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SaludLágrimas de cocodrilo

Lágrimas de cocodrilo

Por Martha Rotavista

Y sí…vivimos en un mundo al que no lo frena ni una pandemia, ni una amenaza, ni la pobreza misma…parece que la ignorancia supera aquí todos los límites y la crueldad es el pan de cada día. Que conste que no lo invento yo, lo vemos a diario así a veces tratemos de pasar de agache.

Este mundo donde días atrás la naturaleza pareció tomar vida propia y disfrutar de nuestra ausencia mientras una gran parte de la población permanecía en casa, es el mismo mundo donde la semana pasada al sur de India, moría una elefanta embarazada tras ser alimentada con piñas que escondían explosivos. El animal murió agonizante, con su boca reventada y un dolor (supongo yo) que increíble por varios días (lo peor es que en estas zonas, así es como ‘ahuyentan’ a los paquidermos para que no dañen las cosechas).

Este mundo tan ‘chevere’ donde lo que importa para muchos es aparentar y poseer, es el mismo donde abandonaron a miles de animales (muchos de razas, carísimos), debido a un virus que no fue culpa de estos (hasta un pequeño primate de Bolivia se volvió noticia en España, apareció enjaulado en Alicante, así sin más…al parecer servía de ‘divertida mascota’ para algún mortal).

Ah, pero no vamos lejos, si es que en Colombia y en nuestra ciudad, a diario aparecen animales maltratados, quemados, abusados y pues nada… todo bien, mucha alharaca, pero leyes blandas (a ver, no defienden a los niños con todo su peso, mucho menos lo harán con ‘un bichito cualquiera’).

¿Recuerdan hace poco que unos personajes, así de ‘desparche’, asesinaron a una anaconda en el Meta (la sacaron de su madriguera y zass, venga pa acá que no es pa eso)? ¡Increíble de verdad que haya tanto…tanto qué, es que no sé ni cómo calificarlos!

Les dejó esta cifra: no más en Bogotá, el año pasado (solo hasta el mes de agosto), se registraron cerca de 3 mil 300 animales víctimas de algún tipo de violencia, según lo reseñó el Instituto de Protección y Bienestar, dentro de las víctimas estaban tanto especies de compañía, como de granja.

Y para finalizar quiero mencionar una historia que me tocó el corazón, la de Parita, una perra en Puerto Limón, Provincia de Herrera, Panamá, que salió esta semana de paseo, feliz (supongo) con un grupo de ‘amables jóvenes’ que querían pasar un rato con ella…y de repente zuassss, la arrojaron a un lago a las fauces de un reptil para que poco a poco la desmembrara, mientras ellos morían pero de la risa. ¿Era esto necesario?

No sé, creo yo que aquí no se trata ni dar latigazos, ni de soltar lágrimas de cocodrilo, pero esos que no hablan también nos necesitan…¡qué empiece la lucha!

5 COMENTARIOS

  1. Aquí estamos frente a la necesidad urgente de una re evolución cultural. Tenemos que volver a inculcar valores y esperar una nueva generación fundamentada en el respeto.

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