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LUIS FERNANDO CARDONA
Director Fundador

ActualidadLA ESTUPIDEZ HUMANA

LA ESTUPIDEZ HUMANA

 

El Diccionario de la Real Academia Española define la estupidez como: la torpeza notable en comprender las cosas; se caracteriza por un comportamiento o actitud irracional, absurda o poco razonable. El término estupidez es un estado de aturdimiento o embotellamiento de los sentidos, es el estado mental de las personas torpes, sin lógica en el decir y el actuar. Dijo Albert Einstein, “que solo existen dos cosas infinitas, el universo y la estupidez … y que no estaba seguro de que la primera lo fuera en su totalidad.”

El economista italiano, Carlo M. Cipolla, establece cinco leyes de la estupidez en su libro “Las leyes fundamentales de la estupidez humana”. Dice que el peso de la humanidad de cargar todas sus tribulaciones tiene un pesado añadido dado por clases privilegiadas y dominantes del mundo. “Es un grupo mucho más poderoso que la mafia, … Se trata de un grupo no organizado, que no se rige por ninguna ley, que no tiene jefe, ni presidente, ni estatuto, pero que consigue, no obstante, actuar en perfecta sintonía, como si estuviese guiado por una mano invisible de tal modo que las actividades de cada uno de sus miembros contribuyen poderosamente a reforzar y ampliar la eficacia de todos los demás miembros.” Son una fuerza poderosa y oscura que impide el crecimiento del bienestar y de la felicidad humana.

La estupidez como un problema ético y social no es tanto una falta de inteligencia, de hecho, la estupidez se encuentra en muchos que consideramos inteligente. Es una condición que surge cuando las personas renuncian a su pensamiento crítico, bajo la influencia de estructuras de poder y propaganda. Las élites hacen su trabajo para modificar conductas y decisiones al gran bloque de la población. La estupidez es más peligrosa que la maldad, porque paraliza el pensamiento crítico, crea una obediencia ciega a las estructuras de poder y permite la comisión de atrocidades sin que las personas se den cuenta de su propio mal.

Carlo M. Cipolla determinó cinco leyes de la estupidez:

  1. Primera ley. Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

Hay personas que habíamos considerado como racionales e inteligentes y las vemos tomando decisiones y/o acciones estúpidas.

  1. Segunda ley. La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.

Quiere decir que la estupidez tiene la característica de no depender del nivel cultural, la riqueza, el estatus social o etnia, y que se distribuye prácticamente de manera uniforme en todos los segmentos de cualquier población. Hay gran cantidad de estúpidos entre intelectuales, políticos, presidentes de países, etc.

  1. Tercera, la “ley de oro de la estupidez” Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.

Identificó cuatro tipos de personas en la sociedad, según el beneficio o el perjuicio que generaban para el resto de las personas y para sí mismos.

  • Inteligentes: benefician a los demás y a sí mismos.
  • Incautos: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
  • Bandidos: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.
  • Estúpidos: perjudican a los demás y a sí mismos.

 

  1. Cuarta ley. Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial constantemente que, en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

Se tiende a creer que la persona estúpida hace daño solo así mismo, es confundir la estupidez con la ingenuidad. A veces se asocian con estúpidos para beneficio propio, ello puede generar dos situaciones; a) no conoce la naturaleza de la estupidez, b) da herramientas a la persona estúpida para desarrollar sus capacidades. Da la sensación de que está manejando al estúpido cuando en realidad podría estar generando su ruina.

  1. Quinta ley. La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

 

Pero ¿por qué es importante temerle más a los “estúpidos” que a los “malvados”, bajo una mirada política y social? La estupidez es peor que la maldad, genera sufrimiento a otros conscientemente, debido a que la primera puede ser manipulada y utilizada contra la gente.

El alemán y pastor luterano, Dietrich Bonhoeffer, sostiene que la estupidez, más que el mal, es peligrosa porque paraliza la reflexión moral y crea obediencia ciega. Los grandes grupos de interés dan manejo de sus medios de comunicación y redes sociales para lograr sus objetivos egoístas. Afirma, que no la combatimos por dos razones. Primero, somos mucho más tolerantes con ella. A diferencia del mal, la estupidez no es un algo que la mayoría de nosotros tomemos en serio. Segundo, la persona estúpida es un oponente escurridizo. No se deja vencer por el debate ni se abre a la razón. Cuando la persona estúpida se encuentra entre la espada y la pared, cuando se enfrenta a hechos irrefutables, estalla y arremete.

El problema con la estupidez, sin embargo, es que a menudo va de la mano con el poder. Bonhoeffer escribe: “Al observar más de cerca, se hace evidente que todo fuerte aumento del poder en la esfera pública ya sea de naturaleza política o religiosa, contagia de estupidez a gran parte de la humanidad”.

Funciona de dos maneras. La primera es que la estupidez no te inhabilita para ejercer un cargo o autoridad. La historia y la política están repletas de ejemplos de estúpidos que han llegado a la cima, donde los inteligentes son excluidos o eliminados. En segundo lugar, la naturaleza del poder exige que las personas renuncien a facultades necesarias para el pensamiento inteligente como la independencia, el pensamiento crítico y la reflexión.

Bonhoeffer argumenta que cuanto más se integra alguien a grupos de poder, menos individual se vuelve. Una persona carismática y rebosante de inteligencia, con políticas sensatas, se vuelve imbécil en cuanto asume el cargo. Los eslóganes, lemas y demás se apoderan de él. Queda hechizado, cegado, maltratado y abusado en su mismo ser. El poder convierte a las personas en autómatas. Los pensadores inteligentes y críticos ahora tienen un guion que leer. Se centrarán en sus sonrisas en lugar de su cerebro. Cuando la gente se une a un partido político, la mayoría opta por seguir el ejemplo en lugar de reflexionar. El poder drena la inteligencia de una persona, dejándola como un maniquí animado. La estupidez es mucho más difícil de erradicar. Por eso es un arma peligrosa: como a la gente malvada le cuesta tomar el poder, necesita gente estúpida para hacer su trabajo. Como ovejas, una persona estúpida puede ser guiada, dirigida y manipulada para hacer cualquier cosa.

La falta de pensamiento crítico, exacerbada por la propaganda y las estructuras de poder, conduce a una obediencia ciega y con actos moralmente reprobables. Contra la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza sirven de nada; las razones son oídos sordos; los hechos que contradicen nuestros prejuicios simplemente no deben creerse, la persona estúpida incluso se vuelve crítica, y cuando los hechos son irrefutables, simplemente se descartan como intrascendentes, como incidentales. La persona estúpida, a diferencia de la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al atacar.

Hoy estamos frente a un proceso electoral al congreso y presidencia de la república, pero hemos analizado ¿de dónde salen los recursos? ¿ quiénes los financian? ¿a cambio de qué? Nada es gratuito. Piden el voto al pueblo, cuando han gobernado mal por más de 150 años. Debemos pensar, dudar y preguntar antes de decidir. Buscan que sigamos siendo la manada que no cuestiona, que los sigamos a cambio del despojo, con una propaganda engañosa. Desean nuestro voto; después, con la clase dominante dilapidan nuestros impuestos. Hay que ser reflexivos y reírnos cuando nos crean tontos. Hay que analizar todas las situaciones, sin enojarnos ni asustarnos con quienes nos creen estúpidos, pero al momento de votar debemos pensar y sufragar con inteligencia. No podemos ser incautos. La corrupción, FUERA.

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