* En marcha la refriega ideológica por el control de la calle, escenario de la política que disputa el erario en 2026.* A punta de engaño la vieja política está segura de manipular de nuevo el veredicto de las urnas en las siguientes elecciones.
La gente derrotó el miedo a la violencia estatal con el estallido social que desencadenó tres sucesivas derrotas a las maquinarias electorales concertadas en el mismo barco durante las elecciones presidenciales de 2022 cuando fue necesario atajar la continuidad del régimen que impuso con su catálogo de artimañas cuatro periodos presidenciales desde 2002, representados en agentes de todos los fenómenos que llevaron a catalogar al Estado colombiano durante ése periodo como «Estado fallido» o «narcodemocracia» con realidades como la parapolítica que llevó a decenas de políticos de aquel «linaje» tras las rejas y transitó vergüenzas humanitarias impunes como los 6.402 falsos positivos reconocidos por la justicia en impunidad con niveles nunca vistos y corrupción en su máxima proporción desmadrada 40 años después de las «justas proporciones venales» que propuso el régimen Turbay, hoy con nieto vociferante con los dos apellidos de las dos épocas en el legislativo que sigue en su esencia. Panorama desolador para pensar en Democracia real decente.
Ni el régimen hoy en el inquilinato burocrático hasta 2026 ni el sindicato de empresas electorales que busca por todos los medios recuperar el «botín» que apodan «patria», único significado e «ideología» que los trasnocha, han logrado entender que una fuerza autónoma no manipulable por sus engaños y compras miserables de votos, está presente en el debate con autonomía y por inercia tiene que avanzar hasta abarcar la tarea de desalojar del aparato venal que controla el Estado con la Res Pública, el erario, los actores repetidos en los carros y cargos oficiales de los extremos ideológicos que han desfilado por eso que llaman «institucionalidad» para tapar todas las mañas que hoy mantienen el control de lo público al precio que fuere.
Todos esos actores que han pasado hasta hoy y llegarán a 2026, política degradada modelo siglo veinte, de todos los bandos, sus caudillismos y mesianismos megalómanos rancios y fracasados, tienen que ser relevados para hacer posible el tránsito hacia un verdadero Estado Social de Derecho escrito en el contrato social de 1991 que deberá ser ajustado a la ciencia contemporánea, en procesos de ciudadanía participante desde el pleno conocimiento y no desde la industria de manipulación y engaño que es el aparataje del mercado negocio politico inferior, único que conocen los mañosos protagonistas de la vergüenza que es el manejo de la cosa pública desde el siglo pasado.
En 2018 la gente eligió a un aprendiz fallido para atajar a quien hoy desempeña ese cargo. A su vez la gente eligió en 2022 después de la vergüenza que fue esa decisión, a quien hoy ejerce esa función con la promesa de remediar toda la desgracia que es el gobierno de esta sociedad ingobernable y menos en autocracia, este fue elegido para atajar a un segundo títere de mayor peligro porque tenía visos de autocracia delirante y prometió limpiarse sus miserias con la ley, aquel derrotado en junio de 2022. Fueron tres derrotas sucesivas a la maquinaria concertada toda en una única plataforma. Una consulta y dos vueltas presidenciales. El actual mandatario no puede afirmar que el país nacional estaba con su opción y menos hoy con el arrepentimiento de quienes votaron por su fórmula no por convicción sino por atajar al derrotado que prometía mayor degradación que la vivida con el aprendiz títere del elegido en 2002.
Ahora en el episodio de las marchas, cumplidas las de abril 21 donde se movilizó en masa mucha de la gente que no pertenece a ningún redil ideológico y se moviliza por cuenta propia, luego las que vienen propias del primero de mayo día del trabajo, tradicionales, que contienen la fuerza de los sindicatos muchos de ellos base electoral del actual gobierno, el régimen pretende inducir a la idea según la cual puede contar más gente en la calle que sus opositores y descreídos hoy de la actual manera de gobernar. Ni lo uno ni lo otro, torpeza mayúscula cometen quienes han desatado el debate electoral de 2026 a partir de este tiempo en especial desde el gobierno en su estrategia para neutralizar el sabotaje y autosabotaje desatado desde inicio.
Falta mucho trecho por recorrer para que los ciudadanos asuman de lleno el control de todos los pasos, factores, expresiones, acciones y actos autónomos de elección que conforman una verdadera democracia que no es aquella distorsión inducida y manipulada que manejan los traficantes electorales de sobornar analfabetas políticos cada día de elecciones para seguir depredando lo público. La democracia es día a día todos los días en responsabilidad activa sobre la acción de los empleados designados para gobernar y no los virreicitos que presumen ser dueños de cada cubículo de poder para repartir una torta entre amigos y concertados para arrasar. «Si no lo hacemos nosotros otros lo harán y se quedarán con todo» es la lógica de los ordenadores.
Esa fuerza ciudadana que ha derrotado a las maquinarias todas en el mismo costal, debe asumir tal responsabilidad en cada acto democrático, en el control y exigibilidad de cumplimiento e integridad en lo público, utopía hoy, en cada elección, local, regional, legislativa, presidencial, para desalojar la plaga que nos tiene a todos en esa algarabía del ruido estridente por todos los amplificadores de un establecimiento que se resiste a jugar limpio y ser leal con la gente a quienes cataloga de brutos, engañables, manipulables y usables todo el tiempo. Estos inescrupulosos no van a ceder y la responsabilidad de cortar el abuso es de cada ciudadano digno. No más abusados después de doscientos años.
Mientras llega el tiempo de cumplido el proceso formador del Ciudadano Defensor Directo autónomo de sus derechos, que saque del anafabetismo civil, político, público, los ciudadanos que hoy han avanzado hasta movilizar toda la voluntad para derrotar a estas maquinarias venales, delictivas, criminales electorales, como en 2022, deben redoblar capacidad y esfuerzo con la fuerza de su ejemplo para desalojar toda tendencia realidad antidemocrática y de abuso privilegiado contra los derechos de la gente en la vulnerabilidad que fuere. Toda la política vieja, amañada del siglo pasado, del color e ideología que fuere, en el extremo que fuere, hay que abolirla y extinguirla en democracia leal real. Las marchas seguirán en este tiempo, pero la verdadera marcha debe ser en la conciencia de cada colombiano que asuma la capacidad, certeza y autodeterminación de hacer el relevo de todos estos repetidos pretendiendo jugar a engañar como redentores, salvadores que ya pasaron. Es el tiempo del ciudadano leal autónomo.
Opinión escrita por Hernando Ayala M Periodista Mail disnnet@gmail.com