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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadNo creo que Maduro entregue el poder

No creo que Maduro entregue el poder

 

La historia hablará de la diáspora venezolana. Hablará sobre el sufrimiento de los que se quedaron en la patria de Bolívar, de un pueblo que, sentado sobre un gigantesco barril de petróleo, hoy tiene el más bajo ingreso per cápita de América Latina.

Y hablará de la diáspora, de los que se fueron de su país y “navegan” a la deriva por las carreteras y calles del mundo, que son muchos más que los pocos afortunados que han encontrado oportunidades de trabajo, de dignidad y de calidad de vida.

En Risaralda tenemos una comunidad venezolana, grande. En Dosquebradas la Secretaría de Educación reporta en las aulas más de 2.000 niños y niñas de origen venezolano. Muchos de ellos van a la escuela sin desayunar y con deficiencias nutricionales.

En Pereira conocí el caso de una niña de 12 años de edad que estando en cuarto de primaria, no sabe leer. O sea, hace sus tareas por reconocimiento de los signos del alfabeto que copia del computador a un cuaderno. Me partió el alma cuando quise ayudarle a hacer una tarea sobre las tres cordilleras colombianas.

El éxodo de venezolanos de todas las condiciones sociales es la tragedia más grande que ha vivido Latinoamérica. Incluso más allá del largo letargo de la dictadura de la familia Somoza en Nicaragua.

En el caso venezolano, el dilema se debería resolver este domingo 28 de julio cuando todo ser humano sensato espera que Nicolás Maduro sea derrotado en las urnas y lo más importante: que entregue el poder.

Las encuestas le dan el triunfo a Edmundo González Urrutia el candidato de María Corina Machado, una guerrera. Sería el fin del embeleco del chavismo del mal llamado Socialismo del siglo XXI que solo trajo desesperanza y tragedia.

Yo soy pesimista en ese sentido. Maduro no va a entregar el poder por las buenas porque tiene la vocación del sátrapa que se atreve a amenazar que si sale derrotado “habrá un baño de sangre y una guerra civil”.

Son muy largos los seis meses que van desde el día de las elecciones hasta la posesión del nuevo presidente. Nada hace presagiar una transición pacífica.

Mao Tse-Tung decía que el poder está en la punta del fusil. Eso lo saben los siete millones de venezolanos desterrados y regados por el mundo.

Maduro se atornillará al poder. Solamente las fuerzas armadas venezolanas podrán evitar que ello ocurra.

Si el ejército lo respalda, se queda. Pero si no lo apoya, esa gran nación que es Venezuela, tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra. Veinticinco años después, ya es hora.

No olvidemos que Venezuela llegó a la dictadura por la vía de la escalofriante corrupción de su clase política tradicional. Lección que deberían aprender nuestros políticos y los responsables del manejo de las instituciones.

Luis García Quiroga

 

 

 

 

 

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