Por JORGE CARDONA
A raíz de la pasada columna de opinión titulada “las dos mamás”, tuvimos la oportunidad de conversar con amigos sobre las innumerables posibilidades y vacíos legales de la reproducción humana asistida en Colombia, en la modalidad de madre subrogada, tertulias que incluso tuvieron la fortuna de contar con opiniones de un reconocido médico especialista en el tema, en donde la conclusión preliminar es que no es un tema pacífico, sin embargo, hemos llegado a algunas consideraciones que pueden ser aceptadas o no, en virtud de las cuales el lector podrá inclinarse en una tendencia o en otra, la primera de orden prohibicionista por razones morales con apoyo jurídico y científico, la segunda permisiva, de igual manera fundada en razones derivadas del derecho a la reproducción, a la constitución de una familia y a la redefinición de nuevos paradigmas en la sociedad.
El primer desafío es encontrar una mujer que esté dispuesta a aceptar unas condiciones durante un período de tiempo antes y durante el embarazo, que consuma unos determinados alimentos, que no ingiera otros, que se comprometa a velar por la salud del niño que lleva en el vientre, que no consuma drogas ni alcohol, lo que implica tener un monitoreo y control constante por parte del centro de reproducción y los padres comitentes interesados en el bienestar de su hijo.
Dicha tarea no puede ser remunerada por encontrar limitaciones legales derivadas de un eventual objeto ilícito, por mercantilizar el cuerpo y la dignidad de la mujer gestante. En consecuencia, esta prestación acordada con extraños generalmente extranjeros, se realiza bajo la condición de ser altruista, pero con la posibilidad de recibir donaciones por parte de los padres comitentes, circunstancia que podría llegar a convertirse en una especie de contrato de trabajo con las implicaciones jurídicas a que hubiere lugar por i) prestar un “servicio”, ii) estar subordinada y iii) recibir una retribución.
Aunque se afirma que la voluntad de las madres subrogadas es espontánea, muchos críticos de estas nuevas formas de procreación consideran que existe un vicio en el consentimiento, causado por el estado de necesidad de quienes se someten a esta práctica con los riesgos y consecuencias físicas y emocionales que implica gestar un niño que posteriormente es entregado a los padres comitentes.
Concluido el tiempo de gestación, la madre hace entrega de su hijo a los padres comitentes debiendo contractualmente perder todo contacto, desde la modificación en su registro civil, hasta la imposibilidad de alimentar a su criatura, lactancia que tiene potenciales beneficios en el fortalecimiento del vínculo y el desarrollo del menor.
La descripción de este escenario antes distópico ahora es más frecuente en la vida cotidiana y podría cruzar las líneas rojas de la explotación de la mujer, la cosificación del niño y la mercantilización de la vida.
La regulación de estos procedimientos deberá traer soluciones precisas para la sociedad, en principio por parte del Congreso de la República, sin embargo, mientras los padres de la patria se rehúsan a legislar, la ciencia y la tecnología seguirán avanzando a pasos de gacela, y mientras tanto la ley y la jurisprudencia intentarán alcanzarla a pasos de tortuga, cuando miles de niños que aún no han nacido requieren que la sociedad prepare su digna llegada.
Los jueces de la república a través de múltiples fallos de tutela han intentado frenar la mercantilización de la dignidad y la vida, sin embargo, el sustento legal de sus postulados deviene de normas como el Código Civil que tiene más de 150 años de expedición y que hoy en día requieren de una profunda adaptación a los fenómenos sociológicos que jamás imaginó el legislador del año 1873.
Es bien sabido que los niños nacidos a través de técnicas de reproducción asistida son niños deseados, amados y de familias de un buen nivel económico, lo que les garantiza en principio una buena calidad de vida; razón por la cual una tendencia prohibicionista sólo facilitaría el mercado ilegal y la desprotección de las madres gestantes, niñ@s y padres comitentes en un escenario clandestino que imposibilita su control y encarece el procedimiento médico.
Son muchas las razones por las cuales se opta por la subrogación materna, desde imposibilidad por enfermedad o la elección de los padres para no “asumir la difícil tarea de la gestación”; en cualquiera de los casos, seguirán naciendo miles de niños en el mundo bajo estos procedimientos y las consecuencias sicológicas y emocionales de estas prácticas aún son impredecibles.
Mientras se legisla promoveremos la discusión y la reflexión respetuosa de los derechos de las mujeres gestantes, los niños que aún no han nacido y los hombres y mujeres expectantes de convertirse en padres.
La tarea de los centros de reproducción humana no es menor, establecer protocolos que garanticen la salud y la dignidad de las mujeres gestantes, la ilusión de unos padres comitentes y la vida de unos niños que aunque sean concebidos de manera no tradicional, son seres humanos sin distinción de los nacidos naturalmente.
Jorge Cardona
Buen dia Don Jorge. Permítame felicitarlo por este gran escrito, de actualidad eso sí pero de actualidad superficial y en su escrito de una manera simple ( Eliminación de elementos redundantes) le permite al lector tener un panorama del tema en cuestión ( Se puede ver el bosque y no solamente el árbol ).
Me duele que instrumentalicen a las mujeres, siempre ellas sacrificando su mente, cuerpo y espíritu con prácticas como la prostitución, la pornografía, el aborto y lo que faltaba, la gestación subrogada o alquiler del vientre es terrible.
No hay estudios donde se conozca con certeza cuales son las consecuencias y daños a posteriori a esta práctica. Este método tan exóticamente macabro, aprovechándose de la necesidad y la pobreza de muchas mujeres lo analizo en paralelo con el consumo del cigarrillo electrónico o Vaper , en el sentido de que todavía se desconoce hasta que pasadizos oscuros pueden llevar al ser humano con estas prácticas.
No es la manera, como dice la frase «El fin justifica los medios», ni más faltaba, puede ser un buen fin pero no es el camino. En lo personal no es un tema gris para mí, es un tema oscuro y compadezco a las mujeres que desde la necesidad y/o desde el desconocimiento se prestan para este tipo de prácticas, ridiculizando y envileciendo la dignidad de la mujer, quien siente la presencia de esa vida durante el embaraza y luego tener que entregarla a sus contratistas, así sean grandes personas, creo que existen otras maneras de tener hijos pero esto es terrible, es un golpe bajo a la moral .
Desconozco el manejo emocional de la mujer durante el embarazo, enviándole todo tipo de energía a ese bebé, tal como frustración tal vez, cero amor al tomar el bebé como un objeto. Es bueno saber desde lo científico las consecuencias para el bebé con esta práctica y como lo mencione anteriormente, un seguimiento a la mujer que llevó a cabo este contrato.
Me gustaría un debate acerca del tema donde converjan diferentes sectores para analizar el tema y los escucha tener una mirada bastante amplia desde la perspectiva y desde la prospectiva que exige el tema.
Gran articulo