Alba Nury Orozco Gómez
Te engaño, te ilusiono, te llevo a un lugar extraño. Un uniforme y unas botas. Te arrojo a una fosa, te dejo morir sin un rayo de luz, sin vida, y luego lo niego todo. Nunca has existido.
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Don Raul Carvajal, había manejado durante doce días desde Montería. Paró al final de cada jornada en un pueblo distinto haciendo lo mismo: estacionaba en el parque central y repartía volantes para reclamar justicia […] llevando en la parte trasera el cadáver exhumado de su hijo, un suboficial del ejército, que, […] lo habrían asesinado sus propios compañeros en un falso combate con la guerrilla en El Tarra, en Norte de Santander, por negarse a participar en el asesinato de dos jóvenes en ejecuciones extrajudiciales. Allí, frente al Capitolio, don Raúl repartía volantes que decían: «Que me aclaren el asesinato de mi hijo, y si no pueden, que me manden a asesinar a mí también». (semana.com, El Cadáver Viajero, 26/02/2011) pero su travesía no paraba allí, su objetivo principal era poder preguntarle personalmente al expresidente: ¿Quién dio la orden?
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En audiencia en febrero de 2020 el general en retiro Mario Montoya dijo que la verdad, aunque fuera dolorosa, es que los soldados que prestaban servicio militar eran de estrato 1 y 2, pues ‘esos muchachos ni siquiera sabían cómo coger cubiertos ni cómo ir al baño’, haciendo una referencia a que eran ignorantes que no tenían valores, que no entendieron la diferencia entre resultados y bajas, y por eso cometieron estos hechos.
De inmediato, Raúl Carvajal, víctima de este caso, se puso de pie y le gritó «hijueputa» elespectador.com
¿Quién dio la orden?
Sus respuestas eran: ‘no conozco’, ‘no sé, no estaba ahí’, ‘pregúntele a esa persona’, ‘no me acuerdo’. No dijo una sola verdad. Nosotras nos fuimos al silencio porque desde el principio él dijo que no iba a decir nada. Sólo lo escuchamos hablar mentiras. Dígame: ¿qué hacemos nosotras? madre de Jony Duván Soto Muñoz elespectador.com
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¿Cómo podían volverse guerrilleros y enfrentarse en un combate contra el Ejército en tan pocas horas? ¿Cómo era posible que hubieran llegado a esas zonas tan lejanas? ¿Quién se los había llevado del barrio para dejarlos frente a un pelotón de fusilamiento, que los condenó y los ejecutó sin razón? ¿Por qué él, si nada tenía que ver con esa guerra? ¿Quién había dado la orden de matarlo y para qué? Se preguntaba doña Blanca Monroy madre de Julián Oviedo Monroy.
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Habitan en nuestra sociedad ¡Monstruos horrendos, Monstruos terribles!
Tenaz !!!! Que capítulo de nuestra historia tan horrendo.
Clemencia Mejía Trujillo
Episodios reales que hacen que la verdad aterradora..tanto que nadie quiere verla….la ciudadanía debe hacer coro para exigirle a la justicia que llame a cuentas a los delincuentes sin importar de que logia política son.
Son verdades que hay que decir y se dijo, pero la ciudadanía debe dejar el miedo y exigir que ja justicia llame a los delincuentes sin distingo de partido.
hablar de lo que nadie quiere hablar. Gracias
Valiente Alba Nury ! uribe y mario montoya deberían estar pudriéndose en La Picota.
«Cuantas veces puede un hombre voltear la cara y pretender que no ha visto nada.»
Monstruos horrendos, Monstruos terribles! Que se alimentan de los miedos, de la pobreza y de la injusticia de un país.
Gracias por la palabra, palabra que transforma
Alba Nury: Colombia ha padecido siempre de terribles casos de violencia, particularmente el siglo 20 estuvo plagado de ellos como la forma de hacer política y apoderarse de las tierras mediante el crimen y el despojo, así se hizo gran parte de eso que aún llaman riqueza.
Sin embargo, peor que los falsos positivos no puede haber sido nada. Se necesita haber descendido a lo más bajo en la escala de valores para que por la cabeza de alguien pase semejante y horrorosa idea.
¡Monstruos horrendos, Monstruos terribles! es muy poco para calificar a semejantes seres, pero es algo.
Te felicito por tener el valor de tocar el tema que casi nadie se atreve a mencionar.
Un fuerte abrazo