Miscelánea
Latinoamérica no tiene muchos antecedentes de presidentas; Isabel Perón y Cristina Fernandez en Argentina, Violeta Chamorro en Nicaragua, Mireya Moscoso en Panamá, Michelle Bachelet en Chile, Laura Chinchilla en Costa Rica, Dilma Rousseff en Brasil y más recientemente Jeanine Añez en Bolivia, aunque esta última lo fue de manera interina.
La que ha estado más cerca en Colombia ha sido Nohemí Sanín Posada quien fue candidata presidencial en 3 ocasiones, 1998, 2002 y 2010; en las 3 voté por ella; ella era de filiación conservadora mientras yo me he considerado siempre como liberal de centro izquierda, pero no me importó, mi voto por Nohemí en realidad estaba determinado por lo que ella representaba como dirigente, más que por su ideología, abriéndose paso en un escenario, como el de la política, en el que algo hemos avanzado, pero que sigue siendo muy adverso para las mujeres.
En mi modo de ver, Nohemí Sanín tuvo una presencia refrescante y disruptiva en su momento, con su carácter, su determinación y sus buenas formas en el ejercicio de los cargos públicos que ocupó, especialmente como ministra de Comunicaciones y mucho más como ministra de Relaciones Exteriores, de hecho, cada vez que pienso en un canciller, el primer referente que tengo es Nohemí, no solo por su competencia y desempeño sino además por su elegancia. El Caso es que Nohemí ya no fue; a ella le pasó como a Nairo Quintana cuyo mejor momento coincidió con el de un monstruo, Chris Froome; el rival de Nohemí fue Álvaro Uribe Vélez … nada que hacer.
Salvo Claudia López, no se vislumbra en el horizonte una figura femenina con los pergaminos y la compostura suficientes para gobernar a Colombia, y alguien me dirá, pero como así, si ahí están María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Vicky Dávila; de esas tres opciones las dos primeras me asustan por el tremendismo de sus discursos y, de la última, sinceramente me parece una tomadura de pelo que la hayan puesto a sonar como presidenciable; Vicky no será una “muñeca de la mafia”, pero deja mucho que desear la forma en que ha ejercido el periodismo y su paso por la revista Semana es lamentable, por la instrumentalización que hizo de ese medio venido a menos.
A propósito de la posesión de Claudia Sheinbaum como nueva Presidenta de México, sorprendente, por un lado porque le da continuidad a la izquierda y por el otro porque el país azteca es un referente de machismo, donde hace solo 50 años era impensable que las mujeres llegaran tan alto, se me ocurre que en Colombia debemos pensar en serio en darle la oportunidad a una mujer, bajo la premisa de que las mujeres son, en general y por naturaleza, disciplinadas, estratégicas y organizadas, y quizás, más leales y más honestas, sólo se les reprocha el drama, por lo demás, tienen todo para gobernar.
No sé si para los colombianos el momento sea con Claudia López, la Cabal, Paloma o Vicky, pero en todo caso, si queremos consolidarnos como una sociedad más civilizada, tenemos que trabajar duro para cerrar las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres, siendo la política un buen comienzo; necesitamos más ediles, más concejalas, más representantes mujeres, más senadoras, más alcaldesas, más gobernadoras y una presidenta, que nos saquen del feudalismo mental en que hemos vivido.