POR ALBERTO ZULUAGA TRUJILLO
Nuestro Gobierno rompió la neutralidad política que por décadas se mantuvo en las contiendas electorales estadounidenses, exponiendo innecesariamente, con su arriesgada estrategia de apoyo al derrotado Trump, las relaciones bilaterales con el Congreso norteamericano. No importa que tanta responsabilidad directa haya tenido la Casa de Nariño. La actitud asumida por claros representantes del partido de gobierno que en polémicos tweets abiertamente pidieron a la comunidad latina, población envenenada contra el socialismo o comunismo, integrada mayoritariamente por cubano-estadounidenses, seguidos por puertorriqueños, mexicanos y, en cuarto lugar colombianos, con una presencia cada día más numerosa de venezolanos, solicitándoles, especialmente a los residenciados en La Florida, aproximadamente 2.4 millones de sufragantes, votar por Trump, mensajes firmados entre otros por María Fernanda Cabal, comprometieron la Presidencia de la República.
Los resultados de las elecciones en Colombia 2018 y del plebiscito 2016, muestran una tendencia hacia el uribismo entre los colombianos allí residenciados con derecho al voto. El periodista Tim Padggett, editor para las Américas de la Radio de Miami South de La Florida (WLRN) asegura que existió una conexión directa entre el Centro Democrático y la campaña de Trump, hecho que se dio en una cena de Álvaro Uribe con el senador Marco Rubio y el miembro de la Cámara Mario Díaz-Balart, ambos legisladores de la derecha republicana cubano-estadounidense, razón para que Trump conociera de la existencia de Petro y de la palabra castrochavista, con las cuales pretendieron hacer votar “emberracada” a la comunidad hispánica señalando de comunista y amigo de Maduro al candidato demócrata Joe Biden.
En un evento republicano en la Florida refiriéndose al anterior gobierno colombiano Trump dijo: “esa administración negoció el terrible acuerdo Obama-Biden-Santos que se rindió ante los narcos y permitió que las drogas ilícitas se dispararan”, olvidando que Estados Unidos es uno de los garantes del Acuerdo de La Habana, a través del demócrata Bernard Aronson en la administración Obama y quién, a propósito, tajantemente ha dicho:“El acuerdo no ha sido implementado satisfactoriamente”. Siempre ha habido demócratas y republicanos no convencidos de apoyar nuestro país. Sin embargo, con el Plan Colombia concebido en 1999 y suscrito entre Andrés Pastrana y Bill Clinton, se logró un fuerte respaldo de los republicanos y ciertos sectores demócratas liderados por Joe Biden, Presidente electo, a quién Trump, aleccionado por Uribe, señala de ser comunista y Castrochavista.
Deberá comprender el Gobierno Duque que el entendimiento, de aquí en adelante con quién ha sido su fuerte aliado, tendrá lugar por los canales diplomáticos alejado de equivocados cálculos electorales. Las relaciones internacionales siempre han obedecido a la reciprocidad. La ayuda de Estados Unidos a Colombia supera los 400 millones de dólares en este 2020. Esperemos, dicha suma no sea recortada. Biden es un demócrata serio y profesional que no pasará cuenta de cobro. Distinto será su partido en el Congreso con alto poder en las asignaciones presupuestales. De momento, para hoy, no mañana, Duque deberá llamar nuevamente a Pacho Santos, no para dialogar sino, para dejarlo en Bogotá, esta vez, sí en serio, si es que de verdad quiere enderezar el camino a la Casa Blanca.