POR FERLEY HENAO OSPINA
Este país, otrora agrícola, dejó de serlo para dedicarse a importar alimentos: Trigo, soya, sorgo, cebada, maíz, lenteja y hasta fríjol, además todo el tomate y la papa para industria y ahora la papa fresca se importa de Europa.
Presenciamos el espectáculo de los políticos haciendo demagogia con la “papatón”. Primero, privan al agricultor de los conocimientos que lo volverían competitivo, después importan la papa, la desembarcan en plena cosecha y luego se aprovechan de la “papatón”. Esos políticos, algunos de ellos alcaldes y gobernadores, deberían conocer las causas del problema y ponerse en la tarea de resolverlo de una vez por todas, para que esta agresión al agro no se repita nunca más.
Estos dos graficos ponen de relieve las causas y develan cuáles son las soluciones.
No se necesitan dispositivos especiales para entender que Bélgica, Estados Unidos y Países Bajos rinden muchísimo más que Colombia por cada hectárea sembrada de papa y que como consecuencia utilizan menos suelo, agua e insumos y por lo tanto, les sale más barata cada tonelada. La pregunta es: ¿Por qué ellos sí y nosotros no?
Hasta mitad del siglo pasado los países tenían rendimientos similares en todas las especies agrícolas, entonces, con la productividad que teníamos era suficiente. Las cosas cambiaron de forma radical cuando algunos países le apostaron al conocimiento y la innovación agrícola dando como resultado mejores rendimientos, a menores costos, con menor daño ambiental y con tecnologías limpias, acordes con los requerimientos de los consumidores.
Los países que no evolucionaron se quedaron rezagados y sus productores padecen las consecuencias. El ejemplo está en el siguiente gráfico:
Chile y Estados Unidos incorporaron conocimiento al campo y pasaron a rendir 12 toneladas de maíz por hectárea, Colombia se quedó rezagada y dista mucho de ser competitiva, la consecuencia está a la vista: importa el 80% del maíz.
Los intentos de solución no han ido tratando las causas, como en sentido lógico debería ser, sino que lo han intentado sobre los efectos. Gran parte de las acciones de política pública agropecuaria están concentradas en la fijación de precios y no en el conocimiento, la innovación y la actualización tecnológica para mejorar los rendimientos, razón por la que han caído en una interminable cadena de fracasos.
Los modelos de desarrollo se han empoderado sobre sectores terciarios de la economía, relegando a los productores rurales, lo cual ocasiona debilidad del aparato productivo, reduce la oferta regional de alimentos y la posibilidad de generar mano de obra local, causando resultados sociales, económicos y ambientales negativos.
Colombia duplicó las importaciones agropecuarias, de 5,5 millones de toneladas en 2000 a 11,5 millones de toneladas en 2015, mientras que las exportaciones agropecuarias apenas aumentaron 5,7% y 2019 registró la más alta importación agropecuaria de los últimos nueve años.
Sigue practicándose la agricultura del siglo 19 y principios del 20, pero el objetivo de la eficiencia en términos ambientales, sociales y económicos solo es posible si se cambia la manera de hacer las cosas en el campo. «El Progreso y el desarrollo son imposibles si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre las ha hecho» dice, con razón, Wayne W. Dayer.
Los cambios, entonces, implican una hoja de ruta que involucra biotecnología, trofobiosis, alelopatía, rotación, germinación protegida, riego tecnificado, drenaje… Estos procesos conllevan una selección correcta de semillas, insumos (compost, lombricultura, lombricompuestos), instrumentos, herramientas, métodos, técnicas, materiales y, por supuesto, CAPACITACIÓN.
Son soluciones tan claras y evidentes que resulta sorprendente que a ningún ministro del ramo, ni a ningún secretario de agricultura departamental o municipal se le haya ocurrido que ese es el camino.
Dejan espacio para la duda y cualquiera podría suponer que son acciones premeditadas para desestimular a la gente del campo, contribuyendo así al incremento de la inequidad en lo que sí somos campeones. El 81% de la tierra colombiana pertenece al 1% de los propietarios más grandes y el 99% de los agricultores posee apenas el 19% de la superficie.
Excelente tema, nuestra triste realidad. Duele mucho ver el campo abandonado y a los campesinos buscando trabajo en la ciudad.
Es una política de «Gobiernos» para despojar a los habitantes de sus tierras y saquear sus bienes.
Es increíble !¡ Qué torpeza la de estos gobiernos…
Y se repite la historia en los países latinoamericanos, prefieren importar que sembrar y los campos que ayer nos nutrieron, ahora están abandonados.
En su artículo anterior comenté que es una análisis magnífico de una realidad que estamos viviendo los colombianos con los Fake News y que sería interesante abordar el tema de cuáles serían los productos que Colombia debería exportar. Este artículo «¿Agrofobia?» parecería ser la respuesta a esa inquietud, Colombia importa más y exporta menos. Qué realidad tan triste y qué mal futuro que nos espera.
La mayoría de los agricultores empresarios del campo lo hacen el tierras alquiladas. Sacan sus cosechas y no le devuelven los nutrientes que le sacaron menos los que se pierden por malos manejos de los suelos. Estamos haciendo minería. Degradando más y más los suelos. Vienen bajos rendimientos y ataques de plagas y enfermedades. Los dueños pueden mantener al menos la fertilidad de su finca poniendo enmiendas cada 2-3 años y fertilizado su cultivo con todos los otros nutrientes.
Hasta que acá no exista un gobierno que realmente apoye y capacite a los campesinos, estamos mal.
No hay necesidad de buscar genios, toca depurar el conocimiento y no comparar en papá a Bélgica o Usa con Colombia,nosotros somos trópico, ellos no y la oferta ambiental es distinta. Entendió Antonio?
Señor Columnista: de nuevo sorprendente el apoyo en cifras, que dan cuenta de la seriedad del texto.
Panorama desesperanzador en el país, donde la tierra es de pocos, y la falta de tecnología, vías, comercio de los productos que producen nuestros campesinos.
Mi pregunta: ante investigación tan precisa, que usted hace , como hacer llegar esta documentación a políticos, ministros , y demás entes?
TLC
Un país de locos e irresponsables
Y después tienen disculpas para el uso del glifosato.
De acuerdo FERLEY. Además hay que tener en cuenta la pauperizacion del campesino, la corrupción en las entidades del sector, la politiquería y el clientelismo que no designa a los técnicos y profesionales capacitados para asumir los cargos. Y los programas corruptos como Agro Ingresó seguro y muchos más.
Excelente radiografia, nadie lo podria haber hecho mejor,sin embargo, disiento un poco de du apreciacion acerca de la falta de tecnologia; esta existe vease ICA,CORPOICA, ahora AGROSAVIA. Si se busca en los anaqueles de estas instituciones se llenarian metros de bibliotecas (Al estilo Turbay Ayala), lo que falta es TRANSFERENCIA DE TECNOLOGIA.🌻
Excelente articulo