Por: Martha Rotavista
Esta pandemia que atraviesa el mundo ha llevado a que muchos vivamos en algún momento situaciones como sacadas de películas: no salir, esquivar al vecino si lo vemos en la calle, parques como cementerios y pistas de hielo como morgues, ciudades desiertas y casas llenas…esto último suena maravilloso, pero para algunos es una verdadera desgracia.
Sí, no es exageración, muchas mujeres y muchos niños, viven hoy confinados con quien los maltrata. Víctima y agresor comparten un espacio día a día, noche tras noche, segundo tras segundo, donde es muy claro quienes llevan las de perder.
Las cifras hablan por sí solas, el Fiscal General, Francisco Barbosa, le aseguró al periódico El Heraldo que durante el período del 20 de marzo al 4 de abril, se registraron 12 feminicidios en Colombia, y eso ya hace más de un mes…
A esas muertes se les suman 132 llamadas a la Fiscalía, denunciando violencia intrafamiliar y 55 por denuncia de violencia sexual, esto sin contar a las mujeres que callan, que no denuncian y que tienen tanto miedo, que ni reconocen su situación.
¿Quién me dice que podemos hacer entonces? ¿Dónde podemos ir más allá de la denuncia, dónde verdaderamente hay castigo, dónde la situación disminuye, dónde las mujeres y sus hijos pueden sentirse libres y seguros?
Muchos estamos en la comodidad de nuestras casas, compartiendo en familia y sin más problema que tener que estar pendiente de las clases virtuales de los niños, sacar al perro, inventar qué hacer de almuerzo, o encontrar una buena rutina de ejercicios; otros no tienen esa fortuna, piensan en cómo hacer para que el golpe duela menos, cómo lograr descansar un poco de oficios no valorados, cómo proteger a sus hijos, cómo escuchar menos los gritos. Sueñan con poder estudiar algún día o trabajar para ‘no sufrir más’ y así escapar de esa realidad.
La ONU Mujeres Colombia, reportó que en el país tres de cada 10 mujeres reportan violencia por parte de su pareja. Mientras que el 77% de la violencia sexual que se denuncia ocurre en la vivienda y normalmente el agresor es una persona cercana…
Siendo así, el hogar no es un espacio seguro para las mujeres y los niños, ellos están durmiendo con el enemigo (con menos suerte que en las películas)…tal vez nosotros no podamos cambiar esa realidad, pero al menos podemos comenzar siendo solidarios, creyendo en ellos, exigiendo su protección.
Es hora de denunciar, también de actuar. Si no sabemos qué hacer, al menos pensémoslo…
Estimada Martita:
Colocas el dedo en la llaga de un gravísimo problema que tiene más de impunidad que de ninguna otra cosa.
En uno de mis artículos anteriores referí que he asistido a muchos plantones en la fiscalía para protestar por la impunidad en los feminicidios.
Lo que tu relatas es la primera parte de estos terribles crímenes que laceran nuestra sociedad y nos queda más que un ¿por qué?
Así es Ferley. Triste realidad 🙁
Marthik tienes toda la razón la gente no cambia y sigue en las mismas, pero creo que después de que pase esta pandemia el mundo dará una vuelta como nunca se había visto en siglos en la historia. Te felicito el artículo esta muy bien escrito.
Así es 🙁 ojalá las cosas mejoren