Fundado el 9 de febrero de 2020
LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadEstampas profesorales del Colegio Guanentá.

Estampas profesorales del Colegio Guanentá.

Una institución gloriosa como el Colegio San José de Guanentá ha perdurado y perdurará muchísimo más que quienes pasamos por sus aulas y pasillos como docentes o estudiantes; a riesgo de omitir a muchas personas y sus actuaciones trataré de elaborar una colcha de retazos de recuerdos de algunos de mis amigos docentes quienes laboraron en la misma época en que yo tuve el privilegio de ser profesor en este magno templo del saber.

En el artículo anterior recordé la multiplicidad cultural de los docentes del Colegio Guanentá, evocaré a algunos de ellos y algunas anécdotas:

Corría 1982, cuando se rumoró que había títulos académicos y papeles falsos usados para ascenso en el escalafón docente, a todos nos tocó acreditar nuestros títulos académicos, nada difícil en mi caso por ser solo bachiller técnico, cosa imposible para quienes habían comprado certificados de bachillerato falsos; en ese tiempo varios docentes fueron destituidos y hasta expulsados de la universidad ya a punto de graduase, por usar un título espurio. El profesor español Ignacio Escrigas Oé, solicitó  su certificado de Bachillerato a su ciudad natal en España, le contestaron que dicha ciudad había sido destruida totalmente y no había archivos que permitieran certificar sí era o no bachiller; por su calidad  de Profesor Emérito,  y  por su carácter de refugiado de la guerra civil española, el Ministerio de Educación Nacional le concedió un periodo de gracia de dos años para validar bachillerato, de manera que empezó a trabajar en la jornada nocturna y en las mañanas y tardes a estudiaba para presentar el examen de validación, al lograrlo, estando cerca de  cumplir  60 años, anunció  que ahora que había repasado tantos temas estaba listo para ser Licenciado en Idiomas, cosa que logró para júbilo de quienes lo apreciábamos por sus grandes calidades humanas.

El Colegio Guanentá tenía mesas de Billar y Billar pool, la hora de juego era más barata que en el centro y  como algunos de nosotros éramos internos  las mesas tenían clientela garantizada, la cofradía profesoral más unida la conformábamos los jugadores de pool, las iniciales de nuestros nombres dieron origen a nuestros apodos de juego: yo era el Das(Danilo Salazar);  el F-2 era Félix Flores; Fredy Alonso Cortés era Fac; Gustavo Amézquita Ortega era Gao, cuando llegaba su turno alguien decía con malicia taca gao;  había unos jugadorazos como Nelson Marín apodado Nemesio por las iniciales de su nombre (NM), quien jugando bola ocho, tacaba, metía y dejaba tapado al siguiente jugador, tacar detrás de  Nelson era sinónimo de perder  muchos chicos.

Entre los juegos preferidos por mis compañeros docentes estaban las cartas, jugaban 21, gran 21, relancina, toruro, póker, escalera flor, todos términos desconocidos para mí que nunca jugué; era común que se sentaran a jugar un viernes de pago en las horas de la noche, hasta las 5 de la mañana del lunes, porque quienes laboraban en la jornada de la mañana empezaban clases a las 6 a.m.; en una de esas jugarretas murió un profesor de Educación Física el tolimense José del Carmen Devia (apodado Huevo Duro por su parecido con ese personaje de la tira cómica de Condorito), quien tenía marcapasos. Ese incidente acabó con el juego de cartas.

Los viejos profesores, o sea mis antecesores, eran buenos bebedores, el Profesor Germán Pachón, me contó que cuando trabajó en el Colegio Técnico Aquileo Parra de Barichara le pagaron durante un tiempo, parte de su sueldo con cajas de aguardiente, las que debía salir a comerciar o beber poco a poco. En ese ambiente de dipsomanía, recuerdo que en una ocasión fuimos a beber y almorzar al piqueteadero El Hoyo, de propiedad de Doña Lola Dulcey, después de pasar una tarde de camaradería, copas y comida, hicimos vaca para pagar la cuenta, pero el dinero no alcanzó, ante lo cual Horacio Rueda, apodado catire por ser rubio, preguntó si nos recibían un cheque,  propuesta  que la señora aceptó si el garante de ese dinero era el citado Horacio; a la hora de firmar el cheque no resultó un lapicero, uno de nuestros contertulios Baltazar Vargas, conocido por su tacañería, se había dormido al momento de hacer la vaca, y en el clamor por el lapicero, en medio de ronquidos levantó la mano ofreciendo su lapicero para firmar, eso nos  hizo soltar la carcajada y comprobar que el malicioso se estaba haciendo el dormido; obviamente entre el domingo y el lunes se recaudó el dinero para cubrir el cheque, el profesor Horacio fue al restaurante, pagó en efectivo y recogió el cheque, que por cierto era el último de una chequera del First National City Bank, entidad que había cerrado sus operaciones en Colombia, doña Lola no supo que el cheque era más falso que una moneda de cuero.

Otro entretenimiento de algunos profesores guanentinos eran las riñas de gallos, en el restaurante de “mentira fresca” (un tolimense que parecía paisa por lo exagerado), casi siempre les iba mal, en una ocasión llegaron buscando dinero para cubrir un cheque que habían girado para pagar las apuestas perdidas, pues según se dice es tan peligroso deberle dinero a un mafioso como a un gallero. En un tiempo llegó un docente tolimense llamado Humberto Celeita, autoproclamado conocedor de gallos, que aseguraba que solo con ver sus plumas sabía si el gallo ganaría el combate, arrastró al tacaño Baltazar, quien no volvió por allá después de perder dinero con la asesoría del tolimense, que de gallos poco sabía.

