Reflexiones de las medidas ante la pandemia.

Por: CARLOS ALFREDO CROSTHWAITE FERRO

Sobre las medidas aprobadas por el gobernador de Risaralda, Víctor Manuel Tamayo, para impedir la propagación de la pandemia, hay que manifestar que apuntan en la dirección correcta. Aunque la redacción de estas es confusa, pretenden proteger la vida de las personas, y sucede en momentos en que la vida, para quienes gobiernan en este país, ha dejado de tener el carácter de humanidad. Así que oír a los médicos y especialistas que aún se guíen por el juramento hipocrático en tiempos de las EPS, es un acierto.

Deberán ajustarse las medidas para una mayor claridad y tener muy en cuenta lo referente a las personas mayores de 70 años. Pues no solo se debe atender lo que ya dijo la Corte sobre las medidas que les daba un trato desigual, sino que se deben emprender más campañas de educación para que, por ejemplo, esta sociedad deje de tratar a los adultos mayores como un estorbo. La primera política pública hacía los adultos mayores debe ser darles la importancia que se merecen por lo que han edificado y sacrificado a lo largo de sus vidas por los suyos y por la sociedad.

Ahora bien, ha chistado el alcalde de Pereira, Carlos Maya las medidas de la gobernación. Justo el mismo alcalde que es socio político del representante Reinales que acaba de ser pillado pidiendo “la comisión” y otras “carteritas” a un directivo de una EPS. Con este adefesio bastaría para saber cuáles son los reales malestares del alcalde Maya.

Pero como aquí la memoria política se borra con facilidad, expongamos más motivos tras la molestia del alcalde. Nunca les ha importado la economía, no han hecho nada para evitar que la informalidad en la ciudad alcance a cinco de cada diez personas. Por el contrario, hace parte de los gremios y gobiernos arrodillados ante el aumento del IVA del gobierno nacional, hace parte de los que han entregado los servicios públicos a los privados que luego encarecen los costos. Son de los que persiguen a los comerciantes con altas tarifas en las cámaras de comercio para que luego sus directivos reciban altísimos salarios, paseen, y coman en los mejores restaurantes del mundo mientras los pequeños y medianos comerciantes pasan mil angustias. Hace parte de los clanes políticos que han corrompido la prestación del servicio de la salud en el Hospital Universitario San Jorge y las demás entidades de salud del Estado. Hacen parte de un puñado de ciudadanos que no pasan hambre, que no deben cerrar sus empresas, que no deben endeudarse, dejar de comer para pagar servicios, etcétera. No es la economía ni el comercio lo que les preocupa, son el dinero, los votos y su deteriorada imagen.

Ahora bien, preocupa porque por lo visto en estos dos primeros días, el asunto no es solo de molestia, pues el acatamiento de las medidas por parte de la alcaldía no está del todo claro.

Debería el alcalde estar coordinando, o reclamando si prefiere, a la gobernación, para que se sienten con él a acordar medidas de verdad para proteger a las pequeñas y medianas empresas de Pereira, para acordar planes de empleo público, poner en cintura el abuso del costo de los servicios públicos, acabar con la inestabilidad laboral de los profesionales del sector salud de Pereira que son víctimas de los politiqueros que cada fin de mes, a propósito de Reinales que vive de la comisión, se pasean a cobrarles “la comisión” de sus contratos. Pero eso no lo van a hacer porque no es negocio.

Para el final, le importa tan poco la vida de la gente a estas castas políticas que gobiernan, que en un acto salvaje el presidente de Colombia Iván Duque, ha dicho que no vacunará a los venezolanos que están en Colombia. Ni ética, ni estatus migratorio le caben en su cuerpo y cabeza.