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ActualidadEl futuro, debajo de una sombrilla

El futuro, debajo de una sombrilla

Por:  John Jairo Arias Henao

Era un sábado normal, ya es primero de agosto y seguimos en aislamiento preventivo voluntario e inteligente, las medidas empezaron a regir en el área metropolitana de Pereira y Santa Rosa de Cabal, son las 11 y 25 de la mañana, el sol pega fuerte y es mejor buscar el andén de la sombra, así y en poco de observación como aquella buena canción de Piero «Pasar y Pasar», me encontré una imagen conmovedora, humana y llena de reflexión.

Una pequeña, como lo registro en la foto que guardé, estaba bajo una rústica sombrilla, era lo único que más fácil le quedaba para protegerse de los rayos solares, sentada en la esquina de un semáforo cualquiera de nuestra zona urbana de Pereira y bajo la mirada y cuidados de su madre.

La niña con sus escasos añitos, no dimensiona la situación que está viviendo y solo alcanza a sonreír de vez en cuando, al ver que su madre en cuestión de segundos se arrima para motivarla a tomar agüita de las pequeñas bolsas que aún tienen en el pavimento y que se acomode bien debajo de la sombrilla.

Mi foto, no es de protesta, para qué, la foto lo dice todo y mi corazón se fue retirando con mucha tristeza; con tantas preguntas sin respuestas que siguen una y otra vez retumbando en mi mente.

Lo que si me quedó claro es que no necesito que sea el mes de mayo para rendirle homenaje a esas heroínas llamadas «Mamá», a esa mujer que no tiene tiempo de explicar por las que está pasando con su hija y saca fuerzas, para que en cada semáforo en rojo, las gentes de buen corazón alcancen a leer que tienen hambre, que hay que pagar una pieza, que están desamparadas y que unas monedas ayudarán para sobrevivir en medio de esta Pandemia.

A esa valiente mujer llamada Mamá, no le importa que el sol hará mella en su cuerpo, sabe que aún le faltan unas monedas más para irse feliz con su hija a probar un bocado de comida, poder pagar la habitación de hoy y salir con fuerzas a levantar nuevamente el cartón, donde en unas pocas palabras, clama ayuda y da las gracias.

Esa foto me ratificó el valor de una madre, pero también que Dios a todo niño le envío un ángel llamado Mamá, y que, si mis monedas escasearan en mi bolsillo, no tendría el valor que tiene esa madre para levantar un cartón en los semáforos y pedir la caridad pública. Madres benditas sean…y por siempre.

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