Una gran ilusión se despertó en Pereira y Risaralda con el resultado de las pasadas elecciones al Congreso de la República, donde fue posible llevar a la Cámara de Representantes a dos excelentes voceros de los sectores alternativos, me refiero a Alejandro García Ríos y a Carolina Giraldo Botero.
Esta hazaña se logró sin acudir a los modelos tradicionales de conseguir respaldos electorales afincados en el dinero y en las maquinarias que utilizan el Estado para estos propósitos. Un modelo que ha resultado desastroso para la democracia y para los intereses generales de la sociedad, pues implica un círculo vicioso, que trae la ilegalidad y que se reproduce sin cesar, haciendo de la política un negocio y de la ética algo marginal, encadenada a la reproducción de lo mismo para sobrevivir dentro de esa lógica.
Hemos de reconocer además que se produjo un fenómeno más asociado a la casualidad que a otra cosa; la segunda curul, la de Carolina, si nos atenemos a las cifras, obedece a que el partido conservador se dividió y no alcanzó el umbral, cifra indispensable para tener elegidos. Claro está que hubo una votación muy alta de acuerdo a los pronósticos, no obstante que la lista de alternativos fue parcial, pues se quedaron por fuera varios sectores, los cuales también tuvieron muy buen desempeño.
Debemos evitar visiones demasiado optimistas que pudieran no ver la realidad, creyéndose con el derecho a dar y convidar, cuando la única verdad es que los alternativos tienen una gran oportunidad siempre y cuando sean capaces de unirse y entiendan el momento. Aquí nadie es hegemónico; para llegar exitosos a las elecciones uninominales del año entrante, se hace necesario evitar que aparezca, por simple interés, esa manía atávica que suele surgir de querer destruir a los competidores sin permitir la competencia.
Cuando se habla de unión para triunfar debe ser incluyente, y buscando un mecanismo donde todas las fuerzas que se comprometan con un programa y unos principios de actuación puedan participar. No es la descalificación o la presunción de estar por encima de los demás el camino indicado para llegar a acuerdos. Ojalá fuera una elección abierta la que decidiera quién finalmente lleva la vocería en cada caso.
La política para tener mayorías implica persuadir, traer a quienes no estaban, sumar, dejar atrás rencores, reconocernos como humanos con todas las diferencias.
Tampoco puede magnificarse el triunfo de Petro, olvidando que una cosa es lo Presidencial y otra las elecciones territoriales. Es cierto qué hay un clima propicio con un gobierno nacional que mira con simpatía elegir en lo territorial opciones alternativas, y que en lo emocional hay optimismo en el territorio, pero insisto, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
Es tiempo de abrir las puertas a la superación de las diferencias internas en las fuerzas, de tender puentes entre ellas y de llamar a otras si queremos aprovechar la oportunidad que brinda esta coyuntura que se dió y que era impensable para muchos .
Hay que pasar de la perplejidad a la acción .
Saludos
Luis Enrique Arango
Algo puede hablar de eso mi estimado Oscar, pero también las prevenciones, los rencores, los odios y la cultura de dividir las personas en malas o buenas. Tenemos que educar para la cultura de la reconciliación y la unidad .
Una unión se hace necesaria para poder combatir la irracionalidad de muchos simpatizantes de la izquierda radical que no les importa el derrotar un sistema corrupto, más bien ayudan a muchos de los mismos a cambio de míseras monedas.