Un deporte muy practicado en el Guanentá era el ajedrez, existía un grupo de talentosos jugadores entre los que recuerdo a Pablo Hernández, Rodrigo Rueda, Cesar Lanzziano; en una ocasión los profesores del Colegio Universitario del Socorro (otro colegio Santanderino) nos invitaron a un intercambio, nosotros iríamos al Socorro y luego ellos nos visitarían, se realizarían 12 partidas en cada desafío, mis compañeros convencidos de su superioridad, decían que ganaríamos el intercambio; nos invitaron a Ulpiano Bohórquez, Alirio Buitrago y a mí, porque como éramos malos jugadores de ajedrez,  nos ganarían las partidas y el encuentro quedaría 9 a 3 a favor del Guanentá; nos ubicaron al frente a nuestros retadores, a mí me tocó un estudiante, me  retrasé un poco mientras nerviosamente me fumaba un cigarrillo, mi contrincante inició con las blancas y al poco rato me tenía sin las figuras de un lado del tablero, ni torre, ni alfil, ni caballo, ni peones, me estaba dando una paliza y estaba preparándose para darme mate, en su entusiasmo dejó su dama desprotegida y yo me la comí con un peón, abrió los ojos incrédulo y me dijo “profe, resigno la partida ¿Me concede la revancha?”, yo atortolado por la pela que me había dado, me excuse de jugar otra partida, aduciendo que solo jugaba una partida de alto nivel por día, el muchacho creyó haber perdido con un Petrosian, un Capablanca o un Alonzo Zapata, y yo no podía dañarle esa ilusión, finalmente gracias a “mi triunfo” ese intercambio lo ganamos 7 a 5.

Siervo Toloza montó su taller de metalistería, y religiosamente, Carlos Gutiérrez apodado “pájaro loco” y otros contertulios agarraron el vicio de ir los sábados en la mañana a hacer sancocho al taller, cosa que lo perjudicaba porque le impedía trabajar en forma, estando inconforme, no se atrevía a decirles nada para no perder la amistad de aquel grupo de tranquilos docentes, que se transformaban en vociferantes borrachos ya avanzada la tarde sabatina;  meditando la manera de quitárselos de encima y quedar bien con ellos, un sábado terminando la tarde, arrojó dentro del caldo que quedaba en la olla, una vieja suela de zapato  recogida y lavada  con antelación por él, para hacerles creer que desde el inicio del sancocho la habían estado cocinando, cuando la vieron hubo vómitos, reclamos entre los borrachos y juramentos  y solo así se acabó el sancocho sabatino donde Siervo.

Nuestro Colegio era de puertas abiertas, incluso los sábados en las mañanas subíamos a jugar billar, nubia Torres, encargada de la cafetería era tan complaciente con nosotros que muchas veces le gastábamos almuerzo para poder jugar hasta 4 o 5 de la tarde, yo prácticamente mantenía de tiempo completo en el colegio, mi señora e hijos aprendieron a montar en bicicleta en las canchas de la institución y a nadar en su piscina, prácticamente nuestro parque de diversiones fue nuestro colegio.

Una tarde vi a al rector Don Aturo García Núñez mirando entrenar al equipo de Voleibol femenino, donde había una escultural jugadora llamada Albita Rodríguez, le pregunté si era aficionado a ese deporte y me contestó entre suspiro:” que va mijo, aquí estoy haciendo ganas para llevar a la casa”. A propósito de rectores mil saludos a Fabio Ernesto Betancur, quien fue vital al ser trasladado a Santa Rosa, a Raimundo Reyes y José Domingo Ortiz, compañeros de aula que luego fueron coordinadores y rectores de la institución, a quienes tengo en gran estima.    

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6 COMENTARIOS

  1. Hola Danilo. Un abrazo grande y que escrito tan bueno. Falto una anécdota de Jorge Gaitán, quien también trabajó en el Guanenta

    • Hola Germán: quedaron muchas otras historias pendientes, yo llegué de reemplazo de Gaitán, quien había sido destituido, y tiempo después lo conocí, UD me contó que se obtuvo su pensión de profesor en el Líbano Tolima, cosa que me alegra. Mil saludos y bendiciones .

  2. Excelente reconstrucción de aquellas vivencias en alguna época de su vida; siempre quedan en el recuerdo, lo sitios donde laboramos, y los compañeros y superiores con quienes compartimos, que nos recrean la mente, razón tienen quienes dicen que recordar es vivir. Muchas gracias Don José Danilo, respetuoso saludo.

  3. Buenos días Danilo. Saludos.

    Felicitarlo por el realce del colegio Guanentá ya que estos espacios no se pueden perder ya que el

    trabajo que se hace al interior de las instituciones educativas son enormes y las vivencias de los

    estudiantes son inolvidable, perdurando toda la vida.

    Veo que los comentarios lo disfrutan las personas que estuvieron al interior de dicha institución .

    El rector Fabio Ernesto Betancur fue rector del Inem Felipe Pérez de Pereira, muy buena persona y es el

    recuerdo que tengo de Don Fabio.

    Danilo un feliz día le deseo . Muy bueno el video de Youtube

    Abrazos

    • Hola apreciado Isdaen: esa oportunidad de laborar en el Guanentá fue la mejor experiencia de mi vida y eso la hace inolvidable, como inolvidables son los maestros que conocí en mis inicios pedagógicos, amigos de casi 47 años, como mi apreciado Rodrigo Rueda, quien me ha visitado en dos ocasiones y Eustorgio Jiménez, otro querido amigo quien ya conoció estas tierras al visitarme, a ambos un abrazo enorme.

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