“Bienvenidos al futuro”

Por Ernesto Zuluaga Ramìrez

Se cumplen el próximo viernes treinta años de la llegada a la Presidencia de la República del pereirano César Gaviria Trujillo, un economista brillante que obtuvo su título con honores en la Universidad de los Andes y que incursionó muy joven en la política, detrás de las huellas de su padre, Byron, quien había sido senador y gamonal. Eran tiempos difíciles y el país estaba convulsionado por una guerra contra “el narcotráfico” que había cobrado miles de muertos y segado la vida de muchos dirigentes, entre ellos uno de los políticos más brillantes y promisorios en la historia nacional, Luis Carlos Galán, de quien Gaviria era el jefe de debate en la campaña para ocupar el solio de Bolívar.

Lo de César no era gratuito. Ya descollaba como líder de la renovación política colombiana. En muy pocos años había sido alcalde y concejal de su ciudad, representante a la Cámara y su presidente, viceministro de desarrollo, jefe de la campaña de Virgilio Barco a la presidencia y ministro de hacienda y de gobierno. Una pomposa carrera que lo tenía en la fila de los presidenciables. El azar adelantó sus planes cuando en el sepelio de Galán el hijo mayor le pidió que enarbolara las banderas de su padre. Un año después Gaviria se convertiría a sus 43 años en presidente de los colombianos.

Vientos de cambio se sintieron por todas partes. Convocó una asamblea constituyente que con una amplia participación de todos los sectores políticos construyó una nueva Carta Magna. Sus momentos más críticos los vivió por cuenta de los “narcos” más poderosos al soportar violentos embates contra la extradición hasta que logró abatir al capo mayor —Pablo Escobar Gaviria— quien se había “volado” meses antes de la cárcel; padeció también una grave crisis energética por la reducción de la producción hidroeléctrica que supo contrarrestar con racionamientos programados que duraron más de un año entre 1992 y 1993 y con la criticada “Hora Gaviria” con la que adelantó la hora oficial. Enfrentó con decisión la liquidación de Colpuertos y de los Ferrocarriles Nacionales, dos venas rotas que tenía la nación, dispuso el ingreso de la telefonía celular y obtuvo la cobertura nacional del gas natural y del internet y llevó a cabo la denominada “apertura económica” que a pesar de sus críticas desembocó en un sorprendente e histórico crecimiento del PIB.

Para Risaralda la presidencia de Gaviria significó una época de oro. Al “kínder” —apodo público para su gabinete— llevó muchos pereiranos entre los que se destacaron Fabio Villegas Ramírez, Fernando Brito Ruiz, Samuel Ospina Marín, Juan Guillermo Serna, Carlos Humberto Isaza, Gabriel Jaime Cardona y Jorge López. En el marco de las relaciones internacionales vinculó a Samuel Eduardo Salazar, Marta Arango de Gómez, Gustavo Orozco Restrepo, Ricardo Eastman de la Cuesta, Jorge Hernán Duque, Iván Marulanda Gómez, Hernán Rubio Bedoya y Fernando Panesso Serna.

Fueron muchos más los dirigentes que llegaron a cargos intermedios donde cumplieron un papel importante para la región y muchos también los recursos que llegaron para apoyar a los gobiernos locales. Tuve —durante su mandato— la responsabilidad de administrar el departamento de Risaralda y posteriormente la de ser alcalde de la capital. Recibimos entonces recursos importantes para darle apertura al canal regional de televisión Telecafé, renovar todas las redes de acueducto y alcantarillado de Pueblo Rico, terminar la construcción del hospital de la Virginia y de la vía Remolinos-Belén de Umbría, la realización del coliseo de Santa Rosa de Cabal y la compra de predios e iniciación de la construcción del viaducto entre Pereira y Dosquebradas. Con su apoyo remodelamos la Plaza de Bolívar de Pereira, dimos al servicio público el parque del Café y comenzamos la construcción de once nuevos colegios en Pereira.

¡Gaviria soñó un gran futuro y nos regaló un brillante pasado!