas y crisis, Jorge Child-Mario Arango Grijalbo segunda edición 1988, Bogotá. Página 27.
4–Bancarrotas y crisis, Jorge Child-Mario Arango Grijalbo segunda edición 1988, Bogotá. Página 29.
Mil gracias, todavía muchos colombianos saldrán tumbados, como decían mis viejos «primero se acaba la aguamasa que los marranos»
Buen escrito investigativo sobre asuntos económicos ilegales que prosperan al amparo de la ley y que sólo se judicializan cuando el daño está hecho, todavía subsisten los prestamistas y los captadores de dinero como una actividad extra bancaria, no obstante que está prohibido, Art. 335 de la CN.